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Opinión |ENFOQUES

Energía limpia contra el subdesarrollo sustentable

Energía limpia contra el subdesarrollo sustentable

Apenas el 33% de la energía generada en el país surge de represas hidroeléctricas

RAUL LOPARDO (*)

8 de Octubre de 2015 | 03:02

El uso de fuentes renovables de energía ha sido ya ampliamente reconocido como la alternativa más viable para solucionar los problemas asociados a la combustión térmica convencional, tales como la ineficiencia operacional, el agotamiento de reservas limitadas y el aumento de la contaminación ambiental.

A pesar de que la hidroelectricidad es el medio más eficiente de producir y almacenar energía limpia y renovable para generación de grandes potencias necesarias para la producción de electricidad, diversos motivos la han sistemáticamente alejado de su consideración como alternativa válida. Corresponde señalar que el 25% de la energía primaria se utiliza para generar electricidad y el 75% restante como combustible. Asimismo, de las energías renovables, que representan un 20% del consumo mundial de electricidad, el 90% son de origen hidráulico.

Antes se consideraba que los servicios adicionales a la hidroelectricidad, como irrigación, suministro de agua, y control de inundaciones, eran suficientes para justificar las importantes inversiones que se realizaban para la construcción de presas, y a menudo se citaban también otros beneficios, como el impacto de la prosperidad económica en una región debido a las nuevas cosechas múltiples, la electrificación rural, el efecto turístico de los embalses y la expansión de infraestructuras físicas y sociales como carreteras y escuelas. Los beneficios se consideraban evidentes, y cuando se los comparaba con los costos de construcción y operación, en términos económicos y financieros, parecían justificar que las presas eran la alternativa más competitiva.

¿impactos adversos?

Sin embargo, opositores a estas obras señalan hoy sus impactos adversos, como la carga de endeudamiento, los sobrecostos, el desplazamiento de personas, la destrucción de ecosistemas y la inequitativa distribución de costos y beneficios. Con las consecuencias de algunas obras mal diseñadas o gestionadas, la oposición a las presas comenzó a crecer, invocando sus impactos sobre la gente, las cuencas y los ecosistemas.

A pesar de ese contexto de críticas, los países centrales, incluyendo los de más alta calidad de vida y atención del ambiente, han aprovechado sus recursos hídricos para la generación de energía eléctrica hasta prácticamente el máximo disponible. En Europa ya casi no se encuentran sitios razonables para la construcción de presas, pero están estudiando la forma de elevar su rendimiento aumentando sus alturas, optimizando el manejo de los embalses y adaptando sus obras ante efectos de cambios climáticos.

Noruega, que también cuenta con enormes reservas de petróleo, consume combustibles fósiles apenas para el 2,6% de su matriz energética eléctrica, y las plantas hidroeléctricas generan el 91,1%. En Canadá, sus grandes cursos de agua permiten la generación del 57% de la energía. En Suecia, casi la mitad de la producción de energía se basa en centrales hidroeléctricas, y un 15% en otras fuentes renovables.

En nuestra región, Brasil (IEA 2006) presenta un 82,9% de energía eléctrica de fuente “hidro” y 3,2% de otras fuentes renovables, mientras Argentina, para la misma fecha, utilizaba 59% de energía térmica y 33% de hidroeléctrica.

Por otra parte, es necesario hacer el máximo esfuerzo para que los aspectos adversos de las presas y embalses sean en lo posible eliminados o disminuidos a grados aceptables y así evitar deformaciones significativas para el ambiente.

REPRESAS VS. SOJA

La demonización indiscriminada de la energía hidroeléctrica llega a sorprendentes generalizaciones, que debido a su incoherencia, hacen imposible un debate racional. Por ejemplo, se adjudica a los embalses un impacto negativo por la pérdida de bosques. La suma de hectáreas de bosques nativos que pueden haberse sumergido en todos los embalses del país es absolutamente irrelevante en comparación con la deforestación que produjo el avance de la soja en los últimos años. La cuantificación comparativa es uno de los más relevantes aspectos que poco aparecen en las discusiones sobre impactos ambientales.

Resulta obvio que no pueden construirse obras de gran porte sin que se afecte en alguna medida no sólo el medio natural sino también el medio social. En tal sentido, está claro que el desplazamiento de poblaciones debe ser tratado con un cuidado especial, con sentido de la organización y con sensibilidad política.

La planificación de las obras debe basarse en estudios sociales completos. Para estas poblaciones, su reinstalación debe significar de manera ineludible una mejora en su nivel de vida, puesto que los afectados directamente por el proyecto deben ser los primeros beneficiarios. En tal sentido, se deberá prestar especial atención a los grupos étnicos vulnerables.

INVERSIONES

La Argentina debe rápidamente dar cumplimiento al Programa Hidroeléctrico Nacional oportunamente trazado por el Estado, que requiere inversiones para la construcción de presas sobre el río Santa Cruz (Kirchner y Cepernik), sobre el río Neuquén (Chihuido I), sobre el río Grande de Mendoza (Portezuelo del Viento) y sobre el río Tunuyán (complejo Los Blancos), etc. Esto se complementa con los proyectos de presas de carácter internacional que deben encararse con el acuerdo de países limítrofes, como las proyectadas sobre el río Uruguay (Garabí y Panambí) en conjunto con Brasil.

Para crecer y aspirar al bienestar socioeconómico, hay que optimizar el uso de nuestros recursos con el mejor aprovechamiento de nuestras fuentes energéticas sin planteos fundamentalistas que nos lleven, sin desearlo, a una suerte de “subdesarrollo sustentable”.

Desde el Estado Nacional se ha comenzado a transitar el camino de la viabilidad de la materialización de esta política de crecimiento, pero la tarea recién comienza y presenta lógicas dificultades. Con un ataque irracional a la construcción de obras hidroeléctricas, lo que de por sí es dificultoso, se tornará imposible.

 

(*) Miembro Titular de la Academia de la Ingeniería de la Provincia de Buenos

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