Números que van y vienen

Twitter: @mnspezzapria

La campaña presidencial ya está en el tramo decisivo, en el que los electores enfocan la mirada y eligen a un candidato. Y lo pueden seleccionar por afinidad política, empatía emocional o porque lo consideran el “menos malo” entre las opciones disponibles. Desde las convicciones hasta la utilidad, todo se pone en juego en ese momento íntimo en el que se define el voto.

Hasta aquí, por más agotador que haya sido para los postulantes y sus respectivos equipos, sólo se hicieron los aprestos para llegar a este tramo final de la campaña. Hay especialistas que lo comparan al efecto de una carrera automovilística en la que entra el “safety car”, cuando los participantes deben alinearse en el lugar correspondiente, sin hacer sobrepasos.

Pero ahora el auto de seguridad volvió a salir de la pista y dejó a los corredores librados a su propia suerte. Daniel Scioli y Mauricio Macri respetaron esa regla no escrita a rajatabla: bajaron varios cambios tras las PASO de agosto, dejaron que la sociedad asimilara el resultado y también lo hicieron ellos mismos, con alguna dosis de autocrítica incluida en la reflexión.

Por su parte, Sergio Massa siguió apretando el acelerador, sin hacer escala en boxes. Tal vez tocado en su amor propio, el candidato de UNA se rebeló contra ese consejo del manual electoral, lo que en dos meses le permitió –ante la ausencia o el silencio de sus principales competidores- volver a meterse en el lote de los que protagonizan la carrera presidencial.

Este cuadro de situación lo reflejó la semana pasada una encuesta de Management & Fit, que proyectando indecisos ubicó a Scioli con el 38,6% de intención de voto, a Macri con el 27,9% y a Massa con el 21,5%. Es decir, que el candidato oficialista mantenía su performance de las PASO, Macri no retenía el caudal electoral de Cambiemos y Massa evaporaba la polarización.

Pero esa encuesta ya es vieja, porque el trabajo de campo se realizó entre el 20 y el 30 de septiembre y fue publicada el 4 de octubre. Y debe tenerse en cuenta que el sondeo no incluyó la percepción de los votantes ante las publicidades televisivas, que volvieron a ponerse al aire en forma profusa. No hay que aclarar que el marketing influye en las campañas electorales.

EL DEBATE

Tampoco registró esa encuesta el efecto que tuvo el debate presidencial, realizado el domingo pasado en ausencia de Scioli. Y con Macri y Massa buscando aprovechar ese faltazo. Por eso no es un dato menor que en la última semana los candidatos de Cambiemos y de UNA empezaron a cruzarse entre ellos, disputando el lugar de quién competiría en un ballotage con el FpV.

En ese escenario de pelea directa, los principales asesores de Macri –Jaime Durán Barba, que tuvo problemas de salud, y el jefe de campaña, Marcos Peña- insisten en que el alcalde porteño ya tiene un 31% de intención de voto, mientras que Massa cae al 18% y Scioli se mantiene estable en 38%. Sobre esos números propios el PRO cimienta su ilusión electoral.

En el búnker de Massa esos números cambian. Y lo ubican al jefe del Frente Renovador acercándose a Macri en base a una campaña de instalación de propuestas de gobierno y de la participación de figuras confiables de la política y la economía como De la Sota y Lavagna. Y en mostrar al propio candidato más centrado en términos de liderazgo y carácter personal.

La hipótesis de los gurúes del equipo massista, Sergio Bendixen y Antonio Sola, es que el tigrense sigue creciendo en las encuestas a un ritmo tal que le permitirá alcanzar a Macri, que a su criterio viene en caída. Y pronostican que cuando eso suceda, en forma inmediata se le trasladarán a Massa otros 10 puntos de intención de voto del electorado antikirchnerista.

