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Opinión |PUNTOS DE VISTA

Lecciones no aprendidas después de Cromañón

Lecciones no aprendidas después de Cromañón

Lecciones no aprendidas después de Cromañón

ERNESTO QUINTAR (*)

1 de Octubre de 2015 | 02:59

Corría el año 2011 cuando le presenté a Pablo Bruera, el intendente de la Ciudad el primer borrador del ahora vigente Código de Nocturnidad, el que nos llevó varios meses de trabajo en un equipo multidisciplinario que contó con la generosa e invalorable contribución de los familiares y las víctimas de Cromañón.

La decisión política estaba tomada y, tras ser presentado por la máxima autoridad municipal, la normativa fue aprobada con algunas modificaciones y correcciones del original.

En la gestión de riesgos no existe la fatalidad. El riesgo siempre implica decisiones humanas

El Código vigente básicamente introduce los conceptos de “gestión de riesgos” y “Seguridad Humana” (ONU). En él, entre otras cosas, se repiensa la seguridad desde la perspectiva de la calidad integral de los servicios a los ciudadanos. Además, se establecen claramente las responsabilidades tanto de los empresarios y organizadores como de los trabajadores y el público concurrente, en el marco de que la seguridad no es un tema policial sino de todos los ciudadanos, incluyendo por supuesto, a los órganos de control.

Por lo expuesto, existe normativa municipal que regula la gestión de riesgos de la actividad. Dicho esto, los riesgos -que son siempre antrópicos, es decir, generados por el propio hombre-, son posibilidades de ocurrencia de eventos adversos; por tanto, previsibles y evitables.

En gestión de riesgos no existe la fatalidad. El riesgo implica siempre decisiones humanas, y en la mayoría de los casos estos eventos adversos devenidos de los riesgos, son productos multicausales de una serie de decisiones.

Lo sucedido en el Club Atenas durante el recital de “Viejas Locas”, la banda liderada por Pity Alvarez, demuestra claramente que han fallado todas las alertas tempranas (si las había), y por ende, el sistema de seguridad. Esto implica que hay una cadena de responsabilidades ante un evento generador de masiva concurrencia.

El lanzamiento de llamas, propio de un espectáculo circense, no fue un exceso o un exabrupto. Fue más bien, algo planificado. Por tanto, es ingenuo delegar toda la responsabilidad en una persona -en éste caso Álvarez-, ya que fueron decenas quienes intervinieron en el montaje del show, al igual que la productora y la empresa que brindó el servicio pertinente de seguridad operativa, exigido en la ley Nacional 26.370.

Resulta impensada esta provocación a días de la decisión de la Cámara Federal de Casación Penal que dejó firme la condena contra los integrantes de la Banda Callejeros y otros cuatro imputados por la masacre del Boliche República de Cromañón ocurrido el 30 de diciembre de 2004, que dejó como saldo 194 muertos y más de mil heridos.

Atento a los elementos conocidos y a las entrevistas realizadas a participantes del evento, la intervención de los bomberos allí presentes hizo cesar al cantante en su actitud de lanzar llamas a la multitud en un espacio cerrado. Lo que significa un 10 en la “reacción” y un 0 en la “prevención”. Siendo parte de la buena nota también, la inmediata actuación de oficio del fiscal interviniente.

Por tanto, ahora desde la perspectiva de la gestión integral de riesgos, tenemos la responsabilidad no solo de buscar culpables sino de analizar y estudiar las condiciones que hicieron factible el hecho.

En función de ello van estas simples reflexiones: Se debe hacer un abordaje interdisciplinario de la planificación y montaje del evento; se deben establecer protocolos y procedimientos de seguridad firmados por todos los responsables tanto privados como organismos de control, como también promover la presencia de un experto en Seguridad e Higiene que arriesgue su matrícula en la autorización del evento, habilitando técnicamente el desarrollo del mismo.

En esta sociedad post Cromañon la sociedad debe trabajar a destajo para lograr la tan anhelada cultura de la prevención

Es imprescindible actuar bien antes y no sólo después….Por eso más allá de Pity Alvarez, fracasó el sistema, y no podemos ponernos contentos solo porque los bomberos actuaron rápidamente.

En esta época post Cromañon, la sociedad en su conjunto debe trabajar a destajo para lograr la tan anhelada “cultura de la prevención”. Siendo a mi juicio lo más preocupante como indicador, la gran cantidad de jóvenes que “naturalizaron” el incidente.

Es por ello, que no debemos quedarnos únicamente con una causa abierta a Pity Alvarez, sino avanzar en la cadena de responsabilidades y promover el análisis de lo sucedido justamente para que no vuelva a ocurrir.

 

(*) El autor fue director de Control Urbano de la Municipalidad de La Plata

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