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La Ciudad |Historias platenses | El 98% lo contrae por sexo sin protección

El VIH vuelve a crecer entre los varones jóvenes

La falta de campañas y el conocimiento de que el virus ya no es mortal desalientan el uso del preservativo. Mientras, aumentan las enfermedades de transmisión sexual

El VIH vuelve a crecer entre los varones jóvenes

Agustín, cordinador de RAJAP, y su pareja sero discordante

20 de Enero de 2018 | 03:36
Edición impresa

MARISOL AMBROSETTI
historiasplatenses@gmail.com

Agustín se enteró de su diagnóstico de VIH hace 2 años un miércoles a la mañana en el centro de testeo montado en la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP. Tenía 22 años. Confiesa que cuando le confirmaron su diagnóstico pasó el día dando vueltas, impactado por la noticia. Pero logró tomar coraje antes de volver a su casa de Villa Elvira donde lo esperaban su padre, abogado como él, su madre docente y su hermano menor. En plena cena familiar se animó a hacer una doble revelación: “Quiero contarles algo: por un lado, soy gay y por otro…me hice un análisis de VIH y me dio positivo. Mamá lo tomó con bastante fortaleza, pero papá lloró”.

Como si se tratara de una historia cíclica, la tendencia de esta epidemia que nació bajo el estigmatizante mote de “peste rosa” por haberse hecho visible primero entre los gay, vuelve a crecer en esa población. Sin embargo, 36 años de conocimiento del virus no pasaron en vano y hoy el análisis de expertos, organizaciones civiles y de los propios afectados “ablandan” o relativizan los datos duros y ofrecen hipótesis más ricas sobre lo que está ocurriendo.

Uno de cada cuatro nuevos diagnósticos de VIH corresponde a hombres de 20 a 35 años que tienen sexo con hombres. Así lo confirma el último boletín epidemiológico del ministerio de Salud de la Nación. En ese documento, también se registra un aumento sostenido de infecciones en chicos de 15 a 20 años. Y del total de varones afectados, un 56 por ciento contrajo el virus por relaciones sexuales sin preservativo con otro varón en el periodo 2014-2016, esto significa 13 puntos porcentuales más que en el trienio 2008 y 2010.

Desde la década de 1990, el desarrollo y la creciente eficacia de los tratamientos antirretrovirales permitieron que el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) deje de ser sinónimo de muerte y se convierta en una infección crónica. No obstante, todos coinciden en que esta situación tiene en los últimos años un costo impensado para la salud pública: la tendencia a dejar el preservativo fuera de la cama. Pero no solo entre los varones gay, sino en toda la población. Por eso están en pleno aumento otras infecciones de transmisión sexual, como la sífilis, enfermedad de la que se reportaron más de mil casos en la provincia en los últimos cinco meses.

Tres chicos con VIH de la Red Argentina de Jóvenes y Adolescentes Positivos (RAJAP) -que reúne a más de 900 personas con el virus-, lo confirman por experiencia propia. Dos de ellos son de La Plata, donde la sede de RAJAP se formó hace apenas unos meses y ya suma 17 jóvenes, entre ellos a Agustín (24) y José (30). Junto con Emir Franco (26), coordinador de la red a nivel provincial, coinciden en que “no cuidarse” era común en sus relaciones sexuales antes de saber que tenían VIH.

Agustín, abogado e investigador de la UNLP, está a cargo del grupo platense. Para él, “el aumento de casos entre los varones gay se ve en los números porque nos testeamos más que los heterosexuales”. Aseguran que es frecuente que sus amigos hetero “no usen forro porque las chicas toman anticonceptivos o la pastilla del día después. Fijate que la idea del VIH o de otras infecciones ni se les cruza, su única preocupación es el embarazo”.

Los tres observan que el VIH permanece aún hoy tan asociado al mundo gay que Grindr, una red social de citas para varones, pide a sus usuarios consignar el “estado serológico”, es decir, si tienen o no el virus.

El director nacional de sida, hepatitis virales y ETS del ministerio de Salud de la Nación, Sergio Maulen, confirma que el preservativo está en desuso y que con el avance de los tratamientos antirretrovirales, el abandono del profiláctico es una preocupación mundial.

Coincide en que “el origen de la epidemia derivó en que la población gay y bisexual se testee más”. Pero también advierte que las mujeres en edad fértil se hacen análisis con frecuencia porque se los piden en los controles ginecológicos y durante el embarazo. Sin embargo, “entre ellas las tasas se mantienen más estables”.

El funcionario corrobora que “nuevamente los varones, especialmente los más jóvenes, gays y bisexuales siguen liderando los nuevos casos”. La práctica del sexo anal es otro factor que los expone especialmente. Es que no todas las prácticas entrañan el mismo riesgo. De hecho, las relaciones lésbicas o el sexo oral tienen muy escaso margen de transmisión.

Entre las metas para la región propuestas por la Organización Panamericana de la Salud y ONUSIDA figura la de reducir en un 75 por ciento las nuevas infecciones en jóvenes de 15 a 24 años entre 2010 y 2020. Sin embargo, en los últimos siete años, solo se logró una baja del 5 por ciento.

UNA DÉCADA SIN CAMPAÑAS

“¿Te acordás del ‘triki triki bang bang’? Esa fue la última vez que se hizo una campaña de prevención del VIH en el país ¿Y sabés cuánto hace? Once años, ¡Once!”, repite alarmado Agustín, coordinador de RAJAP en la región, donde los casos acumulados en la última década superan los 2 mil. Advierte que, encima, la ley nacional de educación sexual, “que es tan vanguardista y garantiza el derecho a la información desde temprana edad” es letra muerta en la mayoría de las aulas.

