Dos presidentes, un solo país

Twitter: @mnspezzapria

El ejercicio del poder, a esas alturas, no es gratuito. Ya lo sabe Cristina Kirchner y lo está empezando a comprender Mauricio Macri, los dos presidentes que, por los próximos diez días, tendrá la Argentina. La transición entre ambos arrancó mal y luego se empezó a encauzar, pero no ofrece garantías de orden y transparencia entre la gestión que se va y la que llega.

A la mandataria le costó asimilar el impacto del veredicto de las urnas. La mejor demostración de ello fue la reunión a solas que mantuvo con su sucesor electo en Olivos, donde no permitió imágenes para comunicar el encuentro a la sociedad. Y en el trato personal, osciló entre un distante “ingeniero” y un más cercano “Mauricio” al momento de abordar a Macri.

Esa dualidad llamó la atención del Presidente electo, que había llegado a la quinta presidencial con una lista de temas a tratar y la tuvo que guardar en un bolsillo porque Cristina Kirchner ni siquiera amagó con discutir las cuestiones medulares. Más bien, mostró su interés por los detalles de la ceremonia de traspaso, que se realizará el 10 de diciembre en el Congreso.

El escenario de la despedida es lo que más le importa a la Presidenta saliente. De hecho, la agrupación La Cámpora convocó a una movilización hacia el parlamento para el mismo día de la asunción de Macri, en una actitud que representa un desafío para los responsables de la seguridad. Y no hay, por el momento, ninguna señal de que su jefa política los hará desistir.

El todavía alcalde porteño es, en esos asuntos de orden palaciego, la contracara de su antecesora. Por eso no deben esperarse actos que giren en torno a su figura, ni tampoco grandes discursos.

Con esa lógica política, Macri buscará fortalecer la gobernabilidad pese a que no contará con mayorías legislativas. El suyo será un gobierno de temas, como lo explicó su “mano ejecutora” Marcos Peña. Es decir, recurrirá al Congreso con proyectos de gestión como la rebaja del impuesto a las Ganancias o la creación de instrumentos para el combate contra los narcos.

Pero difícilmente promueva discusiones endogámicas que hacen al reparto del poder, como la “democratización” de la Justicia que emprendió Cristina Kirchner en su segundo mandato. Eso le evitará un desgaste prematuro a las espadas legislativas del macrismo, que serán Emilio Monzó (Diputados) y Gabriela Michetti (Senado), con el auxilio del ministro Rogelio Frigerio.

El designado titular de la cartera de Interior asoma como un hombre clave para la relación del Gobierno nacional con las provincias. Y por ende con diputados y senadores que quedarán en el campo de la oposición. Frigerio tiene ante sí el desafío de no actuar en base al sistema del látigo y la chequera que impuso el kirchnerismo en los últimos años, con lógica implacable.

Aunque ya se registró un episodio al menos llamativo en la semana: tres diputados del FpV de La Rioja se retiraron del recinto justo cuando a esa fuerza le costaba formar el quórum para aprobar un centenar de leyes, en una sesión muy polémica. Y luego trascendió que el gobernador electo de esa provincia norteña, Sergio Casas, estuvo reunido con Macri.

OTRAS RELACIONES

El mismo criterio puede aplicarse con los legisladores del Peronismo Federal, como el salteño Juan Carlos Romero o los puntanos que dependen de Adolfo Rodríguez Saá, quien suele operar en base a beneficios que pueda obtener para su “República de San Luis”. Más oscilante será, con seguridad, la relación del Presidente electo con el frente UNA de Massa y De la Sota.

El tigrense y el cordobés prometieron un espíritu de colaboración con el nuevo presidente, pero también anotaron que al peronismo no le fue tan mal –pese a la derrota- en el ballotage. Y tampoco les cayó bien que Macri convocara a hombres de sus filas sin consultarlos, como sucedió con Jorge Lawson, actual ministro delasotista que al final se quedó en las gateras.

“Te vamos a acompañar, pero eso no significa que nos podés sacar la gente”, le dijo Massa a Macri en una conversación telefónica. Pero la designación de Lawson en Trabajo no sólo fue objetada por UNA, sino también por Hugo Moyano, el jefe de la CGT Balcarce, que hizo notar los vínculos del cordobés con el grupo Arcor. El pataleo del camionero fue mucho para Macri.

Y entonces terminó optando por Jorge Triaca, un dirigente propio y con apellido conocido por el sindicalismo histórico. Pero más allá de este entredicho con Moyano, que lo apoyó en la carrera presidencial, Macri armó un Gabinete a su imagen y semejanza, aunque sin descuidar el criterio político que incorporó al gobernar la Capital.

Por eso absorbió rápidamente el golpe que le provocó la declinación de Ernesto Sanz y convocó a cuatro radicales con votos en sus provincias, como lo son el riojano Martínez, el cordobés Aguad, el tucumano Cano y el formoseño Buryaille. Dicho sea de paso, el viernes la UCR elegirá a su próximo presidente y no son pocos los que miran al mendocino Julio Cobos.

LA UCR EN LA NUEVA ETAPA

El ex vicepresidente Cobos no fue de los que, como Sanz, apostaron a la alianza con Macri desde el comienzo, pero tras la convención de Guayeguaychú acató orgánicamente esa decisión. La importancia del radicalismo para el gobierno de Cambiemos será vital, a tal punto que uno de los suyos -el pampeano Juan Carlos Marino- ocupará la vicepresidencia primera del Senado.

Es decir, el segundo lugar en la línea de sucesión presidencial detrás de Michetti. El otro partido histórico del país, el PJ, empezó a dar ya señales de autocrítica mucho antes que lo esperado. Tanto, que Cristina Kirchner está teniendo problemas para imponer nombres de su gusto en la Auditoría General de la Nación (AGN) y la jefatura de la bancada en Diputados.

La Presidenta saliente quería que Aníbal Fernández presidiera la AGN y que Juliana Di Tullio permaneciera al frente del bloque, pero los gobernadores -con un revalorizado Daniel Scioli como vocero de ese grupo- entregarían esos cargos al jujeño Fellner y el sanjuanino Gioja, dos históricos del PJ. Entonces, Cristina Kirchner se vio obligada a negociar, algo que nunca hizo. Daniel Scioli siente, a medida que pasan los días, que el resultado electoral es revalorizado en el peronismo, donde se menciona el “fuego amigo” que sufrió el actual Gobernador.

En este marco, Cristina propuso como alternativas a Echegaray para la AGN y a Héctor Recalde, el abogado laboralista, para liderar a los diputados. Pero la mayoría de ellos -que no tienen problemas con el padre del titular de Aerolíneas- se niega a ser conducido, en los hechos, por Wado de Pedro. En esa bancada también participará Máximo Kirchner, en representación de Santa Cruz.

Pero la renovación de la política, en esta nueva etapa, pasa por el macrismo y no por el FpV. Macri ya es el presente, Cristina Kirchner empieza a entrar en el pasado y en todo caso el PJ y el peronismo en su concepción más amplia, deberán ir en busca de su propio futuro. Lo mismo que la UCR, que se fortalecerá con nuevas gobernaciones e intendencias en todo el país.