El trío del PRO que buscará marcar el ritmo electoral

La jugada de salida fue contundente. El oficialismo no movió un simple peón, sino que optó por las piezas más importantes con las que cuenta dentro del tablero político. El ajedrez electoral de 2017 fue inaugurado por un acto conjunto del presidente Mauricio Macri, la gobernadora María Eugenia Vidal y el alcalde Horacio Rodríguez Larreta, un trío que buscará marcar el ritmo de un año cuyo norte será la compulsa en las urnas.

No son, por cierto, socios políticos: el que conduce es Macri, pero el Presidente necesita que Vidal y Larreta hagan una gestión al menos aceptable para que los comicios legislativos se conviertan en un plebiscito gubernamental. Esto es, que los nombres de los eventuales candidatos importen menos que el respaldo a un “equipo” que trata de superar los desaguisados del pasado reciente.

El jefe del PRO y sus dos principales espadas se mostraron juntos el pasado miércoles en el comienzo de una obra que se presenta faraónica: el Paseo del Bajo porteño que unirá a la capital con la autopista Buenos Aires - La Plata. Esa fue justamente la excusa que permitió la presencia de Vidal, pese a que se trata de un mega-proyecto asentado enteramente en territorio porteño.

En ese contexto, el Presidente lanzó una broma de esas que hacen ruido, al afirmar que la obra le permitirá “tener más cerca a María Eugenia”. Acto seguido, agregó: “Si no, se va a portar mal si la dejamos tan lejos allá en La Plata”. La frase quedó como una ocurrencia de Macri pronunciada en tono cómplice hacia Larreta, pero no dejó de llamar la atención.

Un día antes, el martes, el mandatario había recibido a Vidal en la Casa Rosada para almorzar a solas. Voceros nacionales y bonaerenses optaron por no comunicar el contenido de la charla, pero trascendió la preocupación de Macri porque las encuestas no le dan como quisiera en la Provincia, especialmente en el Conurbano. El tono presidencial no se habría asemejado al de un reproche.

junto al presidente

La Gobernadora transcurrió las dos jornadas siguientes junto al Presidente. Primero en el acto de marras y luego en una visita “made in” Vidal, a un distrito peronista del Gran Buenos Aires. ¿Macri y el sector del PRO que hace un culto del purismo desconfían de la sintonía que Vidal tiene con los intendentes cuyo origen común es el PJ? ¿O se trata de una estrategia funcional?

En este punto entra Larreta, cuya procedencia también es peronista, lo mismo que su segundo Santilli. Sin embargo, en esta instancia el jefe de gobierno no mueve un dedo por integrar a más dirigentes justicialistas al PRO de la capital. El motivo es obvio: el distrito es un bastión del no-peronismo. Los recurrentes fracasos del kirchnerismo dieron cuenta de ello en los últimos años.

Por ese motivo y también porque necesita detener el avance de Lousteau, Larreta no dudó en pedirle a Vidal que lo acompañara hasta la casa de Carrió en Exaltación de la Cruz, donde ambos buscaron convencerla de que este año compita electoralmente en la capital y no en la Provincia. “Lilita” es una dama “indomable”, pero empezó a comprender la lógica de la conducción del PRO.

Ese razonamiento podría resumirse así: el oficialismo ganará las elecciones con muestras de apertura hacia el peronismo en la Provincia y haciendo todo lo contrario en la capital. Esto es, apelando a un pragmatismo que se adecue a las particularidades de cada distrito. ¿Entonces quién mejor que Carrió para representar al comprobadamente mayoritario no-peronismo porteño?

¿y en la provincia?

De allí que para el trío Macri-Vidal-Larreta sería muy importante que la diputada acepte ser candidata porteña, como por otra parte lo viene siendo desde hace tantos años. Para la Provincia, los planes son otros. Quedaron reflejados, en parte, en la imagen del Presidente y la Gobernadora junto al intendente Katopodis, de San Martín, uno de los más influyentes del Grupo Esmeralda.

