“El hijo es el que más salía, a la madre no la veíamos casi nunca por el barrio”

A medida que pasan los días después del hallazgo de dos cadáveres reducidos a esqueletos en un PH de 33 entre 8 y 9, los vecinos de esa zona de barrio Norte empezaron a hilar fino. Los negocios y los encuentros casuales entre ellos sirvieron como marco de charla de este tema casi como si fuera el único.

Aunque hubo muchos que no los llegaron a conocer por haberse mudado luego de que ambos murieran -se supone que la fecha de su muerte fue la segunda mitad de 2011- todavía quedan quienes los recuerdan y destacan algunas de sus conductas llamativas.

En realidad, del que más hablan es de la más joven de las víctimas, un hombre que rondaba los 45 años. “El hijo es el que más salía, a la madre no la veíamos casi nunca por el barrio. Lo hacía todos los días poco después de las 19. Iba a un supermercado chino y después pasaba por acá”, contó Vanesa (28), una de las empleadas de una verdulería de 8 y 33.

Aparentemente él se encargaba de los mandados de su casa, porque vivía con su madre, de alrededor de 70, quien “no salía mucho del departamento. Estaba inválida”, indicó la chica, durante un diálogo con EL DIA.

Tan estructurada como su rutina parecía ser el modo de actuar y vestirse del hombre, “siempre de camisa, campera y botas”. Mitad en serio y mitad en chiste, Vanesa soltó que “parecía que no tenía otra ropa que ponerse”. Más seriamente, ella lo describió como alguien “muy educado y fino”.

Otra de las conductas casi diarias que le veían a él era que “a eso de las 10 de la noche, salía de la casa y se iba caminando para el lado de avenida 7, para ir a trabajar”, agregó la comerciante.

¿Cuándo murieron esa mujer y su hijo? Según la Policía, que inspeccionó la vivienda el domingo por la noche, se encontraron alimentos y boletas a pagar que tenían fechas entre junio y noviembre de 2011.

UN MISTERIO

El motivo de las muertes continúa siendo un misterio, que la autopsia no pudo despejar (ver aparte).

Vanesa deslizó que, por lo que le comentaron, se encontró “una carta y pastillas” al lado de los cuerpos. Ella se inclinó por la hipótesis del suicidio, pero los detectives lo descartaron, al menos teniendo en cuenta uno de esos indicios: “El papel que había era el mensaje escrito de alguien que los fue a visitar. La familia por lo visto lo levantó del suelo y lo dejó en una mesa”, sostuvieron.

Si el cuerpo de alguien muerto despide olores nauseabundos, el de dos personas se supone insoportable para los vecinos. Pero al respecto hay algo curioso: la pestilencia que se sintió en la cuadra, percibida a más de 50 metros de distancia, la detectaron en 2013 y no en 2011.

Muchos vecinos creyeron que ese olor fétido podía ser el de alguien fallecido por las inundaciones de abril de hace dos años. De hecho, varios llamaron a la Policía con la sospecha de que “tal vez algún cuerpo cayó por una boca de tormenta”, indicaron en el barrio. Por entonces inspeccionaron un pozo en 9 y 33 en plan de esa búsqueda. No encontraron nada.

Siempre de acuerdo a lo que se sabe hasta el momento, nadie sintió aromas desagradables en el momento en que se cree que murieron ambos. Haciendo memoria y vinculando los hechos a partir del hallazgo de hace tres días, todos echaron por tierra la creencia de que “se habían mudado sin avisar a nadie”. Tal fue el rumor que llegó a circular entre los vecinos.

Ayer trascendió que el padre y el esposo de las víctimas, albañil, había muerto en 2010. Tejiendo especulaciones algunos en el barrio empiezan a sospechar que ambos podrían haber atravesado un estado depresivo fuerte. No hay respecto de eso datos o presunciones oficiales.

Pero de lo que hay menos dudas, al menos en los comentarios vecinales, es de que los dos llevaban vidas solitarias. “No tenían familiares en La Plata y casi nunca recibían amigos”, subrayaron. Los respalda un dato tan triste como cierto: “Nadie los fue a reclamar”.