En el barrio dicen que al detenido lo llevaron “ileso”

Buena parte del barrio terminó por despertarse de prepo cuando notó el despliegue policial que se desarrollaba en la cuadra de 2 entre 66 y 67. Los policías tocaron timbres para poder pasar a los fondos de las casas y hacer un registro puntilloso de las propiedades: la manzana había sido cercada.

Durante alrededor de una hora, entre las 8 y las 9, los efectivos se empecinaron en ubicar al delincuente. Uno de ellos por fin lo vio y le empezó a gritar a sus compañeros: “¡Ahí está!”.

“Estaba repleto de policías, era algo impresionante”, describió una de las vecinas que habló con este medio. Tanto ella como las otras fuentes que accedieron a hablar pidieron mantener su identidad en reserva.

Una mujer que vive a metros de donde sucedió el robo dijo que, además del pedido policial de permanecer dentro hasta tanto no terminara el operativo, sintió miedo de que una bala perdida ingresara en su casa: “Hasta cerramos las ventanas por miedo”, aseguraron.

De hecho, varias personas confirmaron haber oído los estruendos de por lo menos dos tiros. Muchos supusieron que se trató de disparos intimidatorios hechos al aire, una vez que el ladrón había sido divisado y se procuraba detenerlo.

A pesar de la tensión, igual quedaba gente en la vereda, expectante de que todo finalizara para retomar su rutina. De allí surgieron los testimonios que sustentan la hipótesis de que el asaltante fue detenido ileso.

“Se lo llevaron caminando, todo tapado como se suele hacer con los delincuentes. Lo subieron a un patrullero y se lo llevaron”, relataron.

Más tarde, pasadas las 17, la pericia de Gendarmería y la fiscalía -en donde también hubo policías de la Bonaerense- volvió a alterar el ritmo del barrio.

Nadie se imaginaba el epílogo de este hecho, con el delincuente herido de un disparo en la sien. Las circunstancias en las que murió, aún inciertas, prometen una investigación detallada por parte de las autoridades judiciales.