Fundadas expectativas por los alcances terapéuticos de las vacunas antigripales

Se ha puesto siempre de relieve en esta columna la decisiva importancia que tiene la vacuna antigripal, asociada especialmente a la prevención de la gripe o influenza, que es una enfermedad viral respiratoria que se presenta habitualmente en los meses más fríos del año.

Como bien se sabe, en la mayoría de los casos los afectados se recuperan en una o dos semanas sin necesidad de recibir un intenso tratamiento médico. Sin embargo, en niños pequeños, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas, la infección puede conllevar graves complicaciones, y poner en riesgo hasta la propia vida.

En ese contexto origina fundadas expectativas la noticia acerca de que las vacunas contra la gripe también pueden reducir el riesgo de ataques cardíacos, especialmente en las personas mayores de 50 años, según un estudio de científicos australianos que se acaba de conocer.

Tal como se informó, una investigación realizada por la Universidad de Nueva Gales del Sur demostró que estas vacunas antigripales tienen un 29% de efectividad en la prevención de ataques cardíacos, un nivel similar al de otras medidas preventivas.

Estas conclusiones se desprenden del análisis realizado por el equipo de investigadores de esa universidad en diversos casos internacionales de control para estudiar los nexos entre la gripe y las vacunas, así como con los ataques cardíacos.

Los científicos hallaron que muchos de los pacientes con ataques cardíacos habían contraído la gripe poco antes de ese incidente. La investigadora a cargo del estudio sostuvo que las vacunas antigripales son seguras, efectivas y accesibles y que, apoyándose en los descubrimientos del estudio, todas las personas mayores de 50 años deberían considerar vacunarse, especialmente si están en peligro de tener ataques cardíacos.

Se dijo también que investigaciones previas habían demostrado que la gripe contribuye a que el corazón lata con mayor rapidez y se produzcan con mayor facilidad coágulos sanguíneos, lo que puede bloquear arterias que ya están obstruidas.

Desde luego que, sin necesidad establecer esa relación entre la gripe y las enfermedades cardíacas, ya las vacunas antigripales son clave para la prevención de varias enfermedades porque, en el caso de los bebes o niños de corta edad, ayudan al organismo a mejorar sus defensas. Lo mismo ocurre con otras personas que, como los de edades más avanzadas, integran los llamados grupos de riesgo. De allí la importancia de tener al día el calendario de vacunaciones.

Los más avanzados estudios que se realicen ahora podrán decidir si, efectivamente, la vacuna antigripal puede convertirse en un recurso preventivo esencial para los casos de enfermedades cardíacas. Mientras tanto, no debiera ser preciso extenderse en argumentaciones para fundamentar la importancia que tiene garantizar la plena aplicación de la vacuna antigripal en la población.

Sobre este punto siempre será aconsejable y beneficioso que las autoridades intensifiquen esfuerzos para garantizar a todo trance la suficiente disposición de vacunas.