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Opinión |EL PAIS - PANORAMA POLITICO DE LA SEMANA

Cuenta regresiva para el ballotage: el último round electoral

Por MARIANO SPEZZAPRIA

Cuenta regresiva para el ballotage: el último round electoral

Cuenta regresiva para el ballotage: el último round electoral

15 de Noviembre de 2015 | 02:36

Twitter: @mnspezzapria

La pelea que está dando Daniel Scioli es desigual. No sólo tiene que enfrentar al fortalecido Mauricio Macri, que trae el envión de la victoria de Cambiemos en la Provincia, sino que además debe afrontar el desafío más importante de su trayectoria bajo “fuego amigo”, disparado por kirchneristas nerviosos por el momento político que atraviesa el país.

Así, mientras el candidato presidencial del Frente para la Victoria intenta darle un tono definitivo a su campaña, más agresivo que el estilo amable con el que forjó su imagen ante los argentinos, surgen voces disonantes del mundo K y sus satélites –intelectuales, sociales, faranduleros- que están lejos de interpretar en esta etapa el sentimiento de las mayorías.

Ese coro paraoficial, que suena desafinado y sin un director de orquesta que lleve la batuta, le termina haciendo el juego a Macri y le permite mantener un tranquilo silencio conceptual mientras el kirchnerismo se daña a sí mismo. Justo cuando Scioli había logrado llevar la batalla electoral hacia el plano económico, donde el frente Cambiemos no emana certidumbre.

En ese punto, corre entre intendentes y gobernadores del PJ una crítica soterrada para el candidato del FpV, a quien atribuyen la responsabilidad de no haber iniciado antes una campaña más frontal contra Macri y la “Alianza” Cambiemos, de modo tal que hubiera servido para tapar los comentarios mordaces y desafortunados de los “talibanes” del kirchnerismo.

“Estos muchachos están trabajando para el 54% de Mauricio”, se ufanan por lo bajo en la mesa chica del PRO. El porcentaje no está elegido al azar: fue el que obtuvo Cristina Kirchner en 2011, en el momento cúlmine de su predicamento sobre las mayorías populares. Pero a partir de allí, el elenco gubernamental se fue desconectando de las preocupaciones ciudadanas.

Por ende, perdió las elecciones legislativas de 2013 en territorio bonaerense y acaba de dejar en manos de la oposición nada menos que la Gobernación provincial. Hace dos años, el malestar se corporizó en la figura de Sergio Massa, mientras que ahora emergió María Eugenia Vidal. En sus distintas variantes, la oposición supo aprovechar el desconcierto oficialista.

sin anticuerpos

Ese extravío provino de su conducción, desde cuando se instauró el cepo cambiario, se negó la inflación y se ocultaron las cifras de la pobreza. Y el peronismo no tuvo los anticuerpos necesarios para enderezar el rumbo. El propio Scioli, que no forma parte del núcleo duro de la Presidenta, postergó todo elemento de diferenciación hasta que consiguió la candidatura.

Y mantuvo, con algún matiz, la misma línea durante la campaña hacia las PASO y luego las elecciones generales del 25 de octubre. En su entorno, el análisis del cuadro político-electoral quedó estancado en fotografías del pasado: esto es, que alcanzaba con ser primera minoría para llegar a la Presidencia porque la oposición era poco menos que una “bolsa de gatos”.

Por cierto que eso fue así en 2007 y 2011, cuando Cristina y Scioli obtuvieron y reconfirmaron sus respectivos cargos, pero la elección ejecutiva de hace cuatro años fue un techo que hizo rebotar al oficialismo hacia abajo, especialmente en materia de gestión gubernamental. De allí que la alternativa sea ahora Macri, que le mostró al país su gobierno en la Capital Federal.

A partir de ese razonamiento se abren reparos atendibles: por caso, que el PRO gestionó en los últimos ocho años un distrito con recursos más elevados que el promedio nacional. Es cierto, pero también lo es que la percepción de los porteños es que Macri gobernó mejor que antecesores como Aníbal Ibarra o Fernando de la Rúa, el último alcalde que fue Presidente.