Aquella campaña que se vio por televisión en 2007 le ponía cumbia y perreo al mensaje. “Sin triki triki, no hay bang bang”, era el curioso y elíptico modo de decir que sin forro no habría sexo.

Desde entonces, nada más se ha visto a nivel masivo en materia de prevención. Maulen anticipó que “Presidencia se encuentra en plena etapa de elaboración de una campaña acorde a la realidad actual de la epidemia”. Adelantó que desde la cartera sanitaria nacional se prevé una inversión de 170 millones de pesos para la compra de 80 millones de preservativos durante este año, que se distribuirán en 4 mil puestos fijos y eventos públicos.

Por un lado, la campaña hará eje en la utilidad que aún hoy tiene el profiláctico, dado que el 98 por ciento de las nuevas infecciones se producen por vía sexual. Pero a la vez, se pondrá el acento en el testeo que es, para Maulen, el desafío del momento.

EL ESTIGMA VIGENTE

Después de contarle a su familia que tenía VIH, Agustín se sintió aliviado, porque “saber y contar te saca la incertidumbre y te permite empezar a cuidarte y a cuidar”. También aprendió que “la actitud” al contarlo marca la diferencia: “Si lo compartís como algo trágico se vuelve muy angustiante, pero si explicás que te van medicar y que todo va a andar bien, se tolera mejor”. A sus 24 años es un entusiasta activista de la RAJAP y quiere que esta nota sirva para que otros jóvenes platenses con VIH se sumen a la red. Está seguro de que con buena información, intercambio de experiencias y contención emocional se le hace frente al miedo, entonces pide: “Poné que nos escriban a jovenespositivos@gmail.com, nosotros los contactamos enseguida”.

José (30) es actor y trabaja en un comercio platense. Se enteró por un test rápido que tenía VIH hace un par de años. A diferencia de Agustín todavía no está preparado para decírselo a su familia. Sabe que el estigma persiste. Lo confirmó ni bien tuvo el diagnóstico, cuando le contó a su jefe que tenía el virus. “Le pedí unos días para ir al médico y me dijo que me tome una semana para acomodarme. Antes de volver me llegó el telegrama de despido”.

A Emir Franco le pasó algo similar. Hace poco envió un currículum a una empresa de Pilar donde quería trabajar. Cuando fue a hacerse los estudios pre-ocupacionales le pidieron que firme un consentimiento para hacerle el análisis de VIH. Él se negó. Por eso se indigna cuando recuerda que el proyecto de la nueva ley de sida perdió estado parlamentario en diciembre, después de años de trabajo para actualizarla. Entre otros puntos, contemplaba la prohibición del testeo como condición para conseguir trabajo: “Nosotros somos personas, no somos una bacteria que anda contagiando, podemos trabajar sin poner a nadie en riesgo”. Insiste en que conseguir trabajo es, además, condición esencial para acceder a una buena alimentación, al transporte y para adherir al tratamiento.

Hace unos meses, Agustín se encontró con un ex que no quería tomar la medicación. No le habían dado una buena combinación de fármacos y estaba entregado. “Le expliqué que era fundamental que lo haga, por él y por los otros. La persona que los toma todos los días no llega a enfermarse de sida y baja las posibilidades de transmitir el virus. Le dije que se ponga las pilas, que lo tenía que hacer, porque adherir al tratamiento es adherir a la vida”.

SABER ES MEJOR

Después de darle vueltas a la idea de hacerse el test, José optó por saber. Al principio “me pegó mal, estaba dolido, me parecía que nunca más iba a estar con nadie y me lloré la vida”. Ahora que está en tratamiento y es parte de la Red de Jóvenes Positivos piensa distinto. “Saber fue duro, pero en mi vida hubo un antes y un después de ese momento. Hoy no me hago problema por boludeces, incluso podría decir que después del diagnóstico nació la mejor versión de mí”.

Nuestro país tiene un compromiso con el cumplimiento de las metas 90-90-90 de ONUSIDA ¿En qué consisten? En que para 2020, el 90 por ciento de las personas con VIH conozcan su diagnóstico; que el 90 por ciento de quienes lo conocen reciban tratamiento y que el 90 por ciento de quienes se tratan tengan una carga de virus indetectable en sangre, lo que significa no transmitir el virus.

En Argentina hay 122 mil personas con VIH y se diagnostican unos 6.500 casos cada año, pero un 30 por ciento no lo sabe. “Esto pasa porque el sistema de salud se queda a la espera del que ya tiene una patología avanzada, no sale a los barrios, no hace prevención y, en general, la gente con VIH no siente nada durante años”, advierte Horacio Salomón, referente para América Latina de la Sociedad Internacional de sida y director del Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y sida (INBIRS).

Dice que es inadmisible que la gente se entere tarde y que llegar enfermo es mucho más costoso para el sistema sanitario. A esto se suma que en Argentina el tratamiento gratuito está garantizado por el Estado y la seguridad social y que, a diferencia de los cócteles de los `90, que protegían del sida pero plagaban el cuerpo de efectos adversos, hoy existen esquemas de no más de tres comprimidos que garantizan una buena calidad de vida.

Está convencido de que el testeo debería pedirse como parte de los análisis de rutina, así como se pide la glucemia o el colesterol. El experto es contundente en su conclusión: “Hoy conocer el diagnóstico a tiempo es vital, porque tenemos todas las herramientas necesarias para poner a la epidemia bajo control”.

 

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