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Policiales |el lado b de un supuesto pedofilo

Inocultable devoción por “Alicia en el País de las Maravillas”

Martín Pérez integraba grupos de fanáticos de esa obra. Algunos ya eran investigados

Inocultable devoción por “Alicia en el País de las Maravillas”

Martín Pérez se presentaba como Cheshire, fascinado por el personaje del gato de Alicia en el País de las Maravillas

19 de Enero de 2017 | 17:34

El profesor de inglés que está detenido acusado de abuso sexual y corrupción de menores ya había sido protagonista de una noticia en este diario, aunque por razones bien distintas. El 26 de julio de 2015 se lo entrevistó en su rol de coleccionista de objetos relacionados con “Alicia en el País de las Maravillas”, cuando la obra del británico Lewis Carroll cumplió 150 años.

En los allanamientos que se hicieron en la casa de Pérez se secuestró muchísimo material vinculado con esa obra, incluso “representaciones donde el dibujo de la niña mantenía relaciones sexuales con otro personaje”, se reportó oficialmente. Por lo que figura en el expediente, el acusado “mostraba esos documentos a sus víctimas” (ver página 21).

Mucho antes de que esta espantosa historia saliera a la luz, el profesor se hacía llamar “Cheshire Cat Catrroll, o solo Cheshire”, arrancaba aquella crónica, dando cuenta de que tal apodo refería al “nombre del gato de la gran sonrisa que aparece en la historia de ‘Alicia en el País de las Maravillas’ - ese que desaparece y en el aire sólo quedan dibujados sus dientes- combinado con el apellido del autor”.

Pérez admitía que “el gato es el personaje que más le gusta, por eso en las redes sociales y cuando se encuentra entre otros fanáticos del libro infantil usurpa por un rato su identidad”. También confesaba que era “la libertad del felino” una de las cosas que más lo seducía.

En estos más de 150 años hubo distintas visiones en relación con aquella historia de la niña que, aburrida en una tarde de verano, decide seguir a un conejo blanco que consulta a un reloj de mano, y así se adentra a una dimensión fantástica poblada de delirantes personajes: la iracunda Reina de Corazones, el Sombrerero Loco, la Liebre de Marzo, la Duquesa y su bebé que se transforma en cerdito, la Oruga que fuma pipa sobre un hongo y la triste Falsa Tortuga, entre otros.

Existe una línea de pensamiento que relaciona aquella trama con una mirada pedófila, inspirada, precisamente, en la personalidad de su autor (ver aparte). Un investigador especializado en el tráfico de pornografía infantil y corrupción de menores confió ayer a este diario que los llamados “alicistas” o adoradores de la obra de Carroll, están en la mira “desde hace mucho tiempo”.

Martín Pérez, o Cheshire, como le gusta que lo llamen, confesaba en aquella entrevista que desde chico le apasionó la lengua que se dedicó a enseñar de grande y que fue su “afán por aprender más” el que lo llevó “a comparar diferentes traducciones del libro”, y despertar su “fanatismo”.

En su cuenta de Facebook, donde se identifica como Chesire Catcatrroll, queda al desnudo su obsesión con el autor y su obra.

Entre las decenas de fotos a las que se accede desde su muro, que es público, se lo puede ver disertando en talleres a los que concurrían chicos o en la facultad de Ingenieria, de espaldas a una pantalla en la que ve el dibujo de una niña y la frase “¿qué hace una pequeña como tú en una linda matrix como ésta?”. Debajo, el título de la ponencia: “Percepción, realidad y conocimiento, la ‘Alicia’ de Carroll como un hipotexto de Matrix de los hermanos Wachowski”.

“De 20 libros pasé a tener 50, de 50, 100, y así seguí sumando”, contaba el profesor en aquella crónica, sin ocultar su orgullo por la exposición “Reflejos de Alicia”, que había hecho meses antes en el Centro Cultural Borges.

Ayer, en el barrio, los vecinos se mostraron reticentes a hablar de Pérez. La mayoría dijo no conocerlo. Y sólo uno se atrevió a describirlo como un “tipo raro. Tenía la mirada perdida”. El fiscal Marcelo Martini reconoció que le llamó la atención “la tranquilidad con la que se presentó en la indagatoria”, que, a decir de los investigadores, fue la misma de la que hizo gala durante los allanamientos.

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