Ese es, justamente, uno de los cinco escenarios que moldean por estos días los analistas electorales: el derrumbe de Macri, y Massa emergiendo como principal opositor. Aunque parece el más extremo, teniendo en cuenta que las otras cuatro posibilidades se acercan menos a la idea del “batacazo”. Se resumen a continuación los 4 escenarios restantes:

1 – Macri y Massa empatan en 25%, lo que deja a Scioli en la frontera del 40%, con una elevada posibilidad de ganar la elección en primera vuelta.

2 - Scioli llega al 45% que exige la Constitución nacional para acceder a la Presidencia.

3 – Se proyecta el escenario de las PASO, que los especialistas refieren en la secuencia numérica 40-30-20. En ese caso, Scioli puede ganar en primera vuelta o tener que afrontar un ballotage, pero mantiene amplias chances de suceder a Cristina Kirchner en la Casa Rosada.

4 – Se desinfla Massa y Macri llega al 35%, mientras que Scioli no supera el 40%. Así, el ballotage se presenta con más posibilidades para el candidato de Cambiemos.

OTRA VARIABLE

A estos cuatro escenarios posibles, el equipo de campaña de Massa agregó ayer otra variable, al difundir cuatro encuestas que dan ganador al candidato de UNA sobre el FpV en un eventual ballotage. Sobre esa base, el propio Massa salió a advertir que “un voto a Macri es un voto inútil para el cambio en la Argentina”, puesto que “pierde” en una eventual segunda vuelta.

Todos estos números presumen que los otros tres candidatos presidenciales que competirán el 25 de octubre, Stolbizer, Del Caño y Rodríguez Saá, no sacarán en conjunto más del 10 por ciento de los votos. Y también, que casi seis de cada diez votantes quieren un cambio de estilo político, ya sea que éste implique un giro copernicano de fondo o sólo de tipo reformista.

Por eso se entiende que Scioli busque pescar también en esas aguas para superar la barrera del 40%, con una estrategia en la que va deslizando matices de cambio respecto de algunas políticas del Gobierno –la negociación con los fondos buitre, la inflación, el diálogo con las fuerzas de oposición- y presentando al elenco que lo acompañaría desde el 10 de diciembre.

Así, algunos funcionarios kirchneristas seguirían en el Gobierno, como el titular de la ANSES, Diego Bossio, quien suplantaría a Julio de Vido en Infraestructura. Y otros pasarían de la Provincia a la Nación, como Alejandro Granados, quien se perfila para ocupar Defensa. Por eso salió al ruedo a rebatir la propuesta de Massa para utilizar las FF.AA contra el narcotráfico.

LA FRONTERA

Granados aclaró que “el Ejército no está preparado para entrar en los barrios”, pero “sí puede colaborar con la frontera”. El ahora ministro de Seguridad provincial tendría ya diseñado un proyecto para enviar diez mil efectivos de las Fuerzas Armadas a la frontera norte, considerada un colador por todos los especialistas en materia de defensa.

Pero los militares advierten, por lo bajo, que la década K los está dejando con mucho atraso de equipamiento. Por caso, en la Fuerza Aérea no entienden como luego de que en noviembre se despidan del servicio los míticos aviones Mirage –emblemas en la guerra de Malvinas- sólo le quedarán al país siete aeronaves de combate, comprados por Menem a EE.UU en 1997.

Los que funcionan son los aviones de entrenamiento Pampa II, aunque no hay novedad alguna de los Pampa III anunciados por Cristina Kirchner en una cadena nacional. Una falta a la verdad por parte de la Presidenta, como cuando sostuvo que la Argentina es el único país que crece en América Latina, pese a que hay al menos 20 cuyo PBI aumentó este año más que el local.

Esa suerte de mundo paralelo no es privativo de Cristina, sino que se extiende en los ámbitos de poder. El riesgo es que se terminen creyendo las mentiras, como los candidatos cuando divulgan encuestas amañadas para sostener su relato electoral. Aunque los números van y vienen. Y finalmente quedan –ante la vista de todos y sin maquillaje- los hechos de la realidad.