Una tendencia mundial que estimula el uso de bicicletas y de energías alternativas

La decisión del gobierno de Francia de pagar 25 centavos de euro por kilómetro recorrido a las personas que vayan en bicicleta desde sus domicilios hasta el lugar de trabajo, como parte de un conjunto de medidas que entrará en vigencia a partir del 1 de enero próximo, para promocionar los transportes y equipos domésticos no contaminantes, constituye un recurso imaginativo cuya instrumentación, seguramente, podrá aportar conclusiones positivas para una mejor calidad de vida en los centros poblados.

Según se informó en este diario, el Ejecutivo francés expresó que el pago pretende incentivar una práctica que, además de reducir la contaminación, contribuye a mejorar la salud de la población. Asimismo, la ministra de Ecología presentó algunas novedades para los dispositivos que permiten limitar el tráfico en las ciudades y así evitar las consecuencias de la contaminación del aire. En este sentido, explicó que con varios días de antelación y en cuanto haya una previsión de pico de contaminación, se podrá decidir la circulación alterna, es decir sólo la de los vehículos con matrículas pares o impares.

Las autoridades francesas también destacaron que se mantiene un subsidio de 10.000 euros para los que compren un vehículo eléctrico y lleven al desguace otro con motor de explosión; y también uno de 1.000 euros a los que cambien la calefacción por otra “no contaminante”.

Más allá de las circunstancias diversas y de los contextos socioeconómicos que diferencian a los países y que, obviamente, es preciso ponderar, es evidente también que esta decisión del gobierno de Francia se enmarca en una tendencia universal que apunta a promover el uso de las bicicletas en las ciudades y la utilización de energías limpias que, además, una vez que se generalicen, resultan ser decididamente más económicas. Se habla, entre otras, de la energía solar y la eólica, por dar sólo algunos ejemplos.

En numerosas oportunidades se ha reflejado en este diario la necesidad de buscar medios alternativos de transporte en una ciudad que, como la nuestra, viene dando elocuentes signos que preanuncian un colapso del tránsito automotor. Está suficientemente demostrado en muchas ciudades del mundo -la mayoría de ellas pertenecientes a países de avanzada- que la bicicleta es un medio de transporte ecológico y económico que, además, puede contribuir en buena medida a descongestionar el tránsito vehicular.

En consonancia con esa tendencia, es verdad que se han presentado algunas iniciativas que, sin embargo, hasta ahora resultaron muy esporádicas y parciales. La Ciudad ha demostrado no estar suficientemente preparada para garantizar el uso seguro de las bicicletas por la falta de bicisendas y de circuitos exclusivos, entre otras causas. Sin la presencia de estos mínimos estímulos, tales proyectos seguirán viéndose frustrados. Cabe señalar que lo mismo puede decirse del uso de energías alternativas, en teoría ya largamente aprobadas, pero aún distantes si se intenta darles presencia efectiva en la vida cotidiana de los habitantes.

La medida que entrará en vigencia en Francia refuerza, sin duda, los proyectos existentes y encaminados a desalentar el uso del automóvil en los grandes centros poblados, pero también se abre hacia el empleo de energías alternativas, caracterizadas por su limpieza medioambiental y por su bajo costo.