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Opinión |TENDENCIAS

La campaña electoral tiñe el debate económico

La campaña electoral tiñe el debate económico

La campaña electoral tiñe el debate económico

RAUL VIVES

27 de Abril de 2015 | 02:53

Dos colocaciones de deuda, YPF y Boden 24, parecen haber modificado el escenario, estrecho y mezquino, de los dólares que necesita la presidenta Cristina Kirchner para llegar sin sobresaltos al final de su mandato.

En el subibaja de las expectativas, de un país que sufre de ciclotimia en casi todo, incluida la economía y la política, con facilidad se da por vencedor a un presidenciable que estaba desahuciado hace pocas semanas, o se imagina una recuperación del consumo y los salarios en medio de una recesión con alta inflación y enormes desequilibrios.

DURA REALIDAD

La magia de esas expectativas permite eludir, por algún tiempo, la dura realidad económica y social que espera a la próxima administración, si es que la actual logra postergar todas las dificultades y no le estallan antes en sus narices.

Es, en todo caso, un juego de meses, para posponer lo inevitable.

La intencionalidad del oficialismo K de mostrar una situación apacible y controlada, incluso de un reverdecer del consumo, se entiende por la necesidad de ganar votos, negando la crisis. Luego, si hubiera un éxito electoral, verían que hacer.

Dilma ya lo hizo en Brasil. Luego de ganar los comicios implementó un severo ajuste fiscal.

Su imagen hoy está por el piso.

Y si no hubiera éxito, sería fácil acusar al nuevo gobierno de los males y los sobresaltos económicos.

LA OPOSICION

Del lado de la oposición la línea discursiva es difusa y poco clara.

No cree que sea redituable en votos blanquear que el peso de la herencia económica de los K obligará a un duro programa económico.

Los políticos no llegan a la presidencia prometiendo una devaluación, ajuste de gastos, aumento de tarifas y tasas de interés positivas.

El “plan bomba” es una motivación para los negocios y los empresarios, pero no para el ciudadano común, que no está involucrado en los temas económicos, y que vota imaginando que el próximo gobierno le llevará solución a sus problemas cotidianos con el empleo, los precios o la seguridad.

La campaña presidencial tiñe hoy todas las cuestiones económicas, y de allí que no hay espacio para un debate desapasionado y realista de lo que vendrá.

Se explica, entonces, el espanto que originó una mesa de tres economistas, invitados a una disertación por el Cicyc, una entidad empresaria tradicional, que dibujaron un pronóstico de ajustes y devaluación para el próximo año.

Las necesidades políticas de la coyuntura están hoy en las antípodas de las urgencias económicas.

DATOS INQUIETANTES

Y sin embargo, los datos duros son cada vez más inquietantes.

Algunos informes preparados por consultoras y fundaciones para encuentros privados, proyectan un dólar bastante más alto de lo convalidado hoy por el mercado “blue”.

La base de estos pronósticos no tiene que ver con los dólares obtenidos la semana última por el ministro Kicillof, sino con otros factores estructurales.

Los set de precios de las exportaciones argentinas, por ejemplo, han vuelto a los valores de 2006/07 y en ese contexto no hay posibilidad de lograr un crecimiento sostenido con mayor endeudamiento.

El conflicto con los holdouts, además, blanqueará una deuda oculta en estos años, que condicionará el futuro, al igual que la nueva deuda colocada por Kicillof, a tasas que duplican y más las obtenidas por países vecinos.

¿De cuánto serán los servicios de la deuda con exportaciones estancadas?

El conflicto con los holdouts, además, blanqueará una deuda oculta en estos años, que condicionará el futuro

LOS SALARIOS

Los salarios, medidos en dólares, es otra dificultad. Están hoy varias veces por encima de los pagados a los trabajadores brasileños y otros países limítrofes.

Y sin embargo, son bajos en poder adquisitivo, por la inflación y el impuesto a las ganancias.

¿Será posible sostener esos ingresos sin que afecte el empleo y la inversión?

Por otro lado, el resto de los asalariados en negro está en las antípodas: recibe ingresos que apenas superan el umbral de la pobreza.

Más allá de los fuegos de artificio, el empleo y la inversión están cayendo de manera sostenido en el último año. Y la inflación come el poder adquisitivo de los salarios. ¿Cómo hará la política para amalgamar la economía a la nueva realidad que alumbrará con el próximo gobierno?

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