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Policiales |dudas y misterio

A un mes del doble crimen en Gorina , asombra la habilidad de los prófugos

Sergio Maydana y Flavia Rodríguez dejaron a su beba y se fueron. Ahora designaron defensor

24 de Septiembre de 2016 | 01:22

El doble crimen del cirujano plástico Guillermo Luna (65) y su esposa, la cosmetóloga Laura Favre (42), fue noticia nacional hace un mes y las caras de los dos acusados de ejecutarlo, Sergio Maydana y su pareja, Flavia Rodríguez, circularon por todos los medios durante semanas. Sin embargo, ya pasaron 27 días desde que la jueza Marcela Garmendia ordenó su captura nacional e internacional, y de ellos nada se sabe, por lo menos hasta ahora. La última novedad es que el jueves pasado un abogado defensor se presentó para ver la causa (ver aparte).

“Estar prófugos sale muy caro”, admitió un investigador policial, “sobre todo en casos tan mediáticos, donde los que los ‘aguantan’ piden más plata por el riesgo o los extorsionan a cambio de no denunciarlos”.

¿El prestamista y la oficial de policía disponían de tantos recursos como para mantenerse ocultos? Aunque probable, eso no es tan cierto como el hecho de que el efectivo se termina pronto (sobre todo en estas circunstancias) y las tarjetas no son una posibilidad, ya que están tan monitoreadas como los teléfonos celulares y cualquier otro dispositivo que ayude a rastrearlos.

Luna y Fravre fueron asesinados a tiros el lunes 22 de agosto dentro de su camioneta Kia Montero negra, que apareció estrellada contra un poste en 490 entre 136 y 137. Por los dichos de testigos y las huellas levantadas en la 4X4, los pesquisas están convencidos de que el hecho fue cometido por un hombre y una mujer, con pistolas calibre 9 y .45 milímetros.

una fuga en apuros

Esa misma noche, o en las primeras horas del martes, Maydana y Rodríguez se fueron de su casa de Hernández con mucho apuro, a juzgar por el revuelo que un amigo pudo ver a través de la cerradura y confirmaron los policías que la allanaron un par de días más tarde.

Además, la pareja dejó a su beba de 5 meses en la vivienda de la madre de ella, en el barrio Campamento, de Ensenada, y escapó en su automóvil Ford Fiesta negro. Lo último que se supo de Rodríguez fue lo que les dijo telefónicamente a sus compañeros de la comisaría de Gonnet que la contactaron el martes (el día siguiente del doble crimen) para preguntarle por qué no había ido a trabajar. Argumentó que le habían robado el arma y estaba amenazada por un tal “Simpson”.

Para el criminalista Raúl Torre, la del doble crimen es la “escena de un hecho que se ha precipitado, desorganizada y no prevista por los agresores”.

Por eso, según dijo a este diario, su “idea original fue un hecho de inseguridad callejera, que obviamente exacerbó la violencia. Y obviamente el móvil sería el robo, que puede persistir aún con los agresores que se encuentran bajo sospecha”.

Tampoco descarta como “segundo móvil posible una cuestión personal en la vida de las víctimas”. Pero, más allá de las motivaciones y la mecánica de los homicidios, Torre opinó que para mantenerse prófugos, “además de capacidad económica, se requieren vinculaciones y conocer los métodos policiales de investigación”.

el sitio de los buscados

El ministerio de Seguridad bonaerense tiene publicados en su página web 189 prófugos, discriminados por “civiles” (174) y “ex policías” (15). Buena parte de ellos aparecen sin fotos (en muchos casos porque quedan pendientes ruedas de reconocimiento), ni datos de recompensas y sobresalen en número los civiles buscados por homicidios (131 del total).

Maydana y Rodríguez no aparecen todavía en ese sitio, como tampoco figuran sus nombres en una herramienta habilitada para buscar prófugos por las identidades o las causas.

Desde el ministerio no explicaron cuál es la metodología o protocolo de carga de datos, pero fuentes policiales y judiciales que conocen la herramienta deslizaron que “no hay ninguna”.

“En ese portal aparecen los prófugos por los cuales se ofrecen recompensas, algunos de los casos con mucha repercusión o si la publicación la ordenan jueces o fiscales”, reveló una alta fuente judicial. Por ahora, Maydana y su mujer no están en esa suerte de “álbum” virtual.

