Entre la expectativa y la cruda realidad

Twitter: @mnzpessapria

El Gobierno hizo lo que tenía que hacer, pero la situación sigue siendo preocupante. Esa sería la percepción mayoritaria sobre la gestión de Macri cuando se apresta a cumplir sus primeros cien días, el plazo de gracia que la sociedad concede a los presidentes para que se acomoden en el sillón más exigente del país. Un balance matizado entre la expectativa y la cruda realidad.

El rumbo político y económico que adoptó el Presidente no está en contradicción con lo que había anticipado en la campaña electoral. De hecho, Cambiemos advirtió a los votantes que era partidario de levantar el cepo cambiario -con la consecuente devaluación-, de poner en ordern las cuentas públicas y de quitar subsidios a distintos sectores, lo que derivó en el “tarifazo” eléctrico.

Todo ello, claro está, con la necesidad de recomponer las variables macroeconómicas, que fueron socavadas especialmente en el segundo mandato de Cristina Kirchner. Las quitas de retenciones al campo y a la minería completaron el cuadro general, en un país que necesita recuperar su nivel de actividad con urgencia, para no seguir “administrando la pobreza”.

En forma paralela, esas medidas diseminaron en algunos estamentos la idea de que el Gobierno podría favorecer a los sectores más pudientes, sin atender con el mismo espíritu resolutivo los reclamos de los trabajadores, como ocurre en el caso de Ganancias. El fenómeno inflacionario podría acentuar esa impresión, que reprocha una supuesta pasividad del Presidente ante los empresarios.

Una encuesta de la consultora Aresco, de Julio Aurelio, reflejó que el 70,7% de los entrevistados evalúa negativamente la marcha de la economía, mientras que sólo un 24,1% tiene una mirada positiva sobre la misma. En tanto que el aumento de los precios es considerado por el 30% como el principal problema del país, encima de la corrupción (14,3%) y la inseguridad (9%).

EL CIERRE CON LOS BUITRES

Aunque si hay un asunto en el que la gestión macrista concitó adhesión es en la necesidad de cerrar el litigio con los “holdouts”: de acuerdo al mismo sondeo, un 48,7% tiene una opinión favorable al respecto. Esa tendencia es la que seguramente tomará en cuenta la mayoría de los diputados nacionales para aprobar, el martes en el recinto, la derogación de la Ley Cerrojo.

El jefe del bloque del PRO, Nicolás Massot, estimó que al menos 145 diputados apoyarán la iniciativa del Gobierno. El joven dirigente es uno de los que se encargó de negociar con las bancadas opositoras, como lo demostró el chat de Whatsapp que mantuvo con Diego Bossio, que La Cámpora difundió profusamente, para luego denunciar un supuesto “cohecho”.

Pero lo cierto es que Bossio no hace más que participar de un grupo de diputados del PJ -escindidos del FpV- que actúan en línea con los gobernadores más acuerdistas con la Casa Rosada. En el caso del ex director de la Anses, su referencia política actual es el salteño Juan Manuel Urtubey, quien se transformó en un interlocutor privilegiado del oficialismo.

A tal punto, que Urtubey fogoneó la reunión del Gobierno nacional con las Provincias por la devolución del 15%, en momentos en que sus colegas empezaban a molestarse con la tardanza del Presidente y el ministro Frigerio para brindarles un cronograma preciso. Durante el encuentro se acercaron posiciones, pese a que todavía hay desacuerdos con los plazos.

Otro dirigente que facilitó la negociación fue Sergio Massa. El diputado tigrense habló con casi todos los gobernadores -a excepción de Urtubey, Alicia Kirchner e Insfrán- y los alentó a evaluar la nueva propuesta de la Nación, que se hizo en base a un proyecto del Frente Renovador. Entre Massa y Urtubey hay momentos de colaboración y otros de competencia.

¿NUEVO ALIADO?

En la semana que pasó, en la Casa Rosada ponderaron más al salteño que al bonaerense. Sobre todo, luego de que el FR se abstuviera en una votación de la comisión bicameral que se encarga de analizar los decretos presidenciales y le posibilitara al FpV una pequeña victoria, al rechazar el DNU que reglamentó los cambios recientes en el impuesto a las Ganancias.

La jugada del massismo, que en este tema se coordina con las centrales obreras de Moyano, Caló y Barrionuevo, no cayó nada bien en Cambiemos. El diputado radical Mario Negri no se privó de expresar su bronca en los pasillos del Congreso, mientras que en la Casa Rosada deslizaron el malestar presidencial con Massa, aunque ningún funcionario lo hizo en público.

Pese a ello, el jefe del FR continuó jugando su propio partido y su fuerza anunció que acompañará la derogación de la Ley Cerrojo, no sin antes haber negociado cambios al texto original que envió el Gobierno al Congreso, como la imposición de topes al endeudamiento. Con el bloque del PJ en la misma sintonía, el kirchnerismo quedó aislado junto a la izquierda.

Ese corrimiento del FpV hacia posiciones irreductibles -históricamente propias del trotskismo- comenzó a provocar algunos cuestionamientos internos. Por caso, el diputado Maurice Closs dijo puertas adentro que existía una “actitud infantil” de sus colegas al negarse a dar quórum para la sesión del martes. El misionero fue, en rigor, la voz de los gobernadores peronistas.

Como toda respuesta, Closs recibió una suerte de indicación: “Que los gobernadores nos vengan a ver acá”, le dijo un diputado en tono altanero. El sanjuanino Gioja, en carrera para presidir el PJ, participó de ese encuentro pero se ausentó de la conferencia de prensa posterior. A las pocas horas, el cristinismo reflotó la candidatura del chaqueño Capitanich.

Además empezó a armar un acto para el sábado 19 en Avellaneda, en el que los organizadores esperan contar con la presencia de Alicia y Máximo Kirchner. Es decir, de las dos personas más cercanas a Cristina, quien por el momento decidió no regresar a la escena pública. Aunque su hijo ya aclaró que la ex presidenta no se retiró de la política.

Ajeno a las cavilaciones de su antecesora, que también mide los tiempos judiciales, el presidente Macri visitará este lunes Rosario y a su regreso a Buenos Aires realizará un anuncio en materia de empleo en la Casa Rosada. Así, expondrá su interés de mantener presencia en el interior del país –que recorrió en la campaña- y en enfrentar los problemas de la economía.

EL COSTO DE VIDA

El más acuciante de ellos es la inflación. Los funcionarios macristas que saben del tema, como los ministros Prat Gay y Frigerio, aseguran que se está desacelerando. Y que la suba de febrero -entre 4 y 4,8% según la medición de que se trate- se explica al menos en un 2% por la suba de tarifas. Por eso, destacan una baja en rubros clave como el de los alimentos y las bebidas.

Sin embargo, la percepción popular no acompaña ese análisis estadístico. Y el Gobierno lo tiene claro: por eso frenó los anuncios previstos por el ministro de Energía Aranguren sobre un aumento en la tarifa del gas. Además, en la interna oficialista se criticó la supuesta falta de cintura política del ex CEO de Shell para comunicar el recorte de los subsidios estatales.

De todos modos, no es el único que recibe cuestionamientos cuando se están por cumplir los primeros cien días de gestión. Hay otros que también integran una lista de prescindibles para un futuro recambio del Gabinete. Y están además los “ministros sin cartera”, como Sanz o “Lilita” Carrió, que se acaba de llevar puesto –con datos certeros- al jefe de la Policía Federal.

El Presidente los consulta y los escucha, pero finalmente toma sus propias decisiones. Macri sabe que, superada la “luna de miel” post-electoral, llega el tiempo de empezar a gobernar.