Aumentaron los crímenes intrafamiliares

En el quincho de una casa de San Vicente, Jorge Canteros (51); su pareja, Giselle Minod (34) y su madre, Norma Aguirre de Canteros (78), se preparaban para comer un asado. Era la noche del 10 de enero de 2004, la última de sus vidas. Los ejecutaron desde corta distancia, con un arma que el comerciante tenía en su casa. Cuatro años después, el Tribunal Oral en lo Criminal 4 de La Plata condenó a reclusión perpetua al hijo de Canteros, nieto del fallecido diseñador de zapatos Pepe Cantero. Los jueces concluyeron que Alex Canteros ejecutó a toda su familia con 18 años y la ayuda de un compinche, enceguecido por la leyenda que decía que en el jardín de aquella casa su abuelo había enterrado un tesoro de 10 millones de dólares, que nadie vio, ni encontró, ni antes ni después. Pero eso es otra historia.

Lo que nunca estuvo en duda fue el interés económico como móvil de la masacre, algo que suele repetirse cada vez con más frecuencia en los delitos intrafamiliares.

El 4 de junio, Aldo Zárate (76) y su mujer María Esther Paz (71) aparecieron degollados en su casa de 2 y 521

Aunque el caso está en etapa de investigación, fue detenido un sobrino de la mujer - Gustavo Germán Ludueña (36)- y está en la mira su hermano, sospechados de haber ejecutado el doble crimen para apropiarse del dinero que la pareja tenía ahorrado (ver aparte). En la vivienda, que dejaron totalmente revuelta, quedaron 130 mil pesos, pero en esta historia tampoco se pone en duda el interés económico.

“Ha aumentado el delito violento intrafamiliar no solamente en asaltos”, confirmó el fiscal platense Marcelo Romero, incluyendo en esa categoría a las lesiones, abusos sexuales, homicidios. “Hasta hace algunos años, eran excepción. Hoy son moneda corriente, fundamentalmente teniendo a menones y mujeres como víctimas”, aseguró. Para Romero, “entre los últimos cinco años u ocho años se viene notando un incremento en el delito intrafamiliar, con niveles de violencia inéditos. Entre varias razones, entiendo que el consumo abusivo de estupefacientes y de alcohol, han potenciado estas conductas”.

Enrique De Rosa es médico legista y psiquiatra. Según su criterio, en relación con este fenómeno “ hay una construcción social de la violencia”.

A pesar de estar imputados de delitos gravísimos, como puede ser el homicidio de un familiar directo, De Rosa aclaró que en los peritajes a estos acusados no necesariamente se detecte una psicosis. “Es gente que vive en otra categoría particular. Es parte estructural del individuo, no desde una patología, sino que es parte del todo”.

Aunque este tipo de historias se hayan vuelto cotidianas (como todo lo vinculado a la violencia), no constituyen un fenómeno nuevo.

El 10 de noviembre de 1988 Miguel Savinelli, de 47 años, y su mujer Lucía Parrillo, de 39, aparecieron estrangulados con cables de velador en su casa de calle 132 número 51. Los cuerpos habían sido hallados en uno de los dormitorios de la casa, mientras que en otro la Policía encontró atados a los hijos del matrimonio: Sandra (por entonces de 18 años); un joven, de 15, y otro, de 12, mientras que la más chica, una nena, dormía en su cuna.

Planteado como un doble homicidio en ocasión de robo, la investigación dio un giro inesperado cuando 15 días después de los crímenes, el mayor de los varones Savinelli le dijo a la Policía que esa noche, mientras estaba inmóvil por las ataduras, oyó la voz de una mujer que le pareció que era su hermana, hablando con los asesinos. La joven fue detenida junto a quien era su novio, Jorge Cano, por entonces de 24 años y chofer de la línea 561. La condenaron a reclusión perpetua y en diciembre de 2005 obtuvo salidas transitorias para estudiar Derecho y visitar a sus abuelos maternos.

El fiscal Marcelo Romero advierte que, más allá de los casos que aquí se plantean, “el delito intrafamiliar no siempre está relacionado con la codicia” y menciona que “posturas machistas, de dominación de género o desviaciones sexuales, pueden influir en las conductas prohibidas.” Y agrega: “La criminalidad por codicia no es privativa del ámbito familiar, aunque el conocimiento, la confianza, y la cercanía favorecen enormemente al criminal en estas acciones típicas”.

Según el psiquiatra De Rosa, en muchos de estos crímenes los responsables “terminan matando por la proximidad” y estar “facilitado el mecanismo del pasaje al acto”, incluso cuando, ya cumplido el objetivo (por ejemplo, apropiarse del dinero), “no hay ninguna necesidad de asesinar a la víctima”.

la peor sospecha

La mecánica de un crimen, los indicios, la escena y sus circunstancias, ayudan a sostener las primeras hipótesis en relación a los móviles de cualquier caso. Y en muchos los investigadores no tardan en adivinar la mano de un allegado directo.

“Nunca es fácil la construcción de presunciones. Además, surgen otros obstáculos, como ser el encubrimiento por parte del resto del núcleo familiar o -directamente- la negación. Y muchas veces, la complicidad o la co-autoría”, deslizó Marcelo Romero.

El fiscal destacó que “en base a interrogatorios indirectos, a conversaciones asertivas u otras técnicas de investigación, la pesquisa puede llegar a buen puerto. En ocasiones, el núcleo familiar es tan cerrado, que las presunciones o la prueba directa deben llegar por otro lado, como investigaciones patrimoniales sobre la herencia, seguros de vida, ahorros, premios en juegos, indemnizaciones u operaciones inmobiliarias”.