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Espectáculos |Impresiones desde la pantalla

La televisión prestigiosa, carnada para los premios

Por Pedro Garay

20 de Septiembre de 2017 | 04:34
Edición impresa

La gran ganadora de los Premios Emmy fue “The Handmaid’s Tale”, la devastadora serie producida por el servicio on demand Hulu que no se vio en casi ningún lugar del mundo (la plataforma tiene llegada a muy pocos países) pero que, tras su éxito en la entrega de premios de la televisión norteamericana, fue adquirida para su transmisión en 2018 (un año después de la aparición del show basado en la novela de Margaret Atwood) por Paramount Channel para su emisión en Argentina.

Pero, ¿es “The Handmaid’s Tale” la mejor serie de la temporada? Todo premio esconde detrás del “voto de los miembros de la Academia” su subjetividad, y refleja épocas y tendencias: en unos Emmys marcados por los premios a mujeres y minorías, el programa de Hulu se impuso a otros candidatos con razones de sobra (actuaciones potentes, una alegoría urgente en tiempos de Trump y una atmósfera desoladora y atrapante) pero también repitiendo marcas de la llamada “televisión de prestigio” sin las cuales, parece, es imposible hoy ser galardonado.

Es decir: “Handmaid’s” trabaja con estéticas y temáticas que, saben quienes trabajan en la industria, tienen impacto: así como el show de Netflix enfervorizó a quienes crecieron con los libros de Stephen King, la serie de Hulu apuntó a la crítica con sus primeros planos artísticos, sus reflexiones en off, su violencia contenida pero brutal, sus problemáticas actuales y un largo etcétera de los vicios de la llamada TV de prestigio.

Un concepto asimilable al enemigo de la Nouvelle Vague, el “cinéma de qualité”, psicologista y literario, solemne y prepotente. “Dramas de prestigio ha dejado de ser una evaluación y se ha transformado en un género, con sus reglas y sus expectativas. Y sacrifican prestigio por drama”, escribió el crítico Grant Nebel en la web The Solute.

Las reglas implícitas a las que refiere Noble fueron explicitadas en un corrosivo artículo de IndieWire, donde se listan las características de la televisión prestigiosa y premiada. Y la serie distópica de Hulu cumple varias. Por ejemplo, las frases “es como una novela” o “es como una película” son descripciones habituales de esta serie para explicar que escapa a la habitual chatura televisiva, se eleva por encima de su medio hacia formas de arte “superiores” gracias a su trabajo con la fotografía (preciosista) y la forma (tramas complejas, con saltos temporales, elisiones, flashbacks, etc.).

La oscuridad es otra de las condiciones para hacer televisión premiada hoy, que “The Handmaid’s Tale” cumple con creces: una oscuridad que todos los shows alcanzan hoy de la misma manera: azulando digitalmente la imagen; por eso, todos los dramas se ven hoy iguales, a pesar de que justamente intentan trabajar la imagen de un modo “diferente”.

El artículo incluye entre las necesidades de la nueva TV ”pechos”, estrellas (Elisabeth Moss, Joseph Fiennes) y el hecho de que ”nada es gracioso”, también parte de la (muy bien realizada, más allá de estos vicios) serie premiada en los Emmy. Y habría que agregar la necesaria presencia de “minorías” y mujeres fuertes y el tratamiento alegórico de problemáticas urgentes.

Nada de esto es culpa de “The Haindmaid’s Tale”, sino de una serie de preconceptos que suelen colarse incluso entre los creadores a la hora de pensar el “arte” como un medio que debe ser elevadísimo, tratar los grandes temas. “Westworld” sufrió este destino al convertir un clásico de la ciencia ficción en diez horas densas y oscuras de televisión (más allá de sus méritos); “Big Little Lies”, otra de las grandes ganadoras de la noche (producida por mujeres, con pechos, estrellas, oscuridad y violencia contenida: el juego formal necesario de la TV de prestigio hace que la serie de HBO esconda al asesinado del espectador a pesar de que todos personajes lo conocen, un giro artificial para sostener el suspenso. Entre tanta artificialidad, el tratamiento de las problemáticas urgentes, finalmente, se banaliza, se vuelve mera herramienta de marketing: carnada para Emmys.

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