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Opinión |FRENTE A LA CRISIS EN EL FPV

Apareció el ala política del Gobierno

Por MARIANO SPEZZAPRIA

Apareció el ala política del Gobierno

Macri con Massa y Urtubey, que buscan la renovación en el PJ. Acompaña el radical Morales

7 de Febrero de 2016 | 03:11

Twitter: @mnspezzapria

“Al primero de marzo vamos a llegar con bastantes más diputados”. El pronóstico pertenece a uno de los legisladores que se apartaron del bloque del Frente para la Victoria, integrante de un grupo de 15 díscolos de la conducción kirchnerista, que se entusiasma con profundizar la sangría y acotar así la influencia de la bancada opositora más importante en el Congreso.

El diputado, oriundo del interior del país, aporta otro elemento: “En el Senado la cosa es absolutamente inversa, porque nosotros somos amplia mayoría y el kirchnerismo tendrá que ver qué hace”. Traducción: la bancada del FpV que comanda Miguel Angel Pichetto actuará en sintonía con los gobernadores del PJ y relegará a los pocos camporistas que la integran.

La rebelión justicialista fue la primera gran noticia que el ala política del Gobierno le pudo llevar al presidente Macri desde que llegó a la Casa Rosada. De hecho, hasta el momento había sido el sólido equipo económico que armó Cambiemos el que le dio volumen de gestión al macrismo, con la exitosa apertura del cepo cambiario y la negociación con los “holdouts”.

El ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, se había anotado otro poroto al cerrar un acuerdo con los bonistas italianos, justo cuando se retomaban las conversaciones con los fondos “buitre” en los Estados Unidos. Pero los éxitos económicos son relativos si no se forja en paralelo una estructura política que les otorgue sustento y les brinde certezas a futuro.

Algo así como un equipo de fútbol que se defiende bien y logra que no le conviertan goles, pero que a su vez no tiene poderío ofensivo. La política es imprescindible para provocar movimientos que dañen al adversario y para eso no hay nadie mejor que los peronistas. Al menos en la Argentina. La inteligencia del Gobierno consistió en alentar esa ofensiva.

Las pacientes conversaciones que mantuvieron el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y el presidente de los diputados, Emilio Monzó, con gobernadores y legisladores justicialistas finalmente dieron sus frutos. Tanto es así, que los números preliminares indican que, con aliados, el oficialismo reuniría 140 votos en la Cámara baja, superando el quórum de 129.

Se trata de un paso importante para la gobernabilidad, teniendo en cuenta que Cambiemos no tiene mayorías en el Congreso y que, además, la bancada del FpV asomaba como un nucleamiento opositor cerrado, sin voluntad de diálogo ni de acordar con el Gobierno. Pero ahora, deberá procurar la anuencia de los peronistas que quieren superar al kirchnerismo.

Entre ellos, algunos gobernadores como el salteño Juan Manuel Urtubey y senadores como Adolfo Rodríguez Saá, quienes integran la estructura orgánica del PJ. También de extrapartidarios con votos propios como Sergio Massa y José Manuel de la Sota. Y de sindicalistas, como Hugo Moyano, que aún tiene la sangre en el ojo con los camporistas, y que ahora enfrenta las paritarias después de los aumentos de las tarifas eléctricas y el anuncio de que se incrementarán las de gas. Tal vez ambas cosas sean aplicadas en un mal momento.

Macri lo sabe y lo tiene bien presente. Por eso se fotografió ayer con Massa y Urtubey en Jujuy, hasta donde llegó para anunciar obras dentro del marco del Plan Belgrano, que busca apuntalar al Norte del país. Y durante la semana recibió a los peronistas federales de Rodríguez Saá en la Casa Rosada. Hasta se animó a convocar a sesiones extraordinarias del Congreso.

Esta última atribución, el Gobierno la había evitado por considerar que no tenía garantizadas votaciones positivas en el parlamento, lo que lo llevó a abusar de los decretos de necesidad y urgencia. Pero ahora, intentará que se aprueben los pliegos de los postulantes para la Corte Suprema de Justicia, los embajadores designados y los ascensos en las Fuerzas Armadas.

