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Por RICARDO ESCOBAR O`NEILL (*)
La ciudad de La Plata es una perla nacional que, en 1888, logró dos medallas doradas en la Feria Internacional de París por ser “La ciudad mejor construida” y “La ciudad del futuro”. Fue, en su momento, la ciudad más moderna del mundo, la ciudad “higienista” por excelencia, producto del diseño urbanístico con que fue levantada desde cero a partir del 19 de noviembre de 1882, para ser la nueva capital de la provincia de Buenos Aires cuando esta cediera a la Nación su propia capital, la ciudad de Buenos Aires, asentada sobre 200 km cuadrados.
Esta maravilla del urbanismo mundial se estudia en todas las universidades del mundo como una joya del diseño. Pero aquí, en su propio país, se la castiga con un proyecto ferroviario que va en contra de la historia sin que el gobierno nacional, provincial y local se hagan cargo del problema que ocasionará la entrada a la Ciudad del ferrocarril a nivel sobre la avenida 1.
Por un lado, el Gobierno iniciará el soterramiento del Sarmiento y ha dado a conocer el proyecto de llevar al Obelisco las estaciones ferroviarias de Constitución, Retiro y Once con un costo multimillonario. Es una idea inteligente y deseada por los vecinos que, sin embargo, no es novedosa. En las más importantes ciudades del mundo, los trenes entran es forma subterránea hasta el área central. En la Argentina, desde los inicios del siglo XIX, el tren Sarmiento entraba soterrado a la Estación de Once. El trabajo que tantas veces inauguró el gobierno anterior, está por iniciar una nueva inauguración por parte de la actual administración nacional.
Estas obras, deseadas por los vecinos que viven a cada lado de la grieta que producen las vías y que impide la integración urbana, no se proyectan, sin embargo, para la capital de la provincia de Buenos Aires. La zona norte de esta ciudad modelo está dividida por la entrada del tren entre la estación Tolosa (fundada en 1871) y el barrio Norte del casco fundacional. La grieta separa a 180.000 personas.
El soterramiento es de sólo 2.200 metros lineales, es decir, 2.2 Km, una minucia respecto al costo de obra del plan nacional sobre el ingreso soterrado de los trenes a la ciudad de Buenos Aires. Es inexplicable que esto suceda en nuestros días, porque el proyecto es del gobierno anterior, al que la ciudadanía platense voto “cambiar”. Ahora, sin embargo, se pone como excusa el mérito de seguir con un proyecto del gobierno anterior, cuando el proyecto no responde a las razones históricas fundacionales, ni a la actual voluntad ciudadana sin cumplir con la imposición legal de llamar a una audiencia pública.
La población de La Plata, luego de la inundación del 2012, quedó muy sensibilizada. Uno de los barrios más castigados fue Tolosa, que se dispone a no permitir que el tren entre en superficie. La Gobernadora debería expedirse sobre el tema y el Intendente debería enviar el proyecto al Concejo Deliberante para ver si responde al Código de Planeamiento Urbano y constatar si las columnas de las catenarias están en territorio de la Ciudad.
Si bien las vías del tren corren por territorio nacional, eso no da derecho a hacer cualquier cosa sobre territorio provincial. La Constitución Nacional y la Provincial exigen que los dos Estados se pongan de acuerdo.
Con todo el dolor del alma, como platense de 78 años cuyo bisabuelo llegó a La Plata a trabajar como Tony en el circo de Pepe Podestá, observo falta de inteligencia, sensibilidad y cortesía frente a quienes viven de cada lado de la vía y de aquellos fundadores de esta maravillosa ciudad. Estamos hartos de acciones de funcionarios políticos insensibles, inescrupulosos e ignorantes, que someten a la población a las consecuencias de sus desatinos.
Como arquitecto y urbanista, que desde el barrio El Mondongo llegó a ser subsecretario de Desarrollo Urbano de la ciudad de Buenos Aires, siento desazón al ver que, al final de mi vida, dejo a mis cuatro hijos y a mis nueves nietos una ciudad peor que la que me dejaron mis antepasados.
Espero que antes de cometer un desatino histórico y cultural, la Gobernadora, en su calidad de platense temporaria, mire las vías y lo que ellas provocan y provocarán a los vecinos, les toque el timbre a algunos y constate lo que aquí digo.
(*) Arquitecto y urbanista.
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