Micros parados: no se puede hacer pagar los platos rotos a los vecinos

Es conocido desde hace años que el servicio de colectivos que atiende a la población de nuestra ciudad incurre en diversos incumplimientos, en muchas ocasiones no respondiendo en tiempo y forma a las necesidades de los usuarios que, también desde hace tiempo, entre otras deficiencias, no dejan de reclamar por la irregular frecuencia con que circulan las unidades o por las largas esperas que deben enfrentar para poder concretar un viaje, especialmente en los horarios centrales.

En ese contexto ciertamente negativo, desde hace varios días unos 70 mil usuarios de las líneas locales Este y la 520 se encuentran en graves dificultades, a raíz de un conflicto gremial desatado entre algunos choferes y las empresas que explotan ambos servicios por despidos ocurridos y que, en la práctica, se viene reflejando en un paro de actividades que obliga a los potenciales pasajeros a realizar largas caminatas o juntarse entre ellos para contratar un taxi o remis, entre otras alternativas a las que recurren para poder viajar.

Tal como se informó en este diario, el conflicto gremial se extiende en el tiempo y los pasajeros tienen que desplegar verdaderos malabares con el propósito de llegar a su trabajo o llevar a los chicos a la escuela. El panorama que se advierte estos días en Villa Elvira, Villa Montoro, Parque Sicardi o Villa Garibaldi es el de paradas abarrotadas, con gente que aguarda horas esperando el providencial paso de alguna unidad. La mayor parte de los vecinos pensó que el paro podría durar una jornada, sin imaginar que se iba a extender por varias jornadas consecutivas.

Mientras tanto, pudo saberse que un grupo de conductores de la 520 presentó una acción de amparo para que se liberen los micros y poder volver a sus tareas, pautándose además la realización de reuniones conciliatorias en el ministerio de Trabajo con la presencia de los choferes en conflicto, representantes de la empresa, el gremio Unión Tranviaria Automotor y funcionarios de la cartera laboral para buscar una solución a la toma de la terminal de ruta 11 kilómetro 8, donde desde el lunes pasado no puede entrar ni salir ninguna unidad.

Los usuarios no pueden quedar expuestos a los avatares de un conflicto que los tiene de rehenes

Al margen de las definiciones que surjan de tales encuentros, corresponde señalar que existe, por sobre toda otra consideración, un imperativo para las autoridades comunales responsables, que es el de resolver cuanto antes esta cuestión y garantizarle a los habitantes la inmediata restitución de un servicio indispensable, como lo es el del transporte de pasajeros. Aquí no cabe otra salida que no sea la de restablecer una prestación que resulta esencial.

Frente a un servicio de características públicas, como lo es el del transporte de pasajeros, se debería dar por descontado que los usuarios no deberían sufrir éste o cualquier otro tipo de perjuicios. Ninguna razón o excusa puede alegarse a la hora de presentar explicaciones sobre las falencias en el servicio. Son, entonces, las propias líneas de ómnibus y las autoridades de la Municipalidad de La Plata los que deben garantizar -no sólo en ésta, sino en toda circunstancia- prestaciones continuas, con pleno cumplimiento de los requisitos fijados en las concesiones respectivas.

Lo que está en juego es la necesaria excelencia de un servicio público, imprescindible para garantizar una buena calidad de vida de la población. Es imperioso, por consiguiente, que las autoridades y los empresarios del sector aseguren el cumplimiento de una prestación confiable y eficiente, tanto en lo que se refiere a la estricta continuidad de las frecuencias y al cumplimiento de los horarios como a la certeza de los recorridos programados.