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Opinión |OFICIALISMO Y OPOSICION CON DISTINTAS URGENCIAS

Tiempo de desafíos de un lado y del otro de la política

Por MARIANO SPEZZAPRIA (*)

Tiempo de desafíos de un lado y del otro de la política

Macri junto a su par francés, ayer en el Palacio del Eliseo

3 de Julio de 2016 | 02:38

Twitter: @mnspezzapria

Las fotografías se suceden: Macri con Hollande, con Angela Merkel, con Obama. El Presidente busca reinsertar a la Argentina en el mundo, tras los años de aislamiento K. Trata de convencer a las potencias mundiales de que el país está apto para recibir inversiones. Aunque para ello deba apelar a sus propias esperanzas sobre la estabilidad política y económica nacional.

Macri luce más cómodo transitando las alfombras de la diplomacia presidencial que en los caminos sinuosos que impone la política doméstica. Por eso su gestión consolida una buena ponderación en el exterior, pero se complica fronteras adentro. Esa notoria dualidad está ahora en el centro de la escena, porque el mandatario inició el segundo semestre con un viaje a Europa.

EXPLICACION

El momento elegido para la visita no es indistinto, a tal punto que Macri debió explicar a los corresponsales europeos en Buenos Aires lo que su administración había querido transmitir a la sociedad cuando puso proa hacia la anhelada segunda mitad del año. “No dije que la Argentina iba a tener todos sus problemas resueltos en el segundo semestre”, buscó aclarar el mandatario.

El comentario del Presidente fue razonable, salvo por el hecho de que fue el propio gobierno el que generó expectativas sobre el segundo semestre, en medio de un fuerte ajuste tarifario que echó leña al fuego de la inflación aunque -todos reconocen- resultaba en gran medida necesario para frenar la emisión descontrolada a la que obligaban los subsidios. Lo cierto es que esos aumentos generaron dificultades a vastos sectores de la población para llegar con aire a fin de mes. El esfuerzo colectivo se justifica si luego viene el alivio.

La descompresión ya se siente en el campo, beneficiado por la reducción y quita de las retenciones a las exportaciones, una de las primeras medidas de Cambiemos en el poder. Pero no sucede lo mismo en las grandes ciudades y sus periferias, entre ellas el Conurbano bonaerense, que son vitales para el futuro político de la alianza gubernamental dada su alta incidencia electoral.

En especial, el malestar se percibe en la clase media urbana -que apoyó a Macri y a María Eugenia Vidal fatigada de la confrontación permanente que proponía Cristina Kirchner- y que ahora se siente castigada por la merma de su poder de consumo. “Esta discusión está instalada en la cocina de las familias”, comentó un intendente del Gran Buenos Aires, que por cierto no es oficialista. Pero el “destape” de los hechos de corrupción en la anterior administración siguen actuando, para Macri, como un paraguas protector.

El gobierno conoce esta realidad, pese a que no la reconozca en su discurso público. Y por eso apuesta a que el humor social repunte con el impacto de los aumentos salariales producto de la ronda de paritarias, el medio aguinaldo cobrado en junio y el anuncio del pago a los jubilados que litigaron contra el Estado. Ese sector es el otro al cual el Gobierno buscó reparar años de postergaciones.

El apoyo es recíproco: en las encuestas surge con claridad que las personas mayores de 50 años brindan un respaldo mayoritario al gobierno. Pero Macri sabe que con eso no alcanza y ante el cuadro desalentador que ofrece la economía, la mano se la tiende paradójicamente una política de oposición: Cristina Kirchner. Su viaje a Europa coincide con el regreso de la dama a Buenos Aires.

La ex presidenta decidió volver a la capital por dos motivos: el desbande del Frente para la Victoria en el Congreso, a raíz de los escándalos de corrupción de personajes afines a ella como José López y Lázaro Báez; y la necesidad de mostrarse activa como conductora política frente a la posibilidad de que la Justicia ordene su detención. No sería lo mismo que la detuvieran en la lejana Santa Cruz.

CERCO JUDICIAL

Cristina sintió que las balas picaron demasiado cerca con los allanamientos a propiedades del clan Kirchner en la provincia patagónica, ejecutados por el fiscal Marijuan. Entonces, el regreso al centro del país está relacionado con su necesidad de provocar una concentración masiva en el caso extremo de su detención, para emular lo sucedido con Juan Perón el 17 de octubre de 1945.

