Con un durísimo alegato, la fiscal pidió 40 años de cárcel para Martínez Poch

La fiscal de Juicio de La Plata Florencia Budiño solicitó ayer 40 años de prisión para Jorge Martínez Poch (54), al considerarlo autor responsable de haber secuestrado, golpeado y violado a la abogada platense Vanessa Rial (43), y de abuso y corrupción de sus dos hijas cuando, desde que estas tenían 6 y 7 años, hasta que cumplieron 14 y 15.

El acusado siguió el alegato haciendo anotaciones sobre copias de la causa, inexpresivo, por momentos dormitando. Al final de los alegatos no usó el derecho que tienen los acusados de decir algo, optó por el silencio, aunque luego ante una consulta periodística, el acusado calificó de “exagerada” la pena pedida por la fiscal, y que solo está arrepentido de “no haber podido estar más tiempo con mis hijas”.

Por su parte, los doctores Julián Rimada y Martina Raffetto, en el rol de particular damnificado, como representantes de Rial , adhirieron al criterio de la fiscalía con respecto a esa tramo de su alegato, y solicitaron -sólo por los hechos que se ventilaron en el juicio con respecto a Vanessa- que se le aplique al acusado la pena de 25 años de prisión (ver aparte).

En tanto, el abogado Martín Cerolini, planteó la absolución por inimputabilidad de Martínez Poch.

La fiscal, en un meduloso alegato, que duró mas de cuatro horas, concluyó: “los hechos se encuentran probados, también la autoría”, y por ello solicitó la severa pena por los delitos de “corrupción de menores agravada por violencia, amenazas, intimidación y vínculo de parentesco en concurso real con abuso sexual, gravemente ultrajante agravado por el vínculo de parentesco y por el grave daño a la salud mental en perjuicio, de sus hijas”.

También consideró que a esos delitos se le deben sumar, “en concurso real, abuso sexual con acceso carnal reiterados, agravado por el grave daño en la salud mental y por haberse cometido por dos personas cuanto menos en un hecho, también en concurso real con privación ilegal de la libertad agravado por haberse logrado el propósito perseguido”, en perjuicio de Rial.

Cuando la fiscal describía ayer cada uno de los padecimientos que sufrió la doctora Rial, en la sala de audiencias el padre de la víctima lloraba desconsolado.

En la acusación, la fiscal Budiño narró como fue el proceder del acusado, según contaron los testigos en las audiencias, que se desarrollan desde el primero de agosto.

En todos los casos, el imputado se presentaba primero como “un seductor encantador” y posteriormente dominaba a las víctimas “con violencia psicológica y psíquica”.

Las dos hijas de Martínez Poch, hoy de 19 y 20 años, respectivamente, quedaron con éste al morir la madre de ellas y a partir de ese momento, según declararon, su padre las esclavizó, las obligaba a ver películas pornográficas y presenciar sus actos sexuales con otras mujeres; además de realizarle tocamientos en sus partes íntimas, entre otros vejámenes.

En el caso de Rial, según la fiscal, Martínez Poch la sedujo con una imagen de “príncipe azul”, inteligente, culto, amable, para luego reducirla con narcóticos, golpearla y violarla, incluso permitiendo que al menos otro hombre abuse de ella.

Al igual que con otras ex parejas, ese “príncipe azul” se transformó en un ser posesivo, agresivo, que aisla a la mujer de su entorno familiar, de amistades y laboral, “coptando así su voluntad” con amenazas y violencia psicológica, apuntó la fiscal.

“`Yo le contestaba lo que él quería por miedo, decían las hijas”, precisó la fiscal al igual que hacía Rial, quien temía que Martínez Poch matara a sus padres, de quien había averiguado todos sus movimientos.

La fiscal destacó también que el Martínez Poch “tiene un absoluto entendimiento de los límites de su accionar” y que “se limita” cuando sabe que puede ser penado, como lo hizo en ocasión de llevar a Rial a casa de un familiar de él, donde “actuó” para fingir que eran una pareja feliz.

La fiscal Budiño tomó en cuenta para agravar la pena el grave daño en la salud de las víctimas, en el caso de Rial, “una afección mental crónica”, por la que, tal como lo expresaron en el juicio expertos en psiquiatría y psicología, deberá ser tratada de por vida.