Para el período de sesiones ordinarias, en marzo, el Gobierno dejaría el debate sobre la derogación de la Ley Cerrojo, que le permitirá avanzar en un acuerdo con los bonistas que no ingresaron a los canjes de la deuda externa de 2005 y 2010, con quienes el gobierno anterior mantuvo un litigio no saldado, que bloquea el regreso del país al mercado de capitales.

La propuesta a los “holdouts” ya está hecha y reconoce una deuda con ellos de 6.500 millones de dólares, sobre los 9.000 millones que reclaman ante el juez neoyorquino Thomas Griesa. Aún con la quita del 25%, el Gobierno tiene un punto a favor ante la Justicia norteamericana: retomó las negociaciones que había clausurado la dupla de Cristina Kirchner y Axel Kicillof.

Hasta el Presidente se involucró en la controversia, al dialogar por teléfono con el mediador Pollack. En conversaciones reservadas, Macri castiga la “incompetencia” de Cristina y Kicillof, con el argumento de que rige para esa deuda una tasa de interés del 20% en dólares mientras la sentencia de Griesa no se pague, lo que explica que los “buitres” sean reacios a acordar.

EL FRENTE INTERNO

Si el frente externo es clave para el futuro económico de la Argentina, no menor importante será la ronda de paritarias salariales que ya comenzó en ámbitos estatales –como el de los docentes- y que se escalonará durante varios meses en el sector privado. En este punto, la preocupación de todos los sectores es que no se termine descontrolando la inflación.

El Gobierno, al que suele considerarse afín a los empresarios por la historia personal del Presidente y de muchos de sus colaboradores, ya advirtió que no vacilará en sancionarlos en caso de que se registren abusos en materia de precios, como viene ocurriendo en distintos rubros, entre ellos el de la carne. El endurecimiento fue anticipado por el propio Macri a Moyano en Olivos, y es una deuda que el Gobierno reconoce a pesar de que hasta ahora no ha podido enfrentar el problema con la eficacia que exigen los argentinos.

El jefe de la CGT Azopardo estuvo en la quinta presidencial para pulir algunas asperezas que se habían generado desde el aumento de la tarifa de la luz, el despido de empleados públicos y sobre todo, por declaraciones del ministro de Trabajo, Jorge Triaca, en las que ponía un techo del 20% a las paritarias. “Vamos a tener que empezar a hablar en otro idioma”, avisó Moyano.

Pese a esa advertencia o precisamente por ella, Macri anticipó a Moyano que el Gobierno instrumentará algunas medidas para aliviar la presión fiscal sobre los trabajadores, como un aumento del piso a partir del cual se cobra el impuesto a las Ganancias –en sintonía con un reclamo de Massa y Carrió- y una rebaja del IVA para los productos de la canasta básica.

Se trata de un paquete que busca evitar que los gremios vayan más allá de un pedido del 30% de aumento salarial para este año. Por lo bajo, sin que se entere el gran público, el Gobierno y los sindicatos también negociarán la cancelación de una deuda que el kirchnerismo dejó acumular con las obras sociales de los gremios, que engloba unos 30.000 millones de pesos.

Tan importante es para los sindicatos hacerse con ese dinero fresco, que algunos de sus figurones hicieron inesperados gestos en sintonía con los intereses del Gobierno. Por caso, el taxista Omar Viviani –integrante de la CGT Balcarce, enfrentado a Moyano- prestó las instalaciones del gremio para la reunión de los diputados del PJ que se fueron del FpV.

Mientras que el nuevo jefe del bloque, Oscar Romero, es un dirigente de SMATA, el gremio que conduce Ricardo Pignanelli. Menos claro queda, por el momento, si el ex titular de ANSES Diego Bossio consultó a Daniel Scioli. Aunque, al parecer, otros dirigentes que se identificaban mucho con el kirchnerismo colaboraron -desde las sombras- para la salida de sus compañeros.

Pero el Gobierno deberá adoptar medidas para aliviar a grandes sectores carenciados que los gremios no representan, y a los que se suman despidos, tal como ocurre en la construcción por la paralización de la obra pública. Sin embargo, en los grandes estudios jurídicos porteños dicen que no recuerdan haber recibido tantas consultas de interesados en invertir en la Argentina.

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