Macri, con camino despejado para fijar el rumbo del país

Twitter: @mnspezzapria

¿Dónde está parada la Argentina después de haber salido del default? ¿Necesita realmente avanzar con proyectos que establezcan la doble indemnización para frenar los despidos? Son preguntas que circulan por estos días entre la dirigencia política en momentos en que el país acaba de cerrar un ciclo histórico desde aquella forzada cesación de pagos de fines de 2001.

Por supuesto que las respuestas son distintas de acuerdo a quién las elabore. El Gobierno se atribuye el crédito por el pago final a los “holdouts” y asegura que con el panorama despejado, la economía empezará a dar señales de reactivación. La oposición y los gremios, en cambio, acusan al presidente Macri de implementar un “ajuste” de inevitables consecuencias sociales.

La Casa Rosada y el Palacio de Hacienda, con Alfonso Prat Gay a la cabeza, piensan que esas reformas eran necesarias para “desactivar la bomba” que dejó el kirchnerismo y evitar una gran crisis. Y advierten que la situación económica actual no tiene nada que ver con la que se vivía cuando el presidente transitorio Adolfo Rodríguez Saá declaró el default ante el Congreso.

Pero aún no puede exhibir un avance contra la inflación y para colmo este mes los aumentos tarifarios tendrán un impacto directo en el bolsillo de millones de argentinos. Por eso los bloques parlamentarios de la oposición se unieron para avanzar en proyectos anti-despidos, apelando a una vieja receta de la CGT de Moyano, que impulsa su ex ladero Héctor Recalde.

El abogado laboralista preside el bloque de diputados del FpV y está distanciado de Moyano desde hace varios años, pero entendió que la iniciativa puede llevar agua para el molino de Cristina Kirchner. La reaparición de la ex presidenta en la escena política nacional resultó impactante, pero el estruendo que causó fue demasiado sonoro para el resto de la oposición.

El peronismo tradicional ha quedado de algún modo aturdido porque no puede iniciar una renovación si la ex mandataria sigue teniendo peso político, y la izquierda ve cómo la dama se apropia de sus banderas históricas. En ese escenario busca Sergio Massa encontrar su lugar. El tigrense se llamó a silencio mientras Cristina Kirchner estuvo en el candelero.

El Frente Renovador ahora madura una propuesta alternativa sobre la problemática laboral que el mismo viernes trasladó a los referentes de la alianza gubernamental Cambiemos en la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, Nicolás Massot y Marcelo Laspina, en un encuentro reservado.

Allí se analizó que el proyecto del ex massista Roberti, que tuvo dictamen en la comisión de Legislación Laboral, no tiene chances de superar la de Presupuesto, que preside Laspina y que cuenta con mayoría oficialista. Menos aún, si el FR le baja el pulgar. Ese proyecto establece la doble indemnización y declara la “emergencia laboral” hasta diciembre del año próximo.

El Gobierno, a través de Macri y del ministro de Trabajo, Jorge Triaca, anticipó su rechazo con dos argumentos: si el proyecto toma forma, las empresas despedirán empleados antes de su sanción y luego, no van a abrir nuevas fuentes laborales. “Ya probamos eso en el pasado y no dio resultado”, sostuvo el jefe de Estado, quien incluso deslizó un eventual veto presidencial.

Para salir de esa agenda negativa, que lo presenta como un escollo para frenar los despidos, el propio Macri encabezará la presentación de un proyecto para promover el “empleo joven”, justo en la semana en que las tres CGT -Moyano, Caló y Barrionuevo- y las dos CTA -Yasky y Michelli- marcharán para manifestarse en contra del rumbo económico, el próximo viernes.

La iniciativa del gobierno podría empalmarse con otra que impulsa el massismo sobre “primer empleo y mayores de 50 años”, de acuerdo a lo que trascendió de ese encuentro entre los diputados del PRO y del FR. Y podría completarse con otra para quitar impuestos a las pymes que reinviertan sus utilidades. Con esa jugada, el FR buscará no quedar pegado con el FpV.

Y al mismo tiempo, volvería a colocarse como un opositor constructivo de Cambiemos, un rol que mantuvo hasta que la inflación empezó a golpear con mayor fuerza en la clase media. Por un carril paralelo corre un proyecto del FpV en el Senado, que podría ser votado en la sesión de este miércoles, que también declara la emergencia laboral pero sólo por un período de 180 días.

El bloque kirchnerista en la Cámara alta está prácticamente dividido en dos mitades, entre aquellos legisladores que acatan la jefatura de Miguel Pichetto y los que siguen encolumnados con Cristina. La ex presidenta reunió el jueves a 22 de los 42 miembros de la bancada y criticó que el ausente rionegrino inclinara la balanza a favor del acuerdo con los “fondos buitre”.

Dentro del sector que se encuadra con Pichetto están los senadores que reportan a los gobernadores, mientras que los kirchneristas provienen mayoritariamente de distritos no administrados por el FpV-PJ. En la sesión del miércoles, también se trataría un proyecto de Rodríguez Saá -un aliado de Pichetto- para limitar futuros endeudamientos del Gobierno.

El espíritu de esa iniciativa es que el Congreso recupere las facultades que cedió al Poder Ejecutivo en lo relativo a la toma de deuda externa. Existe, en buena parte de la oposición, un temor fundado de que el presidente Macri cuente desde ahora con un nivel de financiamiento que le permita no sólo llevar adelante su gestión, sino también cimentar la reelección en 2019.

El mandatario no salió ileso de sus primeros meses al frente de la Casa Rosada, a tal punto que bajó considerablemente su imagen positiva. La drástica caída del índice de confianza de los consumidores indica que el rumbo de la economía no está deparando certezas. Pero el Presidente se mantuvo firme al timón y espera cosechar el fruto de las reformas emprendidas.

Según estiman los encuestadores, el jefe de Estado tuvo en las últimas dos semanas una ayuda involuntaria de Cristina Kirchner. El efecto de la polarización que genera la ex mandataria entre los argentinos provoca que se galvanice el apoyo al Gobierno aún cuando los ciudadanos no estén del todo convencidos de que la gestión de Cambiemos esté haciendo las cosas bien.

En el rechazo mayoritario que acopia la figura de la ex presidenta tienen especial influencia las acusaciones de corrupción, en causas que protagonizan ex funcionarios como Julio de Vido -tragedia de Once, contratos ferroviarios-, a empresarios que estuvieron ligados a la familia Kirchner, como Lázaro Báez, y a miembros de su entorno como el abogado Jorge Chueco.

La historia de la “ruta del dinero K” acumula capítulos y podría convertirse en una suerte de “mani pulite” argentino. En ese sentido, Cristina es funcional al Presidente porque representa justamente lo contrario a lo que pregona Cambiemos. Pero al mismo tiempo, la dama le otorga una potencia inusitada al discurso anti-Macri, pese a que ella sufrió en carne propia las diatribas anti-K.

La Argentina es un país difícil de gobernar. Hay ejemplos sobrados a lo largo de la historia y Macri lo comprobó en pocos meses. En una reunión de Gabinete, definió al Estado como un elefante que se mueve muy lento. Pero el secreto radica en hacerlo caminar en la dirección correcta. La salida del default despejó el camino, aunque todavía haya mucho por andar.