Peligro y descontrol vial por una floja señalización en obras de la periferia

Bien recibidas en principio por los vecinos de los barrios en virtud de las promesas oficiales de mejor conectividad y mayor seguridad vial, las obras de puesta en valor de varias avenidas de la periferia del casco histórico platense ya empiezan a generar cuestionamientos. Demoras, reparos en materia de diseño, pavimentos que se rompen apenas hechos y sobre todo un llamativo grado de desprolijidad y falta de controles en la señalización de reducción de manos y desvíos, están en el centro de todas las miradas.

El ejemplo más acabado de todas estas falencias juntas es el tramo de avenida 72 entre 131 y 137. Paralelo a la cara noroeste del Cementerio local, es la principal conexión entre el casco y varias localidades del sur de la Ciudad, además de una amplia zona de Los Hornos.

Allí, después de más de un año de trabajos -y una celebrada inauguración-, el asfalto está destrozado, la bicisenda cubierta de autos, y las obras de pavimentación parecen recomenzar desde cero, con una mano de la avenida cortada a lo largo de 200 metros.

El desconcierto de los automovilistas es tal que apenas una minoría acierta con el circuito de desvíos sugerido por la Comuna; el resto deambula buscando salida por el cuadrante comprendido entre 131, 137, 67 y 72, o directamente se mete contramano por la mano descendente de 72, la única habilitada, generando un enorme peligro.

Presentada como un paquete que incluía la renovación total del asfalto y los cordones cuneta, creación de nuevos sumideros, reconstrucción de conductos pluviales, colocación de cruces semafóricos y separador central, montaje de nueva señalética, iluminación, áreas de estacionamiento vehicular, dársenas para autotransporte y una ciclovía, la remodelación de la 72 se inició a fines de 2016.

Por entonces se estimó que estaría terminada ese mismo verano, pero recién se la inauguró pasada la mitad de 2017. Semanas después, la flamante carpeta asfáltica estaba peor que la anterior, con baches, crestas y hundimientos llamativamente profundos. Hoy por hoy, las máquinas viales volvieron a copar el paisaje, para levantar por completo el pavimento y empezar a hacerlo desde el contrapiso de tierra.

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En marzo del año pasado, el municipio lanzó su plan de recuperación y ensanchamiento de la avenida 66 -destrozada por el incesante paso de camiones- entre 167 y ruta 36; un tramo indispensable para articular una zona densamente poblada y de perfil productivo.

Curiosamente, en ese primer momento los funcionarios recomendaron a los automovilistas circular por la avenida 60 “durante el tiempo en que se realicen los trabajos”, para evitar congestiones en los cuellos de botella que inevitablemente se generarían en 66 por la reducción de manos. Apta sólo para vehículos 4x4 o para valientes que no teman dejar su suspensión en una mala maniobra, la 60 entre 167 y ruta 36 es uno de los accesos más desaprovechados de la Ciudad -y de los que en peores condiciones se encuentra-.

Ante este panorama, el flujo vehicular de la 66 no cesó, canalizándose, en su sentido ascendente, por banquinas embarradas y escarpadas mientras se avanza en el ensanchamiento, el separador central, las luminarias blancas halógenas, los desagües, las bicisendas, la colocación de semáforos y el montaje de la señalización vertical.

Según se informó, la obra de 66 se realizaría en dos etapas: una desde 167 a 179, la otra desde 179 a la ruta 36 -equivalente a 191-. En octubre pasado se inauguró la mitad de la primera etapa, entre 167 y 173. Carteles superpuestos y desvíos ásperos siguen marcando la pauta en el resto del tramo.

ENSANCHE Y REPAROS

Las falencias en señalización temporaria también se vuelven evidentes a lo largo de la obra de “ampliación y jerarquización” de avenida 7 entre 610 y 637, a la vera del Aeropuerto. Allí se ejecuta un ensanchamiento de la calzada, con bicisendas a sus flancos y dársenas de detención para colectivos, entre otras mejoras.

La zona de obras, sin embargo, no está bien delimitada. Los carteles se amontonan, a veces invaden la parte de la calzada habilitada, y otras veces aparecen en cualquier parte, ante la ausencia de vigilancia. La nueva carpeta asfáltica no tiene separadores, conos ni demarcaciones de carril, por lo que permite sobrepasos peligrosos y maniobras bruscas. Las breves dársenas para colectivos están montadas en parte sobre la banquina pavimentada y en parte sobre un peculiar saliente de asfalto que se interna en el césped de la banquinas sin pavimentar.

Los vecinos, ante este panorama, manifestaron su disconformidad con el diseño y las dimensiones que tendrá el nuevo tramo.