La curiosa matemática que sacudió la política

Los ánimos empiezan a serenarse después de las euforias y las depresiones electorales. Y en ese contexto, con la cabeza más fría, se ha iniciado en todos los campamentos electorales un análisis “finito” de los resultados.

Los números -como se ha dicho- fueron sorpresivos. Nadie vio venir lo que ocurrió el domingo. Y esa sorpresa plantea un interesante desafío a políticos, encuestadores, politólogos y analistas de opinión pública. Descifrar el comportamiento del electorado; determinar de dónde vinieron exactamente los votos que revolucionaron el escenario político y trazar un mapa del intrincado entrecruzamiento de votos que se produjo en las urnas son, por estas horas, los principales objetivos de los que se empeñan en descifrar el mensaje electoral.

TIJERAS EN TODOS LADOS

El primer dato grueso que llama la atención de todos es el altísimo nivel de corte de boleta que se produjo, especialmente en la Provincia. La comparación de los resultados en cada categoría muestra contrastes muy fuertes: Hubo casi medio millón de bonaerenses que eligieron a María Eugenia Vidal y no eligieron a Macri. Al revés, hubo más de 300 mil bonaerenses que eligieron a Scioli como Presidente y rechazaron a Aníbal Fernández como Gobernador.

Sólo en esas diferencias se ve que unos 800 mil ciudadanos (entre 8 y 9 por ciento del total de los que votaron en la Provincia) cortaron boleta. La media histórica de corte oscilaba entre el 3 y el 4 por ciento (la mitad). Pero fue mucho mayor. Porque las diferencias también fueron muy gruesas si se miran las categorías de Gobernador y Presidente junto a las de intendentes. Sólo en el Conurbano, Vidal obtuvo unos 315 mil votos más que la suma de los candidatos a intendente de Cambiemos. Aníbal Fernández cosechó en los 24 distritos del Gran Buenos Aires, 100 mil votos menos que los candidatos a intendente del FPV.

En algunos distritos, la tijera provocó fenómenos muy llamativos. Un paradigma es Berisso: Vidal sacó en ese distrito históricamente peronista el 46,6%. Le sacó una ventaja de casi 20 puntos a Aníbal Fernández. Pero en la presidencial, Scioli le ganó por cuatro puntos a Macri (35 a 31). Y el candidato a intendente de Cambiemos ganó con el 36,7% (algo más que Macri pero mucho menos que Vidal). Esas asimetrías reflejan que mucha gente hizo combinaciones llamativas: votó, por ejemplo, a Vidal y a Massa. Por eso en Berisso Massa obtuvo casi 10 puntos más que Solá (24 a 15 por ciento).

En esa combinación, que ahora advierten que no fue una rareza en muchos distritos, los dirigentes de Cambiemos ven ahora una afinidad entre sus votantes con los de Massa. Y el dato los entusiasma de cara al ballotage.

Berisso también es un ejemplo de algo que se repitió en casi toda la Provincia: el candidato del FPV, aún derrotado, obtuvo siete puntos más que Aníbal Fernández en ese distrito.

Hay otros casos que miran con lupa en los laboratorios electorales: en Berazategui, el candidato kirchnerista a la intendencia (Patricio Mussi) fue reelecto con el 55% de los votos. Y Aníbal no alcanzó en ese distrito el 40 por ciento. El 15%, entonces, cortó la boleta. Y las diferencias permiten adivinar que en las urnas hubo otra combinación aún más llamativa: Mussi y Vidal. Los analistas intentan interpretar qué podría expresar ese voto. ¿Valoración de la gestión municipal con rechazo al Gobierno nacional?

Hubo más de 600 mil electores que votaron en blanco en las PASO (cuando había muchas más alternativas) e hicieron ahora una opción por uno de los candidatos

En Avellaneda pasó algo parecido: el candidato a intendente del kirchnerismo (Ferraresi) fue reelecto con el 47% y Aníbal quedó en 36%.

Con estos números en la mano es que Fernández habla de una “traición interna”. ¿Hubo intendentes kirchneristas que promovieron el corte de boleta en contra de su candidato a Gobernador? Y en todo caso, ¿qué explicaría esa estrategia?

Los pases de factura también derivarán de un minucioso gráfico de números comparados.

DEL BLANCO AL AMARILLO

El corte de boleta (en una magnitud que nunca había alcanzado) no es la única singularidad de la elección.

Hubo casi 1.200.000 ciudadanos que no fueron a votar en las PASO y sí lo hicieron este domingo. Es una cifra llamativa. Suponiendo que la mitad haya estado impedida (enferma, de viaje, inundada) transitoriamente en agosto, sería más de medio millón el número de electores que no estuvo motivado para cumplir con su obligación de votar en agosto y sí lo hizo en esta primera vuelta. Ahí se verifica un comportamiento que también intentan descifrar los analistas. ¿Quiénes son? ¿Tienen alguna particularidad que los identifique con algún sector del electorado? ¿Son jóvenes? ¿Son mujeres? No es sencillo identificarlos, pero tampoco es imposible. En una elección que se definirá, probablemente, por márgenes estrechos, esos datos aportan un GPS para reorientar las campañas.

Otro dato llamativo es la reducción del voto en blanco, que aparentemente benefició a Macri. En las PASO hubo más 1.200.000 electores que fueron a votar y no lo hicieron por ningún candidato. Esa cifra se redujo este domingo a menos de la mitad. Hubo más de 600 mil votantes que votaron en blanco en las PASO (cuando en rigor había muchas más alternativas) e hicieron ahora una opción por uno de los candidatos.

La mayor participación y el derrumbe del voto en blanco explican la caída porcentual de Scioli y el crecimiento de Macri, cuando en realidad los dos sacaron en la primera vuelta más votos que en las PASO. Incluso Massa sacó más votos que en las PASO.

Macri obtuvo 1.600.000 votos más que en agosto; Scioli 280.000 votos más que en agosto y Massa sumó unos 600.000 votos más ahora que en las Primarias.

Ante la inédita instancia del ballotage, estos datos cotizan en alza por estas horas. Todos tratan de entender cómo fue que cambió todo.

El 22 de noviembre ya no habrá corte de boleta. Pero votarán los mismos que gastaron las tijeras el domingo pasado. De ahí viene la necesidad y la obsesión por descifrar un resultado que nadie vio venir.