El segundo reparo está enganchado con el primero: ¿Cómo se le va a dar el comando del país a una fuerza que, como el PRO, es evidentemente porteña? Entonces, se recuerda que eso ya sucedió con la Alianza UCR-Frepaso, expresada en aquella fórmula De la Rúa-Chacho Alvarez. Así, sólo con apelar a la memoria emotiva del colapso de 2001 bastaría para impedirlo.

comparaciones

Pero esa invocación no le ha dado resultado al oficialismo, porque prima el enojo que buena parte de la sociedad tiene con el kirchnerismo. Sin embargo, hay algunos elementos de ambas épocas que son equiparables. El más importante de ellos radica en la situación de la economía, que presentaba un dilema para el sucesor de Carlos Menem y ahora para el de Cristina.

Ya se sabe que De la Rúa resolvió su encrucijada de la peor manera, es decir haciendo nada. Esto es, sin animarse a salir del régimen de Convertibilidad que en los años ´90 había estabilizado al país pero que, en forma inexorable, lo llevó a las puertas del nuevo siglo con el drama la hiper-desocupación. Una lenta agonía que devastó a los sectores productivos.

El resultado de la inacción de De la Rúa es por demás conocido: la bomba le explotó en las manos, sin que la pudiera desactivar el propio creador del artefacto, Domingo Cavallo. Catorce años después, la salida del ciclo kirchnerista enfrenta a Macri con el fantasma de De la Rúa, porque la economía está estancada y hace varios años que dejó de crear empleo privado.

Pero los economistas de Cambiemos ya anticiparon que la estrategia será opuesta a la de la Alianza, es decir que piensan intervenir para torcer el rumbo actual. Y otra vez, el quid de la cuestión es el valor del dólar. Macri dijo que levantará el cepo cambiario desde el primer día de su gestión, lo que en términos concretos implicaría una devaluación del peso argentino.

Eso le da pie al oficialismo a calificar al alcalde porteño como un devaluador, pese a que fue el propio Gobierno en 2012 –en aquel entonces bajo la influencia de Guillermo Moreno- el que instauró el cepo. Por eso, la acusación contra Macri y sus economistas cae por su propio peso y sólo funciona como una advertencia, algo que nunca tiene el efecto de un hecho concreto.

De todos modos, los estrategas de la campaña de Cambiemos reaccionaron con la precaución de quien va adelante en las encuestas y silenciaron a la mayoría de sus economistas, aunque no a Rogelio Frigerio. El presidente del Banco Ciudad está entre los candidatos de Macri para el Ministerio de Economía, aunque ese cargo no sería el más relevante de su Gabinete.

En cambio, sí lo sería la Cancillería, desde donde Macri piensa que se pueden atraer inversiones extranjeras a la Argentina. Por eso, el perfil del sucesor de Héctor Timerman –alicaído desde el pacto con Irán- es necesariamente el de un economista conocido en el mundo financiero internacional. Y el nombre que más suena es el de Alfonso Prat Gay.

en el central

Aunque trascendió que hubo conversaciones reservadas con Martín Redrado, uno de los integrantes del equipo económico de Massa, a quien se señala como posible reemplazante de Alejandro Vanoli en el Banco Central, si es que éste renuncia como ya reclamó Macri. Es que la formación de los equipos de gobierno no será una tarea política menor para el macrismo.

De hecho, ya tiene que repartir a sus técnicos entre la Capital y la Provincia, para dotar a la futura gestión de Vidal. Y a eso se suma la posibilidad de ocupar el Gobierno nacional, que demanda miles de cargos, si es que Macri gana el ballotage el próximo domingo. Antes, el alcalde deberá esquivar los golpes que Scioli lanzará esta noche en el debate presidencial.

Como un boxeador que está arriba en las tarjetas y en el último round se mueve para que su adversario no lo ponga contra las cuerdas. Para Scioli, en cambio, sólo sirve el nocaut. Aunque antes de la contienda, ambos deberían dar un mensaje de repudio a los atentados terroristas registrados el viernes en Francia, porque hay hechos que superan a cualquier pelea electoral.

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