Necesidad de mantener o renovar muchas calles y rutas de la Provincia

A nadie escapa el pésimo estado en que se encuentran muchas calles de la ciudad y la periferia, en especial por la presencia de baches -a veces tan profundos que se convierten en un riesgo para el manejo normal de los conductores, cuando no un condicionante para la integridad de los sistemas de suspensión de los vehículos que los atraviesan- en situaciones que se tornan llamativas por la falta de reparación de esos pozos durante muchos meses.

Estas imperfecciones podrían parecer menores, si no se vieran acompañadas por la presencia de una diversidad de lomos de burro, de distintas alturas y diseños -algunos muy elevados, otros de mayor ancho, otros extremadamente abruptos- colocados muchos de ellos sin señalización previa, con una diversidad tal de diseños y alturas que, en definitiva, parecieran ser producto de la imaginación y el arbitrio de los frentistas y no del trabajo profesional de urbanistas que ponderan las necesidades de cada barrio.

Sin embargo, a ese panorama vial ciertamente conflictivo se suman -especialmente en localidades de la periferia como Gonnet, City Bell, Los Hornos y otras, densamente transitadas- cunetas y badenes con pendientes profundas, que virtualmente obligan a los automovilistas a detener la marcha para no averiar sus vehículos. Sin embargo, sólo los conocedores de la presencia de esos obstáculos son los que atinan a moderar la velocidad con que se desplazan, mientras que la mayoría de los automovilistas los termina cruzando y sufriendo golpes, raspones y otras consecuencias negativas para sus automotores.

Si esto ocurre en la mayoría de los cascos urbanos, el panorama es igualmente negativo en muchas rutas provinciales, cuyo estado es tan calamitoso que resultan virtualmente intransitables y peligrosas a raíz del deterioro que sufren. Se sabe que la crítica situación en la que se encuentran muchas de ellas se ha se ha tornado insostenible hace mucho tiempo.

En estado deplorable y por lo tanto peligrosas para la vida de los automovilistas, las autovías que recorren la geografía bonaerense son motivo de denuncias y de reclamos de parte de diversos sectores institucionales y sociales. Ya se ha dicho, también, que muchas de las rutas que sirven a nuestra Región, así como la red de caminos comarcales, muestran un avanzado estado de obsolescencia y no sirven para garantizar el seguro traslado de personas y el transporte de productos regionales.

Inciden en este panorama el muy escaso ancho de las calzadas, que apenas permiten el paso de los vehículos cuando circulan por manos enfrentadas, las banquinas rotas y mal demarcadas, la falta de señalizaciones verticales y demarcaciones horizontales, así como la carencia total de alumbrado, entre otros factores que dejan en evidencia elocuentes signos de la decadencia vial que debe ser revertida. Más allá de que semejante estado de cosas sólo puede responder a una sostenida falta de inversiones, que se prolonga inexplicablemente a través de las décadas, se advierten asimismo graves deficiencias en lo que concierne a las mínimas tareas de mantenimiento que deberían realizarse. Se está, en síntesis, ante una situación sumamente crítica en materia vial, -íntimamente relacionada al creciente estado de inseguridad vial- que afecta por igual a las ciudades y al interior bonaerense, necesitados en los dos casos de una renovación integral de las calles y de las rutas principales y secundarias.