Scioli puso en marcha su operativo de seducción

Por MARIANO PEREZ DE EULATE

En su último discurso ante la Asamblea Legislativa, el lunes pasado, Daniel Scioli buscó mostrar que está a la altura del desafío de ser Presidente. Es materia de debate en el mundillo político si finalmente lo logró, pero lo cierto es que quiso transmitir cierta imagen de gestor (el fuerte, dicen los que saben, de su rival deseado, Mauricio Macri) y de hombre fundacional del proyecto kirchnerista, nacido allá por 2003.

El gobernador se asume como la continuidad “aggiornada” del modelo que inició Néstor Kirchner, algo que insisten en poner en duda los grupos políticos duros que rodean a la Presidenta.

La lluvia de optimistas cifras que tiró Scioli, siempre relativizadas por la oposición, y el intento de fijar el concepto de que él pudo manejar una Provincia que se supone “inviable”, fueron puntos centrales de esa estrategia.

También, y aunque pueda sonar menor, la decisión de no leer su discurso mirando un papel, como ha hecho con cierto tono soporífero en todas las ocasiones anteriores. Acaso Cristina Kirchner, que le lleva varios cuerpos en esa materia, haya sido una inspiración.

El teleprompter, esas pantallas finitas donde se pasa el discurso, fue un aliado nuevo, que sirvió para darle más espontaneidad al “speech”, para transmitir la sensación de que no leía lo que decía y poder mirar a la platea conformada por diputados y senadores.

En verdad, el gobernador llegó con lo que iba a contar casi sabido de memoria: había estado con un par de colaboradores hasta la 1 de la madrugada del lunes releyendo y corrigiendo el discurso. Ese texto final fue la versión número 42, desde el que inicialmente le acercara su hombre de confianza para estas cosas.

OBSESION

La gran obsesión de Scioli, por estas horas, es convencer al universo peronista –básicamente, gobernadores e intendentes de la Provincia de Buenos Aires- de que él es el indicado para asegurar cierto nivel de competitividad en las elecciones de octubre. Que él va a jugar en serio, hasta el final.

Lo contó muy gráficamente el periodista José Picón en las páginas de este diario, en su edición de ayer, al relatar que en una reunión posterior al discurso en la Legislatura el gobernador le dijo a un puñado grande de alcaldes bonaerenses: “Yo no estoy trabajando para ser candidato, sino para ser Presidente”.

En esa frase, explicarían luego sus voceros oficiosos, Scioli buscó diferenciarse, en especial, del ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, su rival en la interna del Frente para la Victoria que aparentemente está dispuesto a disputar las Primarias Abiertas con el gobernador.

Según esa tesis, el horizonte prioritario del “Flaco” sólo apunta al test primario de agosto, al fortalecimiento interno para después “ver qué pasa”.

Scioli está rodeado de gente que abona la teoría de la “inevitabilidad” de su candidatura por el FPV, debido a su alto nivel de conocimiento y su condición de “moderado” en un espacio donde ese perfil es casi una rareza; y de otra gente que piensa que la Casa Rosada nunca jugará a su favor porque lo considera ajeno y ya ha ofrecido gestos suficientes de desdén y ninguneo.

El último episodio fue en el discurso de la Presidenta en el Congreso, el domingo pasado, en el que subió a Randazzo a un pedestal de figuración y le regaló el proyecto de estatización de los trenes argentinos.

Hay que decir que al ítem ferroviario, junto con el de los nuevos DNI, el ministro supo sacarle jugo proselitista. Si Scioli tiene el naranja como color emblema, Randazzo ha tenido el celeste como estandarte, siempre con la anuencia de Balcarce 50. Pelea cromática a la que, por afuera del FPV, aportó Macri con el amarillo con el que embanderó su gestión y su campaña.

VOCES DEL ENTORNO

Ante el escenario de las Primarias con sólo dos postulantes del oficialismo, las voces más optimistas del sciolismo confían en imponerse a Randazzo en base a la relación que Scioli ha cultivado con los gobernadores y que creen que es buena.

Son los que apuestan a la tesis de que Cristina se mantendrá “prescindible” en la pelea o hará el tan esperado gesto de bendición al gobernador a último momento.

Pero existen otras voces en el sciolismo -aún dentro del mismo gabinete provincial- que temen, en base a la decodificación de las movidas de Cristina, que pase lo contrario y que la Presidenta termine haciendo jugar a su tropa a favor del rival interno de Scioli.

Objetivamente, para el gobernador ese sería un camino mucho más duro de afrontar, sobre todo porque en el Frente para la Victoria extra gabinete provincial no existe una corriente interna denominada “sciolismo”, que sólo reconozca al bonaerense como líder.

Puede sonar a error político luego de dos períodos en la gobernación pero, en verdad, Scioli nunca consideró apropiado o necesario la construcción de ese espacio propio.

Esa incertidumbre respecto a los pasos que Cristina podría dar -que, además, sigue manteniendo la centralidad política aún en la despedida de su gestión- han evidenciado en privado algunos intendentes y acaso por eso Scioli está en plan de seducción plena hacia ellos.

La verdad es que, a esta altura de la carrera, en la gobernación estarían más calmos si pudieran contabilizar a más jefes comunales que manifiesten sin vueltas su adhesión a la postulación presidencial del mandatario. Pero la mayoría de los intendentes prefiere cierta cautela, probablemente, como se dijo, a la espera de definiciones más explícitas “de arriba”. Y a que las encuestas empiecen a marcar tendencias más definitivas.