Los Stones recalientan un verano con muchos cortes y recortes

Mail: afcastab@gmail.com

El intendente Garro no sabe qué hacer con la herencia. Le faltan tractores y le sobran contratados. Y encima, dirigentes radicales y mosquitos andan zumbando entre los despachos, dejando ronchas y contagios. La epidemia de los inventarios irresueltos ha enfermado a más de un alcalde primerizo. La transición se hizo lenta, trabajosa y sospechada. Hay que dejar que pasen los carnavales para saber dónde pondrán las mascaritas que sobran y las caretas que no se quieren ir. La murga del cambio de mando presentó una coreografía con muchos claros y algunas zancadillas. Faltantes y sobrantes menudean en el Palacio. La Ciudad vive sofocada y pasando lista. La transición trajo cortes y recortes. Las altas temperaturas recalentaron casas y habitantes. El bochorno se ha extendido. Y no sólo por el calor. Los amistosos de fútbol se han vuelto beligerantes. Y es por la conducta de los jugadores más que por las hinchadas. ¿Qué pasó? En las concentraciones los muchachos se aburren y copian lo que dice la tele. Después de ver algún partido, los jugadores siguen de cerca las series policiales y al final se les mezcla la programación y los ademanes. ¿Por qué en Mar del Plata todo se desmadra? Hay otro oleaje vigilando. Las hinchadas al parecer quieren disfrutar el reencuentro a pura adrenalina. Tienen tan poca oportunidad de cruzarse, que viven los torneos de verano con algunos petardos y mucha nostalgia. Los que soñaban con el regreso de los visitantes, van a tener que archivar esa esperanza. Al final a los clásicos sólo van a poder entrar los vitalicios. Y con registro de admisión al día.

El nuevo intendente se queja de que le faltan 16 vehículos y que a cuenta de la motoniveladora faltante la gestión anterior dejó el busto de un prócer sin nombre que por estos días es el único que da la cara.

Los cien días de gracia que disfruta todo nuevo gobierno, aquí se los están gastando en hacer recuentos y jugar a las escondidas. Cada tanto cuando pasan lista surge algún galpón que no estaba registrado. O aparece un funcionario que se les traspapeló en el inventario. La nueva gestión advirtió que le faltan algunas maquinarias. Y hay tantas novedades en hallazgos y desapariciones, que en un tinglado de las afueras dicen que descubrieron cepillos de Alak y hasta carretillas de la gestión de Pinto. Como el ayer se les vino encima, Garro y sus muchachos andan tratando de acomodar la piedra fundacional. Buscan, entre sus viejas consignas, alguna que pueda explicar lo que está sucediendo. El refranero que dejó Dardo Rocha & Cía no resistió al embate del aerosol. Los gaffitti no dan tregua. Y la idea es limpiarlo para que vuelva a ser lo que fue. Aunque ya nada volverá a ser lo que fue. El nuevo intendente se queja de que le faltan 16 vehículos y que a cuenta de la motoniveladora faltante la gestión anterior le dejó el busto de un prócer sin nombre que por estos días es el único que da la cara.

Las nuevas tarifas aconsejan no descuidar los electrodomésticos hogareños. Los platenses, acobardados por facturas que están empezando a llegar, ya no saben qué artefacto deberán anular para achicar el gasto. ¿Tendremos que apagar la TV cada vez que funcione el microondas? Habrá que desactivar la lucecita de la heladera, volver a las lámparas de 25 y aprovechar el farol de la cuadra para la lectura y el tejido. Las recomendaciones son de todo calibre. Y encima está este mosquito enfermador que, como sabe que el vecino anda con la guardia baja sacando cuentas y escondiendo la licuadora, sobrevuela las alcancías y el sueño de una población que gastará todas sus energías en pagar la energía. Prender y desenchufar será parte de la nueva coreografía de hogares a media luz. Y los amantes volverán a la oscuridad porque saben que el tarifario de Edesur no les permitirá extenderse mucho en la previa ni en las contemplaciones. Todas las llaves de la casas estarán bajo la vigilancia implacable de un jefe de familia que acabará mirando con más interés a los enchufes que a la patrona.

¿Tendremos que apagar la TV cada vez que funcione el microondas? Habrá que desactivar la lucecita de la heladera, volver a las lámparas de 25 y aprovechar el farol de la cuadra para la lectura y el tejido.

Los anuncios de los aumentos pican más que el mosquito amenazador. Pero aquí no hay repelente que valga. Cada familia rearma en estos días su estrategia consumidora para poder amortiguar el impacto de un futuro invierno que aconsejará reforzar pulóveres y achicar estufas. Los acondicionadores deberán ser usados en casos extremos. Las facturas serán tan dolorosas que más de uno hasta podrá sentir un raro alivio cada vez que haya un corte. Y mientras le electricidad ajusta sus valores, el gas se prepara con todo para dar el zarpazo invernal. Solo los abanicos podrán calmar a una población que cuando ve un cartero empieza temblar.

Por eso ante ese clima de carencias, suenan excesivas las demandas de los Stones. No por la cerveza, las trufas, el vodka, las frutas orgánicas, le lecha de coco y otros caprichos. Tampoco porque obligaron a zurcir el techo del Estadio Unico. Lo que tiene a mal traer a la producción y obligará a revisar costos y demandas es un pedido muy gravoso: las majestades británicas exigen en cada vestuario una pava eléctrica. Un lujo. Ni dispenser ni termo ni anafe ni calentadores. Quieren una pava eléctrica. ¿Les avisaron a estos muchachos lo que cuesta el kilowatt?

(*) Periodista y crítico de cine