El jueves Macri se presentó en un polideportivo de ese populoso distrito con un saco y calzando mocasines sin medias, mientras que Vidal optó por un vestido negro. A los lugareños les llamó la atención el atuendo, pero las máximas figuras del PRO no fueron hasta allí para asimilarse con el intendente, sino para llevar su mensaje a sectores que históricamente votan al peronismo.

Con los distintos grupos del PJ fragmentados, el oficialismo cree que tiene más chances de sumar apoyos en esa base electoral. Consciente de esa situación, Katopodis no dejó pasar la oportunidad para reclamar que las obras de la ruta 8 lleguen a San Martín, puesto que se iniciaron en Tres de Febrero y van camino hacia San Miguel, un distrito de Cambiemos y otro de un aliado político.

El jefe político de San Miguel es Joaquín de la Torre, actual ministro de gobierno de Vidal en la Provincia. El hombre fue un armador del massismo y ahora se convirtió en una pieza clave de la Gobernadora, ya que tiene relación personal con intendentes peronistas, incluido Katopodis. Pero “el Gordo” debió desmentir en la semana que su función sea “cazar intendentes” de esa fuerza.

No obstante, De la Torre sería el encargado de sugerirle a Vidal el nombre del próximo ministro de la Producción, un cargo que está vacante -para preocupación de los industriales bonaerenses- desde que él mismo asumió nuevas funciones. Eso podría ocurrir en marzo, tal vez un momento propicio para generar un impacto político con el desembarco de otro peronista.

logica comun

Más allá de los planes a futuro, Vidal comparte con Larreta una lógica común. De hecho, la actual gobernadora integraba las filas de los “horacistas” dentro del gobierno porteño, frente a los seguidores de Gabriela Michetti. La Vicepresidenta fue la primera opción de Macri para competir en la Provincia, pero se rehusó e incluso lo desafió al enfrentar a Larreta en las PASO de 2015.

Un año y medio después, Michetti deambula limitada a la decorativa presidencia del Senado y denunciada judicialmente por una filtración cuyo origen no está claro. En cambio, Vidal gobierna la Provincia más importante del país y Larreta es el sucesor de Macri en la capital. Pero eso no quita que el Presidente tenga diferencias de criterio con ambos.

La más expuesta de esas diferencias derivó en el reto público de Macri a Larreta para que su gestión no sea pasiva frente a los piquetes en la capital. Una conducta similar adoptó Vidal en la Provincia, lo que le valió cuestionamientos internos de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Pero ahora la orden del Presidente es estricta. La saga de los manteros de Once así lo demuestra, aunque en la Provincia hasta ahora no hubo acciones encaminadas a desarticular las redes del comercio clandestino.

Ni bien tuvo el control de la Policía –tras la unificación de la Federal con la Metropolitana-, el macrismo avanzó contra el principal enclave de la venta irregular en la capital, que se radica en la Plaza Miserere. Allí también se mueven organizaciones que, en algunos casos, tienen finalidades colaterales, como el financiamiento de actividades políticas, algunas en territorio bonaerense.

Pero aún conociendo los informes de inteligencia que así lo revelan, el macrismo optó por no jugar esa carta y Larreta fijó una negociación con los manteros. El pago de un subsidio de $11.700 por dos meses a quienes se adhirieran al plan oficial de reconversión de la actividad generó críticas en el propio electorado del PRO, aunque en los hechos facilitó que se descomprimiera la tensión.

Larreta cumplió así, a su estilo, con el pedido de Macri para que se envíe un mensaje claro: la capital no será un escenario de desorden callejero, como lo fue en el final de 2016. El Presidente, el alcalde porteño y la Gobernadora ya empezaron a moverse en tándem electoral. Ellos tres –con sus coincidencias y disidencias- son en definitiva los emergentes de la fuerza que ocupa la Presidencia de la Nación, gobierna la capital federal y la provincia de Buenos Aires, pero en los tres casos en minoría Poder Legislativo.