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El déficit fiscal jaquea todos los intentos de terminar con los desequilibrios económicos

16 de Enero de 2018 | 02:20
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Por Ricardo Rosales

Al margen de las interpretaciones políticas, de las dudas sobre la continuidad de Federico Sturzenegger al frente del Banco Central, y las especulaciones del mercado, el cambio de las metas de inflación anunciado por el Gobierno a fines del 2017 parecen una señal más adecuada de lo que está ocurriendo con la economía.

Aunque también habría que considerar que estos vaivenes oficiales afectan la credibilidad gubernamental y confirman las presunciones de la ausencia de un programa económico completo: el “team” macrista mostró otro episodio más en el que se rigió por un sistema de “prueba y error” al llevar las metas del 10% al 15%.

El dato anual de precios sorprendió a más de un analista, con el 24,8% de inflación en el 2017.

Y a esto habría que sumarle que el 15% de este año también está en entredicho.

Lo cual no hace más que confirmar que llevará más tiempo y paciencia a los argentinos llegar al objetivo de un dígito de inflación.

Probablemente el Gobierno este revisando alguna de sus prioridades o parte de su esquema gradualista.

DÉFICIT Y DEUDA

Mucho más relevante en este momento, en fusión del crecimiento económico, sería que el Gobierno diera en el blanco con cumplir con las metas de reducción del déficit fiscal y hacer que los mayores montos de la deuda pública fueran sustentables en el largo plazo.

El giro oficial con la meta de inflación descolocó al jefe del Banco Central, que había instalado la regla que si había más inflación, subiría más la tasa de interés.

Pero abrió un escenario algo más positivo respecto al crecimiento económico de este año.

Las elevadas tasas de interés implementadas por las Lebacs, comenzaban a amenazar el nivel de actividad.

Y si esto ocurría, se hubiera afectado la recaudación impositiva y se complicaba el déficit primario de 3,2% del PBI previsto para el 2018.

Finalmente, el sustento de la estrategia gradualista es que la Argentina crecerá en los próximos cinco años, y en ese período los desequilibrios fiscales se irán licuando al mantenerse constante el nivel del gasto público.

Igual con la deuda pública. Sin crecimiento, todo se cae.

MENOR TASA

En concreto, con los anuncios de fines del 2017, la tasa real de interés sería al menos tres puntos inferior a la que estimaba el mercado en diciembre pasado, y el dólar se ubicaría en un andarivel superior al de 17,5 pesos por unidad.

Este combo de noticias no es favorable para contener las expectativas de inflación que se corrieron para los analistas privados a más de 17% para este año.

La cara positiva del cambio es que el piso de crecimiento económico estaría otra vez por encima del 2% anual en el 2018.

Esto ocurrió casi en forma simultánea a las reformas económicas aprobadas por el Congreso, y en especial con el sistema previsional, que le dan más firmeza al tema fiscal, al permitirle al Gobierno acotar la variación del gasto primario en el año.

Otro dato no menor, tiene que ver con la evolución del crédito. En el 2017 el stock de préstamos privados aumentó 2% del PBI.

El boom crediticio facilitó la recuperación de la economía, pero ese ritmo difícilmente se podría repetir este año con las tasas fijadas por el Banco Central, entre 10 y 11 puntos reales por encima de la inflación.

Igual habría ocurrido con los créditos hipotecarios, uno de las palancas oficiales para lograr un mayor nivel de actividad en la construcción.

Aunque las preocupaciones por el crecimiento no se acotan a los dos puntos señalados arriba.

La performance del último año muestra una floja evolución de las exportaciones y una recuperación de la inversión a un ritmo muy moderado.

Muy lejos de las expectativas oficiales y los anuncios presidenciales de una avalancha de inversiones externas en el país.

Desde 2015, la tasa de inversión subió 0.4%, pasando del 19,4% al 19,8% del PBI.

En tanto que el déficit de la cuenta corriente del Balance de Pagos subió de 2,3% al 4,5%.

Es decir, sólo la quinta parte del mayor financiamiento se dirigió a la formación de capital.

El origen de todo está en el elevado desequilibrio fiscal, que consume el ahorro local y los fondos obtenidos en el exterior.

Es un dato básico de la ciencia económica y de toda gestión económica lógica.

Es también una conclusión de sentido común que con esas condiciones fiscales, el Banco Central no podría lograr milagros con las metas de inflación.

En la medida que la administración de Mauricio Macri no avance sobre la reducción del rojo fiscal, las opciones de política económica seguirán acotadas y las opciones serán todas con costos sobre las exportaciones, el crédito y el crecimiento.

“El boom crediticio facilitó la recuperación de la economía, pero ese ritmo difícilmente se podría repetir este año”

 

 

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