Claro que la realidad histórica es distinta y no se avizora que pueda ser defendida por las masas obreras, menos aún por la soberbia con que trató a los sindicalistas cuando le tocó ejercer el poder. La última movilización en su favor ocurrió en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, cuando declaró en la causa del dólar futuro. Ahora deberá notificarse allí de su procesamiento.

El peronismo se encuentra, en rigor, en una etapa de “deskirchnerización”. Ya tuvo dos escisiones el bloque de diputados y se está gestando una tercera y definitiva que incluirá al propio titular del PJ, José Luis Gioja. La determinación será adoptada por una Comisión de Acción Política integrada por los gobernadores justicialistas y el jefe de la bancada de senadores, Miguel Angel Pichetto.

Hasta el regreso de Cristina, la tendencia de estos movimientos era el aislamiento de La Cámpora y dirigentes emblemáticos del kirchnerismo, como Julio de Vido. Como consecuencia, resultaba lógico que se iniciaran conversaciones con sectores autoexiliados del PJ en los últimos años, como el massismo. Pero con la presencia de la dama, habrá menos tranquilidad para esas negociaciones.

Para empezar, Sergio Massa dará mañana una señal concreta de su rumbo político: se mostrará en Mar del Plata junto a Margarita Stolbizer, con quien viene perfilando una alianza electoral de cara al año próximo. La titular del GEN bonaerense tampoco esconde su intención de participar de esa contienda: sus críticas a Elisa Carrió no pasaron inadvertidas para los armadores de Cambiemos.

“Lilita” ratificó que sería candidata a senadora nacional por la Provincia si fuera “imprescindible” para el oficialismo. Por esa misma postulación competiría Massa, quien ya comenzó a dedicarle un día a la semana a recorrer el territorio bonaerense. La mayoría de sus visitas son a pymes que tienen dificultades para afrontar la situación.

En la visión que Massa quiere difundir, Cambiemos representa a las grandes empresas, con las que Macri -según el tigrense- tiene relaciones históricas. Por eso se lo vio activo a Massa con la ley de promoción para las Pymes en la Cámara de Diputados, compartiendo el cartel con el justicialista Oscar Romero, cuya iniciativa beneficia a la industria de autopartes.

UN ENOJO

Justamente en la sesión en la que fueron aprobados esos dos proyectos, se disparó una discusión inesperada que desnudó la interna oficialista: Carrió se enteró en el recinto de que el PRO había pactado con el FpV-PJ que no se le preguntara a la canciller Susana Malcorra por una denuncia en su contra durante su gestión como jefa de gabinete del surcoreano Ban Ki-moon en la ONU.

El enojo de Carrió se hizo más ostensible porque ella preside la comisión de Relaciones Exteriores de Diputados y el pacto de silencio se hizo a sus espaldas. Tampoco el radical Mario Negri pareció enterado del asunto. Malcorra fue denunciada de impedir que se difundiera un caso de abuso por parte de Cascos Azules de la ONU en África en 2014, cuando era la mano derecha de Ban Ki-moon.

Lo cierto es que “Lilita” mantiene su independencia y no es incondicional del PRO. Se esfuerza por acompañar al Gobierno pero señalando errores y discrepancias, mientras se le reconoce que sus denuncias durante el ciclo kirchnerista no eran fruto de su imaginación, como muchos -y no solamente los entonces oficialistas- sostenían.

Sobre el episodio que involucra a Malcorra -y que derivó en el enojo de Carrió esta semana-, no son pocos los que especulan con que tuvo que ver con su sorpresiva llegada al gabinete de Macri, con la supuesta intención de preservarla para una posterior candidatura a la secretaría general de la ONU. La movida excede a la Argentina pero al Presidente le sirve que su canciller esté en la nómina de postulantes a encabezar la organización más importante del planeta.

Tal vez, hasta le podría facilitar al gobierno un contrapeso para la figura del Papa Francisco, que no ofrece ninguna señal de apoyo a Cambiemos. Mientras Macri visita a Hollande y Merkel en el viejo continente en compañía de Malcorra, y promete desde allí que el segundo semestre será mejor que el primero, lo cierto es que el futuro de su canciller podría aclarar antes que la economía.

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