Luego de salvar a la nieta, quedó atrapado en un incendio y murió

La última comunicación entre un abuelo y su nieta fue para que la nena se salvara. El jubilado notó rápido que su habitación empezaba a ser una trampa de fuego y le gritó que saliera a la calle. La niña obedeció, pero al minuto intentó regresar para salvarlo. El incendio avanzó tan rápido, que ni un grupo de vecinos lo pudo rescatar.

En la casa de 522 entre 152 y 153 de Melchor Romero, vivían cuatro personas: el hombre de 64 años con su mujer, su hija y su yerno, dijeron fuentes policiales. Pero sólo el mayor de ellos se encontraba en el domicilio: los demás habían salido a trabajar. A unos metros, su nieta de ocho años estaba al cuidado de su abuelo.

Algo pasó de repente, alrededor de las 10 de la mañana de acuerdo a distintas fuentes, que quebró por completo la tranquilidad. Hay dos rumores que circularon respecto del origen del fuego. Uno hablaba de que un cortocircuito desencadenó un chispazo, y otro de que un cigarrillo encendido tomó contacto con un material inflamable.

Como haya sido, la certeza es que una cortina de la habitación del jubilado se empezó a incendiar y no hubo manera de controlar las llamas. Era el inicio de un infierno.

Ramón Obregón, tal como fue identificada la víctima, aparentemente estuvo consciente sólo por unos instantes. A medida que el fuego avanzaba y que su cuarto se convertía en una sala repleta de humo, fue perdiendo el conocimiento hasta quedar desvanecido.

“sali de la casa”

Pero hubo un gesto del que fue capaz antes del desenlace trágico. El abuelo alcanzó a avisarle a los gritos a su nieta que había un incendio y que tenía que salir de la casa sí o sí, según relataron los primeros policías en ir a cubrir esa emergencia.

Por lo visto la niña escuchó los alaridos y tuvo la rapidez necesaria para llegar a la calle a través de la puerta delantera del domicilio. “Solamente así se entiende que haya podido salvarse”, opinaron los mismos voceros.

Desesperada, la nenita empezó a pedirle auxilio a todo el mundo. Varios vecinos le hicieron caso y corrieron hasta la casa: querían llegar hasta la habitación en llamas como pudieran.

“Pero ya había mucho humo y no se veía nada. Era imposible entrar”, describió María (27), una sobrina de Obregón, durante una entrevista con este diario.

Varios testigos afirmaron que inclusive la nena pretendió meterse en esa trampa de fuego con tal de rescatar a su abuelo.

El auxilio profesional llegó de parte de los bomberos, que se encargaron de extinguir el incendio lo antes posible.

Una vez que pudieron ingresar, encontraron al jubilado en su cuarto, sin ningún signo vital aparente. Su fallecimiento se constataría luego oficialmente por un médico de la policía.

El sufrimiento para la nena que estaba en la casa durante el incendio incluyó también haber terminado en la guardia del hospital de Melchor Romero: como inhaló sin querer parte del humo tóxico que desprendían los materiales en combustión, sufrió un principio de asfixia y la tuvieron que revisar para descartar lesiones internas. Un rato más tarde recibió el alta.

El desconsuelo era palpable en la calle 522. La viuda de Obregón y todo el círculo familiar, rodeados de vecinos y otros allegados, estaban atravesados por el dolor.

A su lado y de manera constante, varias personas se dedicaban a remover los escombros de una casa totalmente renegrida por dentro.

A muchos de ellos les bastó una revisión breve para darse cuenta de que “las paredes quedaron todas rotas, y la casa ya no es más habitable”, tal como opinó uno de los hombres que trabajaba en el lugar para empezar a poner orden.

Los muebles, colchones, electrodomésticos y otras pertenencias que había dentro del domicilio quedaron reducidos a desechos.

Es decir, que toda la familia se quedó sin nada y tiene que comenzar de cero y eso incluye la necesidad de volver a construirse una vivienda habitable.

Los interesados en colaborar con ellos pueden contactarse con María al teléfono 478-4945.