Otros análisis del fin de semana

Joaquín Morales Solá
LA NACION

Se conocen hace treinta años, los dos hijos de empresarios y ambos, Macri y Scioli, están por cumplir un viejo sueño: “competir entre ellos por la presidencia de la Nación”, dice Morales Solá. Hay otra coincidencia, ninguno de los dos quiere a Massa. Sin embargo los dos deben superar aún varios obstáculos para alcanzar una clara polarización electoral. Macri debe enfrentar una elección clave en su propio distrito. En la que apostó por Rodríguez Larreta contra Michetti en las Paso. Y Scioli necesita de la voluntad de Cristina Kirchner para ser candidato presidencial. Macri tiene problemas en Córdoba, donde no está claro si el candidato a gobernador del acuerdo será Aguad, como él quiere, o Mestre. A su vez, “Scioli tiene clara una sola cosa: nunca se enfrentará con Cristina Kirchner”, pero el riesgo más serio es que Cristina termine levantándole el brazo a Randazzo. Si fuera Scioli el candidato, el interrogante sería las exigencias que le impondrá Cristina. Mientras tanto, Massa esta estancado o en declive desde noviembre. “Massa necesita una buena noticia, urgente, para reinstalar con claridad el triple empate que se le va de las manos”.

Mario Wainfeld
PAGINA 12

A la participación popular de las marchas por el 24 de marzo, que califica de “imponente”, alude Wainfeld en su columna titulada “La historia que marcha”. Sostiene que en ellas “cuatro generaciones se congregan, provienen de todos los estratos sociales. Caminan o van en brazos dos generaciones que sólo vivieron en democracia, digamos las de los nietos o bisnietos de las “viejas” que iniciaron el camino”. Lo que vale, añade, es el peso de la memoria, la potencia de las marchas. Formula luego una reseña histórica y destaca el juicio a los represores, para diferenciar luego lo que ocurre en la Argentina con lo que ocurrió hasta la fecha en Chile, sin juicios a Pinochet ni a los crímenes del franquismo. Más adelante exalta el rol cumplido en esta historia por su medio: “Página/12 estuvo siempre en esas luchas, empezando con los recordatorios que persisten desde sus inicios. Jamás arrió esas banderas, menos cuando los partidos políticos mayoritarios creyeron haber cerrado la historia. Formar parte del torrente es una señal de identidad” para cuestionar ahora el rol cumplido por los medios dominantes que no se hicieron eco de las movilizaciones del 24.

Eduardo van der Kooy
CLARIN

“Hay un espectáculo político de contraste muy fuerte. Cristina Fernández prepara su retiro sin prescindir de nada. Urde un diseño electoral a gusto y antojo. El ultrakirchnerismo asoma entusiasmado. El pejotismo se resigna”, dice Van der Kooy. Envían el pliego de Carlés al Senado, aunque los números no cierren. Obtiene el fallo favorable por el caso Nisman en la Cámara Federal. Los presidenciables de todo color también están pendientes de la competencia electoral, pero “casi ninguno se detiene en la espesa herencia que recibirán”. El caso Nisman parecería casi cerrado. En Casación las defensas para la Presidenta podrían ser mayores. “Cristina estaría logrando con paciencia, como se ve, encorsetar la posible expansión del escándalo Nisman. La denuncia sobre supuesto encubrimiento terrorista, salvo un imprevisto, estaría destinada al olvido. La posibilidad de esclarecer si se trató de un homicidio o de un crimen dependería de un milagro”. Mientras tanto, “los casos emblemáticos de corrupción –el de Ciccone y Amado Boudou– se aletargan en pruebas y trámites administrativos”.

Jorge Fernández Díaz
LA NACION

“A la dirigencia argentina –dice Fernández Díaz- le convendría ir desempolvando los manuales de uso de las grandes alianzas políticas, puesto que a una autocracia personalista de doce años le seguirá inevitablemente una coalición, y no me refiero sólo al acuerdo que firmaron macristas y radicales, o que intenta el massismo con espíritu transversal. El mismísimo Frente para la Victoria tendrá esas inquietantes características: es cada vez más notorio que esa fuerza ya no es un partido sino dos, y que existen más diferencias drásticas e irreconciliables entre el peronismo clásico y el cristinismo que entre los miembros de cualquier otra asociación política”. Sobre este punto se extiende la columna. Pone de relieve las disidencias internas que considera insalvables entre el cristinismo y el PJ. Dice que Scioli, de vencer, impulsará medidas económicas distantes del cristinismo. “¿Cuánta capacidad de digestión tendrá la Nueva Máquina de Tragar Sapos?” El umbral de tolerancia es bajísimo, agrega. Si gana el actual oficialismo, para gobernar habría “dos partidos obligados a quererse a pesar de que se desprecian”.