Otros análisis del fin de semana

Joaquín Morales Solá
LA NACION

“Los empresarios entienden la realidad con la ley de la oferta y la demanda en la mano: ¿por qué deberían invertir ahora, deducen, si gran parte de las empresas grandes y medianas (ni hablar de las pequeñas) tiene ociosa entre el 40 y el 50 % de su capacidad de producción?”, dice Morales Solá que acota a continuación: “Sin embargo, el temor al regreso del populismo es fácilmente perceptible en todos ellos, incluidos funcionarios con concepciones distintas y empresarios de diferente porte. Conclusión: el populismo no está muerto”. Analiza la última y “osada apelación de Macri” al compromiso empresario: “romperse es traste para alejar al populismo de cualquier horizonte cercano”. El Presidente apuntaba, tácitamente, a las elecciones del año próximo. Ocurre que “una parte del empresariado está demorando sus inversiones” a la espera de lo que sucederá en los comicios del año próximo. En ese contexto se inscribe el bono de fin de año, cuyo primer propósito “es empezar a tirar agua en el fuego anunciado en diciembre”. El segundo es despejar el tema de la inflación. Dice que “Gobierno y empresarios están seguros de que entre marzo y abril la reactivación estará en la percepción de la gente común, aunque los funcionarios esperan que la economía promueva buenas noticias mucho antes.

Mario Wainfeld
PAGINA 12

“El paro y movilización nacional de mujeres del miércoles 19 resultó el hecho político más importante de la semana, en especial porque ratifica movidas anteriores y anticipa continuidad. La acción directa es una de las claves del año y del futuro cercano. Ninguna es oficialista, casi todas son francamente opositoras”, dice Wainfeld en su columna. En otro orden dice que “los compañeros dirigentes pejotistas también dividen aguas y enfrentan al kirchnerismo. En 2011 el armado del Frente para la Victoria (FpV) incluía a todas esas facciones, gremiales o políticas. Era una concesión al poder del Gobierno de la entonces presidenta reelecta Cristina Fernández de Kirchner”, pero, añade, “la derrota disuelve la afectio societatis: cada cual vuelve a su redil y a su ideología predilecta. El ánimo frentista de la CGT o el PJ excluye al FpV, denominación que usamos en esta columna como sinónimo del actual kirchnerismo aunque el destino de la sigla puede variar en distintos distritos en 2017.

Eduardo van der Kooy
CLARIN

“Hay barreras que el gobierno de Mauricio Macri va sorteando en abierto desafío a la historia”, dice Van der Kooy, que añade: “El Presidente, en medio de un difícil marco económico-social, viene gambeteando una huelga sindical. Al menos de la CGT. Ningún gobierno de identidad no peronista lo consiguió en sus primeros diez meses de gestión”. Alude luego a la historia reciente de los gobernadores y tras recordar que Armendáriz fue el único no peronista que dificultosamente cumplió sus cuatro años, dice que “María Eugenia Vidal estaría consagrando ahora tres novedades: es la primera mujer que supo entronizarse en Buenos Aires; no es de extracción peronista; su triunfo en octubre del 2015 resultó decisivo para el reseteo del mapa político de nuestro país. Esa victoria fue crucial para que Macri doblegara después sin sobras a Daniel Scioli en el balotaje presidencial”. Añade que la onda expansiva no se detuvo: “Las encuestas oficiales (Isonomía y Jaime Durán Barba) le están concediendo a Vidal, en vísperas del primer año de su triunfo electoral, una imagen positiva nacional que toca los 60 puntos. “Es la figura nacional que más se afianza y crece. Reúne un diferencial favorable, entre imagen positiva y negativa, de 22 puntos”.

Fernando Laborda
LA NACION

“Macri ya no disimula que le gustaría ser reelegido en 2019. Más que un objetivo personal, es un gesto dirigido a mitigar las dudas de tipo político que, en especial entre operadores económicos y potenciales inversores, son mayores que la incertidumbre en materia económica”, dice Laborda. En la Casa Rosada se comprende –añade- la prudencia del empresariado, en el sentido de que “cualquier inversión productiva tiene un horizonte que va mucho más allá de los próximos tres años y que un cambio en las reglas de juego en 2019, o incluso antes si se produjera una crisis política como las que acostumbra a tener la Argentina, echaría por la borda cualquier esfuerzo”. Sin embargo, “frente a un año electoral, Macri dejará encerrados en un cajón algunos de sus principios económicos y se tentará con más concesiones que las que la disciplina fiscal aconsejaría”. Añade que “la solución al problema estructural del déficit que el Gobierno ha encontrado pasa por el gradualismo y por crecientes niveles de endeudamiento, pese a que sólo uno de cada tres dólares de deuda va a la inversión. Es una forma de comprar tiempo, aunque nadie tenga claro si ese tiempo servirá para efectuar una progresiva reforma del Estado o para seguir financiando la fiesta de la clase política”.