Llegan los primeros calores y se multiplican dietas que prometen resultados milagrosos

La primavera ya despunta sus primeros días de calor y las huellas de las calorías del invierno aparecen más visibles. Entonces, como suele ocurrir en esta época del año, la idea de bajar de peso rápido se vuelve una obsesión y muchos hombres y mujeres recurren a planes alimentarios que prometen adelgazar lo suficiente en poco tiempo. Pero se sabe: el hada madrina del adelgazamiento no existe y las “dietas milagro”, coinciden médicos y nutricionistas, de milagro tienen poco.

Hay algo claro: tanto las dietas de bajas calorías como las que suprimen por completo algún grupo de alimentos son peligrosas, porque generan carencias, pérdida de masa muscular y una consecuencia tan repetida como temida: el efecto rebote.

Tanto las dietas de bajas calorías como las que suprimen por completo algún grupo de alimentos son peligrosas

La preocupación no es nueva pero se renueva cada año con los primeros calores y, hay que decir, con una proliferación de dietas que se difunden por la web a la velocidad del rayo. Algunas ofrecen una alimentación basada en proteínas. Otras tienen su clave en la prohibición de comer carnes, huevos, lácteos y derivados. Sea una o la otra, todas generan alarma entre los expertos en nutrición, muchos de los cuales aseguran que el tema no es moda sino una tendencia cargada de peligro.

“El incremento de la temperatura nos conecta con temas recurrentes cada verano -apunta la médica psiquiatra Mabel Bello-. Uno de ellos es querer estar delgado para lucir bien en la playa, sin tener en cuenta los sacrificios que se requiere para completar ese ideal de cuerpo inalcanzable”.

No muy distinto es lo que suele decir el nutricionista platense Norberto Russo, para quien el tema de las llamadas dietas milagros “es una alarma que se enciende todos los años y cuyo real peligro no es tanto que se multipliquen sino que tantas personas las sigan como si fueran exitosas”.

Según los especialistas, en todos los casos se trata de recetas peligrosas que derivan en una pronta recuperación del peso que se había perdido. “La consulta a un profesional resulta fundamental -advierte Russo-, porque cada organismo es distinto y asimila de manera diferente los alimentos. Al encarar un plan para bajar de peso, se debe tener en cuenta el sexo de la persona, su edad, su talla y su historial clínico. Ver una dieta en internet y seguirla es una barbaridad”.

Los ejemplos que empiezan a florecer en primavera son varios y para todos los gustos: desde el clásico “método Dukan” -que aunque viejo se sigue renovando en cada época estival- hasta el plan Montignac, una de las dietas más populares de este último tiempo basada en una alimentación con proteínas y grasas que evita la ingesta de ciertos hidratos de carbono y el alcohol durante las primeras semanas. Su plan es similar a la fórmula Atkins, otra de las dietas que ganan seguidores en todo el mundo con los primeros calores, y ambas comparten además casi el mismo cuestionamiento: su dudosa efectividad a largo plazo y sus posibles -y peligrosos- efectos secundarios.

“Son dietas hiperproteicas que no tienen nada de novedoso pero sí mucho marketing”, opina Russo, para quien las dietas tienen su proceso cíclico y “todas deben respetar el organismo de cada persona”.

Para Carmen Cuadrado, profesora en Nutrición y una de las autoras del informe “Dietas y productos mágicos”, elaborado por la Fundación Española de la Nutrición (FEN) y por el Instituto de Nutrición y Trastornos Alimentarios de Madrid, las llamadas dietas exprés tienen un punto en común y es que “aportan menos energía de la que necesitamos. Todas tienen un contenido energético muy bajo. Algunas lo atribuyen a que intentan evitar un grupo de macronutrientes concreto. Es el caso de las monodietas”.