Mientras tanto, los rastrean siguiendo las pistas de los celulares, cámaras de seguridad y observando de cerca los movimientos de familiares y allegados. Un pesquisa con experiencia en este terreno confió en que muchos prófugos “caen porque se les termina la plata, pero también porque extrañan (este caso es muy particular ya que dejaron a su beba y es probable que pronto quieran contactarla), por descuido o por cansancio”.

En general los descubren cuando se termina el dinero para pagar el “aguante” en casa ajena, los atrapan en otro delito, porque los delatan o deciden visitar a un ser querido.

Los más precavidos salen de noche o falsean sus documentos, y no son pocos los que logran mantenerse ocultos lo suficiente, como para que los tiempos de la Justicia les garantice la libertad por prescripción de la causa.

Viven con identidades cambiadas y se aprovechan de que el entrecruzamiento de datos entre fuerzas de seguridad es prácticamente nulo.

“Se nos escapan las tortugas”

“En la República Argentina se nos escapan las tortugas”, ironizó el fiscal platense Marcelo Romero, antes de explicar que “no trabajamos como equipo, sino conformando compartimentos estancos y en permanente competencia. Llegar primero es la consigna o, en su defecto, ‘vender humo’ al superior o a la comunidad”.

Para el fiscal, “no es necesario ser un experto del FBI para aseverar que, ante una crisis del sistema, todos los mecanismos deben moverse en bloque y en forma coordinada, como un reloj”, algo que en Argentina parece fallar.

Por su experiencia, los investigadores policiales dan por cierto que los prófugos “prefieren las provincias del centro y del norte del país para esconderse”, porque “la vida es más barata y las ‘coimas’ a los funcionarios también”.

También están los que optan por “perderse” en la multitud de ciudades grandes. Como sea, buena parte termina cayendo por error o por descuido. “A falta de tecnología, el tiempo y la perseverancia son claves para una captura”, admite un pesquisa.

“Cada vez que uno o más individuos se profugan del accionar del sistema penal del Estado, un aceitado mecanismo de instituciones y funcionarios públicos se pone en marcha para lograr rápidamente el paradero del o de los evadidos del aparato represivo estatal”, reflexionó el fiscal Romero, no sin aclarar que “esto sucede en los países normales”.

“En estas tierras el Poder Judicial y el Ministerio Público desconfían de la Policía. Les adjudican culpas y fracasos en la prevención, en la investigación, en la preservación de las evidencias, en la reserva de las actuaciones, secreto profesional, etcétera”, así como “la Policía desconfía de jueces y fiscales”, a quienes “considera engreídos de traje y corbata; falda y tacos altos, funcionarios de escritorio, sin experiencia, soberbios y no conocedores ‘de la calle’, ‘el barro o la realidad’”.

Y, siguió Romero, “los organismos de Derechos Humanos detestan a las Policías, a las Fuerzas de Seguridad y a los Servicios Penitenciarios y viceversa, y desconfían del Poder Judicial y del Ministerio Público”, y “el Poder Judicial y el Ministerio Público desconfían de los Organismos de Derechos Humanos”.

“Las Policías desconfían de los Servicios Penitenciarios y viceversa, y de las Fuerzas Federales de Seguridad”, agregó Romero, sin pasar por alto que “todos los organismos que integran el Sistema Penal desconfían de la prensa”, pero “no despegan sus ojos de las pantallas de tv, diarios y portales de Internet”.

Por eso, remató, “con este panorama no resulta extraño que, a modo de ejemplo, los entonces prófugos de la cárcel de General Alvear, Martín Lanatta, Cristian Lanatta y Víctor Schilacci , fueran hallados por unos puesteros rurales”.

despues del escandalo

Aquella triple fuga de los condenados por el triple crimen de General Rodríguez reavivó la polémica en torno a las fallas en el sistema de búsqueda de personas en el país, lo que incluye a las que desaparecen sin motivos.

En plena búsqueda de Lanatta y los Schilacci, el presidente Mauricio Macri anunció la conformación de una unidad especial para buscar a los “más de mil prófugos que andan vivitos y campeando por la Argentina”.

En esa conferencia de prensa el mandatario reconoció que “tuvimos fallas de coordinación, problemas con las justicias locales respecto de la federal para poder coordinarse; tenemos problemas en los sistemas de comunicación”. Más de ocho meses después de aquel anuncio, saldar las fallas en la coordinación y la comunicación sigue siendo una cuenta pendiente.

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