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Baleado por su bicicleta: “Me tiraron porque el aire es gratis”

Pablo Berón fue atacado el 7 de enero. Recibió el alta y mañana nacerá su primera hija

Baleado por su bicicleta: “Me tiraron porque el aire es gratis”

Pablo Berón salió del Hospital Italiano el miércoles pasado, retiró él mismo las banderas que los suyos habían colgado a modo de ruego y volvió a su casa. Quienes lo atacaron siguen prófugos

23 de Enero de 2017 | 02:38

El 7 de enero a la 1 de la madrugada, Pablo Berón (33) cayó al asfalto en Gambier. Le habían pegado un tiro por la espalda que le perforó un pulmón y le rozó el corazón. Los pronósticos eran sombríos, pero él afrontó una recuperación sorprendente. Hoy, dos semanas después, está de alta y ansioso por el nacimiento de Martina, su primera hija, en un parto programado para mañana.

Desde el primer minuto hubo dudas sobre por qué los delincuentes le dispararon, a pesar de que ya le habían sacado su bicicleta de alta gama. ¿Se quiso resistir? ¿Intentó escaparse?

“Nada de eso. Yo les di la bici y me di vuelta para irme caminando. Ahí me tiraron por la espalda, porque el aire es gratis”, resaltó Pablo. El tampoco encontró un motivo lógico a semejante violencia.

El asalto comenzó como tantos otros en la Región. Berón había estado en una reunión con amigos en 133 entre 49 y 50, previo a haber ido a visitar a su madre, todo a bordo de su rodado costoso. Una mountain bike que ya tenía planeado vender, por el temor a que le pasara lo que finalmente lo ocurrió.

Dos motochorros lo abordaron en medio de la oscuridad de la zona y lo encañonaron. Pablo ratificó, en diálogo con este diario, que no ensayó una huida y que obedeció a los ladrones. Estos se escaparon del lugar lo antes que pudieron.

Después de escuchar la detonación, los amigos de la víctima salieron a la calle y llamaron desesperados al 911. Llegaron los patrulleros del Comando, pero la ambulancia demoraba demasiado. Por eso se comunicaron con el jefe de Pablo, el dueño de una sandwichería de 1 y 69 donde el muchacho trabaja como empleado, que fue al lugar y lo cargó en la camioneta para trasladarlo cuanto antes. Lo llevó al Hospital Italiano.

Según Doella, su madre, esos minutos decisivos pudieron haber resultado fatales: “Mi hijo estuvo a punto de morir desangrado. Perdió el 60 por ciento de la sangre de su cuerpo”, destacó.

Según fuentes del caso, la bala le afectó un pulmón y le rozó un extremo del corazón. Los médicos tuvieron que someterlo a dos cirugías. Desde entonces, establecieron esperas para verificar su evolución y siguieron minuciosamente cada cambio en el cuadro.

A lo largo de 11 días, su familia y amigos estuvieron al pie del cañón, colgaron banderas en la puerta del hospital, esperando cada novedad. “Queremos agradecerle a todo el Italiano y a su personal, por cómo trataron a mi hijo y a nosotros”, expresó Doella, ya con el final feliz sellado. Antes de esta instancia, hubo momentos de zozobra, porque Berón estuvo literalmente al borde de la muerte. La recuperación maratónica se coronó el miércoles pasado, cuando el paciente fue dado de alta. Desde entonces tiene orden de permanecer en espacios extremadamente pulcros y utiliza un barbijo.

A Pablo todavía le cuesta reconstruir lo que le pasó. Primero, porque cuando lo entubaron le rompieron las cuerdas vocales y hoy habla con dificultad. Y además porque no se acuerda de nada de lo sucedido entre que le pegaron el tiro y que se despertó en el hospital.

“Me contaron de lo grave que estuve”, aseguró el hombre, como si se tratara de un relato en tercera persona, que no le perteneciera a él.

“un milagro”

“Queremos que Pablo se recupere y pueda ver a su hija cuando nazca”, decían una y otra vez sus familiares cuando todavía el final era incierto.

El protagonista de este “milagro de Dios”, como lo catalogó Doella, podrá cumplir su mayor deseo. Probablemente sea mañana, cuando su mujer quede internada para dar a luz a Martina, su primera hija.

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