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Opinión |HISTORIAS - DETRÁS DE LAS NOTICIAS

El Patriarca ruso: entre historia y poder

Esta semana será protagonista de un encuentro con el Papa que escribirá una nueva página de la Historia Universal. Quién es el hombre que encabeza la Iglesia Ortodoxa. Su alianza con el Kremlin y su cercanía con Putin. Los éxitos diplomáticos y un reloj de 30 mil euros. Referencias históricas para entender una noticia de fuerte impacto internacional

7 de Febrero de 2016 | 03:08

El próximo viernes, la foto de su encentro con el Papa Francisco se convertirá en la tapa de todos los diarios del mundo. Habrán pasado casi mil años para que un pontífice de la Iglesia Católica y un patriarca ortodoxo ruso se reúnan después del Gran Cisma del cristianismo en el año 1054. Pero ¿quién es ese hombre de nutrida barba blanca que protagonizará con Francisco un encuentro histórico? Hace falta empezar por algunas referencias históricas.

La historia del Patriarcado de Moscú, está fuertemente ligada a la historia de Rusia.

En el siglo XVII los patriarcas de Moscú habían alcanzado una soberanía casi teocrática. Esto cambió con la llegada al trono del zar Pedro el Grande en 1689. Educado en Occidente, situó al Imperio Ruso entre las grandes potencias europeas. No toleró la gran autoridad que tenía la Iglesia. Durante 20 años dejó su sede vacante. En 1723 instituyó el Santísimo Sínodo, cuyos miembros eran nombrados por él. El Patriarca lo reconocía como la suprema autoridad eclesiástica de Rusia.

En 1917 el Santo Sínodo se derrumbó junto con el zarismo a raíz de la Revolución de Febrero. Entonces, se reconstituyó apresuradamente el antiguo Patriarcado de Moscú y se eligió al patriarca Tijon. Pero al triunfar la Revolución de Octubre, el bolchevismo tomó la iniciativa y Lenin se adueñó del poder destruyendo a cualquier rival político. El nuevo gobierno del Sovnarkom declaró la separación entre la Iglesia y el Estado y después, empezó la persecución sistemática y cruel del clero .

La figura del patriarca Kiril, con su autoridad espiritual, es crucial en la vida de la nueva Rusia, un país que deja atrás décadas de pasado ateo. Se lo considera un aperturista

En veinte años (1918-1941) la Iglesia ortodoxa rusa estuvo a punto de desaparecer. Pero en 1941, ante el avance alemán, Stalin frenó la persecución. Desde entonces el gobierno comunista cambió su estrategia. En 1943 permitió la elección de un nuevo patriarca, y al terminar la guerra reconoció a la Iglesia ortodoxa rusa como una corporación de derecho público. Pero se le prohibían las reuniones de fieles fuera de las iglesias, toda actividad cultural y social, erigir hospitales propios. Además se le prohibía toda propaganda religiosa en las escuelas, en los hospitales, en las cárceles, en los campos de concentración y en el ejército. Mientras tanto, la educación estatal era absolutamente hostil a la religión. Los fieles eran tenidos como ciudadanos intelectualmente atrasados y la religión era proclamada como un obstáculo para el progreso técnico-económico. A los miembros del Partido Comunista y de las asociaciones juveniles les estaba prohibida toda actividad religiosa.

Desde 2009, el patriarca ruso es Kirill (Cirilo I es su nombre religioso). Ha sido siempre un aliado fiel del Kremlin, tanto en la época soviética como durante los mandatos de Vladimir Putin.

Su última declaración pública fue en enero para defender la intervención militar rusa en Siria.

En 2014, durante la anexión de la península ucraniana de Crimea a Rusia y el inicio del conflicto armado en el este de Ucrania, su respuesta consistió en denunciar la política “anti-rusa” de la Iglesia greco-católica (uniata), presente principalmente en el oeste nacionalista de Ucrania.

Esta Iglesia, que sigue el rito bizantino pero reconoce la autoridad del Papa, ha sido siempre un gran punto de fricción entre Moscú y el Vaticano.

Kirill comparte con el Kremlin su desconfianza de Occidente y su deseo de defender los “valores cristianos tradicionales”, todo esto dentro de una corriente nacionalconservadora muy presente en Rusia, donde cerca del 70% de la población se declara ortodoxa.

La religión cumple un notable papel en la vida social y espiritual de la Rusia contemporánea. La mayoría de la población creyente profesa la fe cristiana ortodoxa

Gracias a las buenas relaciones que mantiene con el Kremlin, siguió la política de su predecesor Alexis II, buscando reforzar la posición de la Iglesia en la sociedad.

Kirill mostró su inclinación hacia la religión desde su infancia, en una familia donde su padre y su abuelo fueron sacerdotes.

En 1965, a los 19 años, Kirill -cuyo verdadero nombre es Vladimir Gundiayev- entró en el seminario de su ciudad natal, Leningrado (actual San Petersburgo), justo después de un período de persecuciones contra la Iglesia.

En 1969 vistió los hábitos sacerdotales y en los años 70 aceleró su carrera: primero fue secretario personal del metropolita Nikodim de Leningrado y a partir de 1971 ocupó su primer cargo diplomático como representante del Patriarcado de Moscú ante el Consejo Mundial de las Iglesias.

Su histórico encuentro con el papa Francisco consolidará su autoridad en el mundo ortodoxo, y especialmente entre los 150 millones de fieles que cuenta en todo el mundo.

Pero este éxito diplomático no logrará hacer olvidar que su reputación se ha visto empañada en el pasado por varios casos.

En 2012 mantuvo su apoyo inquebrantable al Kremlin, sacudido por manifestaciones masivas de la oposición en Moscú, y secundó la candidatura de Vladimir Putin para un nuevo mandato presidencial, lo que levantó críticas entre algunos medios ortodoxos.

El mismo año se negó a pedir clemencia para las Pussy Riot, tres jóvenes que irrumpieron en una catedral de Moscú para “denunciar la colusión de la Iglesia y el Estado ruso”. Dos de ellas fueron condenadas a dos años de campo de trabajo.

Medios rusos revelaron además que el patriarca es dueño de un lujoso departamento en Moscú y lleva un reloj de más de 30.000 euros.

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