La oposición se reagrupa en “Argenzuela”

Twitter: @mnspezzapria

Les costó entablar contacto, vencer resistencias y prejuicios, pero finalmente lo hicieron. Llevadas por la necesidad política, las principales fuerzas de la oposición a nivel nacional dieron en los últimos días una muestra contundente de que están dispuestas a hacer a un lado las desconfianzas para encarar lo que resta del proceso electoral desde una visión estratégica.

Esto es, enfrentar al Gobierno kirchnerista y a su candidato Scioli desde un lugar que traspasa la lógica de la recolección de votos. Por eso no es casual que el puntapié inicial para la reunión de los presidenciables opositores Macri, Massa y Stolbizer lo hayan dado los graves sucesos de Tucumán, que aún no tiene gobernador electo una semana después del irregular comicio.

Como casi siempre sucede en la Argentina, las respuestas llegan luego de una crisis. Por sólo citar dos duros ejemplos de los últimos años, la conciencia sobre la necesidad de mejorar la seguridad de los espectáculos públicos se generó tras la masacre de Cromañón (2004) y la modernización ferroviaria se empezó a producir luego de la tragedia de Once (2012).

En Tucumán no hubo que lamentar muertos, pero cada urna que fue quemada o violentada se asemeja a una puñalada por la espalda para la sociedad argentina. A tal punto, que no faltan los que opinan que lo sucedido en la provincia norteña retrotrajo al país 100 años, a los tiempos pre-democráticos en los que Yrigoyen enfrentaba a la oligarquía conservadora.

Pero más allá de las comparaciones históricas, que llevan mucha carga simbólica y suelen ser inexactas, lo cierto es que las denuncias de fraude y la represión en Tucumán promovieron un debate sobre la necesidad de implementar una reforma electoral, que venga a reemplazar al arcaico sistema de boletas de papel que ya fue suplantado en casi toda América Latina.

El acuerdo más ostensible, en ese sentido, es el que sellaron el macrismo y el massismo, cuyos líderes están a favor del voto electrónico (en rigor con un mix de boleta impresa como el que se implementa desde hace años en Salta y el que se puso en práctica en las últimas elecciones porteñas). La UCR, por su parte, es partidaria de dar un paso intermedio con la “boleta única”.

“OLVIDATE”

Pero los bloques opositores en el Congreso tienen en claro que el Frente para la Victoria no habilitará el debate. Ya lo hicieron saber en forma extraoficial, en los pasillos del parlamento, los diputados kirchneristas Diana Conti y Carlos Kunkel. “En la comisión podemos hablar de cualquier cosa, pero olvidate de la reforma”, le advirtió a un colega la legisladora ultra K.

El mensaje llegó rápidamente a oídos de Macri, Massa y Stolbizer. El trío -que cuenta en conjunto más de 9.200.000 votos en las PASO del 9 de agosto, contra 8,5 millones que sacó Scioli- no estaría dispuesto a quedarse paralizado ante esa negativa, que por otra parte era esperable. Y por eso ya negocia un acuerdo de fiscalización que incluya al arco opositor.

En ese marco, el sitio geográfico que más preocupa a las fuerzas de ese espacio es el Conurbano bonaerense. Allí, los principales operadores de los partidos de oposición analizan la forma de articular el trabajo de los fiscales, ya que siempre es complejo mezclarlos en el trabajo territorial. Aunque en el PRO admiten que no funcionó el sistema del “voluntariado”.

Ese esquema, impulsado por el funcionario porteño Marcos Peña, implicó la formación de grupos por afuera de la política tradicional, para insertarlos en el proceso electoral. En la ciudad de Buenos Aires eso pudo haber funcionado, pero se comprobó al menos insuficiente en el Conurbano. Tanto Macri como Massa necesitan mejorar su performance en ese lugar.

En forma paralela, el Frente Renovador massista analiza la presentación de un pedido ante la Organización de Estados Americanos (OEA), para que envíe veedores a controlar la elección del 25 de octubre. Se trata de un reclamo que difícilmente sea aceptado, porque debe realizarse desde el Estado nacional, aunque existiría un atajo que remite al caso de la Venezuela chavista.

La idea de los partidos anti-kirchneristas sería imitar, en este punto, la experiencia de Henrique Capriles en el país bolivariano, donde anunció una negociación con la OEA para que envíe veedores -que son delegados con más atribuciones que los simples observadores- de cara a las próximas elecciones parlamentarias que tendrán lugar en Venezuela el 6 de diciembre.

“DESDE AFUERA”

La “caprilización” de la oposición argentina, que tras el episodio de Tucumán supone una caracterización del oficialismo como un movimiento político que transgrede las normas institucionales, podría ser funcional al relato del Gobierno, que desde hace un tiempo empezó a elucubrar la teoría de que “los intentos de desestabilización vienen de afuera”.

La Presidenta ya había decodificado de esa manera la denuncia contra Aníbal Fernández por su supuesta vinculación con el tráfico de efedrina y el triple crimen de General Rodríguez, justo una semana antes de las PASO, con una operación montada desde los Estados Unidos. En la Casa Rosada creen que detrás del turbio asunto se encuentra nada menos que la CIA.

Por eso no llamó la atención la celeridad con la cual el juez Rodolfo Canicoba Corral accionó la causa por lavado de dinero contra la madre y la hermana del fiscal muerto Alberto Nisman, a quien el kirchnerismo siempre acusó de haberse puesto a las órdenes de la inteligencia de los EE.UU. Con esa lógica, ahora siguen la forma en que creen que le pagaron por sus servicios.

En la misma línea de razonamiento se inscribe la nueva denuncia del Gobierno contra el ex SIDE Antonio “Jaime” Stiusso, a quien no solamente imputa un presunto encubrimiento por la manera en que manejó la investigación del atentado contra la AMIA, sino que sospecha que el Gobierno de Barack Obama le otorga protección por su residencia en la zona de La Florida.

El Gobierno espera novedades el próximo miércoles, cuando la secretaria de Estado adjunta para América latina, Roberta Jacobson, recibirá a la embajadora argentina en Washington, Cecilia Nahón. Pero desde la oposición consideran que la tesis de la “conspiración yanqui” no es más que “un nuevo delirio”, como lo calificó uno de sus candidatos en forma reservada.

Igualmente, Macri eligió el escenario del Consejo de las Américas -un influyente foro empresario con predominio de multinacionales norteamericanas- para proponer un “acuerdo de gobernabilidad” que, llegado el momento, podría convertirse en el próximo paso conjunto que den los candidatos opositores tras el primer acercamiento concretado en la semana.

Concretamente, Macri puso sobre la mesa cuatro puntos, vinculados a enfrentar la pobreza, consolidar la democracia republicana, tender hacia “un Estado fuerte e inteligente” y marchar hacia una economía de “pleno empleo”. Nada dijo el candidato de Cambiemos de temas clave para Massa y Stolbizer, como el combate contra el narcotráfico y los delitos de corrupción.

Los empresarios que representan compañías estadounidenses esperaban también definiciones económicas, pero no las tuvieron de Macri ni tampoco de Scioli. El candidato oficialista tiene en claro, además, que en Washington y Nueva York los factores de poder hablan de un país al que denominan “Argenzuela”, porque asimilan al kirchnerismo con la aventura chavista.

Y más allá de las coincidencias económicas -alta inflación, amplia brecha entre el dólar oficial y el paralelo-, el escenario político que empieza a configurarse en la Argentina tiende a la conformación de dos grandes bloques, al menos hasta que se defina el nombre del próximo presidente de la Nación. En Venezuela el resultado es conocido. Aquí, todo está por verse.