Detrás de la pornografía infantil, mezcla de perversión y negocio

Cerca de 750 mil pedófilos de todo el mundo circulan a diario por internet a la caza de pornografía infantil, una actividad sobre la que, como en su momento ocurrió con la drogas o con la venta de armas, el crimen organizado ha puesto sus tentáculos en este último tiempo con la única finalidad que conoce: ganar dinero.

El dato corresponde a un informe reciente de Unicef, según el cual casi el 20% de toda la pornografía que circula por la web tiene como protagonistas a niños y adolescentes.

En nuestra región, donde hace unos dos meses se creó una UFI especializada en Pornografía Infantil y Delitos Conexos, a cargo del fiscal Fernando Cartasegna, que actualmente investiga más de cien casos de pedofilia (ver “En La Plata...”), los investigadores le confiaron a este medio que en el universo de la pornografía infantil “hay que diferenciar dos personalidades: los que se dedican a la producción y distribución de este tipo de material, que no necesariamente lo consumen, y las personas que padecen una patología que los lleva a excitarse con menores. Los primeros integran organizaciones que cuentan con recursos y altos conocimientos informáticos que dificultan su rastreo. Hoy en día el terrorismo y el narcotráfico internacional, de hecho, se financian con los ingresos que logran a través de la distribución de este tipo de material. Se calcula que en el año 2009 sólo la pornografía infantil generó 12 mil millones de dólares de ganancias en todo el mundo. Los segundos forman comunidades cerradas, pero no todos tienen conocimientos profundos sobre informática”.

Al tratarse de un delito de alcance global, que puede cometerse en una habitación de Ensenada pero tener vínculos con redes instaladas del otro lado del océano, los investigadores locales trabajan en conjunto con otras entidades del planeta, como es el caso de la fundación The National Center for Missing & Exploited Children , de Estados Unidos, que detectó el caso de la profesora de Punta Lara acusada de pedofilia (ver página 18).

Y aunque el tráfico de drogas es el principal negocio de las organizaciones dedicadas al crimen organizado -la mitad de los grupos desmantelados el año pasado en Europa tenían como principal actividad la comercialización de cocaína-, los investigadores de la Brigada Tecnológica de la Policía (BIT) de ese continente comprobaron cómo en los últimos años complejas tramas internacionales se están especializando en proporcionar nuevos materiales de pornografía infantil.

“No existe ninguna investigación en la que no estén implicados cuerpos policiales de varios países. De no hacerlo así, sería imposible”

Según el inspector Luis García, al frente de la Sección I de Protección del Menor de la BIT, “como en cualquier otra organización criminal, los integrantes de las bandas que comercializan pornografía infantil están estructurados, jerarquizados y altamente especializados en determinadas funciones. Hay quienes cometen los abusos sexuales a menores, están los que fotografían y graban; algunos captan en la red a futuros clientes mientras que hay miembros de la organización que se encargan de vender el material e incluso de blanquear las ganancias”.

distribuidos y organizados

La “profesionalización” de estas redes criminales, según se apunta, llegó tan lejos que elaboran y distribuyen por internet completos “manuales” de consejos para acercarse a menores y abusar de ellos, cómo ocultar el delito a su familia o, sobre todo en Asia y algunos países de Centroamérica, recomendaciones sobre turismo sexual infantil.

Todo sumergido en un entramado complejo que sitúa a los productores pederastas en un país y a sus clientes en otros, con videos e imágenes ofertados en páginas de internet y foros ocultos ubicados en servidores diferentes.

El valor de este “mercado” en auge está en la novedad, señalan los investigadores. Si bien la pornografía infantil antigua se sigue moviendo en programas de intercambio de archivos, los llamados P2P, existe ya una mayor demanda por correo electrónico en la que se conocen los pedófilos, y en foros privados alejados de los buscadores de internet convencionales.

precios e intercambio

Los precios elevados hacen que se trate de un negocio por demás jugoso. Desde 50 euros por acceder a imágenes que ya llevan tiempo circulando por la red hasta llegar a mil euros o, incluso, los 38 mil euros que se gastó hace poco una persona en España -que ya fue detenida- por disponer de un “paquete” en su computadora con material de pornografía infantil elaborado en nuestro continente.

Frente a este delito, como se dijo, las policías de todo el mundo han hecho causa común. “No existe ninguna investigación en la que no estén implicados cuerpos policiales de varios países -dice el jefe inspector de la BIT-. De no hacerlo así, sería imposible”.

En ese marco, el fiscal Cartasegna ayer volvió a reclamar “la reforma urgente de las leyes” locales dado que, según fundamenta el funcionario judicial, existe la necesidad de acudir a “la decisión jurisdiccional que imponga una discusión legislativa superadora, para que los niños sigan siendo niños, y que el derecho penal acuda en su protección desalentando las conductas que llevan al acceso de los depredadores, que sólo desean satisfacer los más bajos instintos sexuales o lucrar con el menoscabo de la integridad de la niñez”.

Al margen de los que buscan material de pornografía infantil movilizados únicamente por su patología y perversión, quienes distribuyen este material con fines puramente económicos suelen utilizar dos formas habituales: la primera es recurrir a los borradores de correo en las cuentas de mail. Una vez que crean una nueva cuenta, a la cual tienen acceso varias personas, cargan el material en un correo electrónico que nunca es enviado, sino guardado como borrador. Para compartirlo, las personas que tienen el nombre de usuario y clave -algo para lo cual pagaron, por supuesto- sólo deben buscar ese borrador de mail y descargar el material a su PC.

El otro camino para intercambiar material, como se mencionó, es a través de programas con conexiones P2P, un tipo de software en el que, también pago previo mediante, uno descarga archivos que se encuentran en computadoras de otras personas que están conectadas entre sí.