Qué es la ketamina, el anestésico que se consume como droga social

El hallazgo de restos de ketamina y clonazepam en el cadáver del ex fiscal Alberto Nisman -la combinación de esas dos sustancias forma un potente anestésico- causó conmoción. Pero lo cierto es que estas sustancias suelen utilizarse para un uso recreativo que en los últimos tiempos aumentó considerablemente dentro del universo del consumo de drogas prohibidas.

La ketamina es conocida como un anestésico veterinario, aunque también se usa con humanos. Hasta que se descubrieron sus efectos secundarios, era considerado un anestésico “manso”, que incluso se daba a niños y a las personas mayores.

“En la actualidad el uso es fundamentalmente veterinario. Hasta los ‘90 se usó en humanos, ahí se prohibió el uso hasta ahora, que vuelve a ser utilizada, pero con indicaciones precisas y en procedimientos cortos”, explica Ana Girardelli, directora del Hospital de Toxicología y Salud Mental de nuestra ciudad.

Después de que varios pacientes contaran lo que sentían al salir de la anestesia, se realizaron experimentos que demostraron que una dosis bastante menor a la utilizada clínicamente produce una experiencia “psicodélica” de gran intensidad.

“El organismo se habitúa con facilidad a la ketamina , por lo que el consumidor tiene que administrarse cada vez mayores dosis para alcanzar los mismos efectos”

“Desde el año 2000 hasta la actualidad, el consumo de ketamina ha llegado a ser conocido incluso por los expertos en drogadependencias que, en estos temas, son como los padres: los últimos en enterarse”, subraya el español Eduardo Hidalgo en su libro Ketamina (editorial Amargord), haciendo hincapié en la falta de información del personal que trabaja en el ámbito de la prevención.

Forma de consumo

Según describen quienes hacen un uso social de esta droga, la ketamina se puede inyectar por vía intravenosa o intramuscular. Pero también cuenta con su presentación sólida, en polvo, y se utiliza como la cocaína, en forma de “raya” para “esnifar”. Señalan que la absorción nasal se realiza mediante un tubito o canutillo estrecho y más o menos largo, que se suele confeccionar artesanalmente con un billete. Muchos las mezclan con cocaína, una combinación que se conoce como “Special Calvin Klein”.

Encuestas realizadas en Holanda, Gran Bretaña y España, muestran que entre el 4% y el 25% de las personas consumen ketamina principalmente en pubs, boliches y fiestas electrónicas.

Los efectos

Los especialistas describen que con dosis bajas de ketamina se busca generar un sentimiento apacible, soñador, la sensación de flotar y salir ligeramente del propio cuerpo. En este sentido, muchos dicen que es una experiencia cercana a la muerte. El entumecimiento de las extremidades también es común, aunque se trata de un efecto también perseguido.

También explican que con dosis superiores se logra un efecto alucinógeno que normalmente hace sentir al usuario muy lejos del propio cuerpo. A esta experiencia se la conoce como “entrar en un agujero k”. Para algunos es un momento espiritualmente significante. “Cuando una persona transita un agujero K es muy difícil moverse”, señalan.

Aunque el uso más extendido de esta droga -según revelan- sea el recreativo, con dosis bajas por vía aspirada y en contextos lúdicos como discotecas, pubs, y raves se busquen efectos como la estimulación, la embriaguez, la euforia, la sensación de flotar, complementándose, a menudo, con el alcohol, el éxtasis y la cocaína, se da también el “efecto psiconáutico”.

“El ‘efecto psiconáutico’ se logra con dosis altas intramuscularmente aplicadas en un contexto seguro, como el hogar. Quienes la consumen de esta manera normalmente buscan la exploración de la conciencia y del espacio interior de uno mismo. Permite al consumidor abandonar su cuerpo y participar en escenas que antes sólo eran imágenes visuales, llegando a comunicarse e interactuar con otros seres”, sostiene Hidalgo en su libro, y agrega: “Con la ketamina, el cerebro queda privado de cualquier referente del mundo exterior, de modo que la realidad desaparece y uno ha de forjarse su propio universo”.

“Con dosis bajas de ketamina se busca generar un sentimiento apacible, soñador, la sensación de flotar y salir ligeramente del propio cuerpo”

La forma de adquisición, la conservación, la preparación, la dosificación, la administración, las medidas a tomar si alguien sufre “un mal viaje” son algunas de las indicaciones que tienen en cuenta los consumidores de ketamina, ya que de estos factores dependerán los placeres que se quieran experimentar y los posibles riesgos que la persona esté dispuesta a correr.

Especialistas señalan que tras los primeros momentos de consumo, se pueden producir efectos no deseados como un zumbido en los oídos, aumento del ritmo cardíaco, una moderada falta de aire, temblor en las piernas y una pérdida del control corporal.

Aunque hay efectos que aparecen 24 horas después y provocan que el consumidor se sienta aturdido, cansado y con la cabeza pesada, aunque, según estudios recogidos por Hidalgo, “hay cierto consenso en que las resacas ketamínicas no son especialmente duras”.

Los primeros efectos aparecen a los 10 o 20 minutos (dependerá de la dosis) del consumo. Primero se produce una sensación de disociación, un estado de inconsciencia y posteriormente una amnesia intensa acompañada de ausencia del dolor. Los efectos durarían alrededor de dos horas. También produce alucinaciones, flashbacks y alteración de la atención.

Entre los efectos secundarios se encuentra la bradicardia, hipertensión, arritmias, depresión respiratoria leve, laringoespasmo, estridor en niños y reacciones distónicas.

Tras una sobredosis puede ocasionar aumento de la presión intracraneal e intraocular, convulsiones, insuficiencia cardiorrespiratoria, polineuropatía, trismus e hipertonía muscular.

El organismo se habitúa con facilidad a la ketamina, por lo que el consumidor tiene que administrarse cada vez mayores dosis para alcanzar los mismos efectos, unos efectos que derivan en adictos con “irritabilidad, nerviosismo y pérdida de memoria”, según Hidalgo.

Karl Jansen, un psiquiatra neozelandés y doctor en farmacología clínica por la Universidad de Oxford aconseja dar a los pacientes que quieren interrumpir el consumo de ketamina “una motivación hacia la práctica de disciplinas de meditación como el yoga, el budismo o el zen, que les permita seguir alimentando sus ansias de espiritualidad”.

Hospitales de Latinoamérica, Asia y Africa utilizan muy frecuentemente la ketamina como sedante, ya que se administra de forma sencilla por personal no altamente calificado y sin necesidad de contar con los aparatos necesarios para la intubación de los pacientes. En Estados Unidos se utiliza con finalidad anestésica en la primera de las tres inyecciones que reciben los presos condenados a muerte.

Consultas las 24 hs

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• Los primeros efectos aparecen a los

10 o 20 minutos

(dependerá de la dosis) del consumo

• Con dosis bajas de ketamina se buscan generar un sentimiento apacible, soñador, la sensación de flotar y salir ligeramente del propio cuerpo

• Con dosis superiores se logra un efecto alucinógeno que normalmente hacen sentir al usuario muy lejos del propio cuerpo. A esta experiencia se la conoce como “entrar en un agujero k”.