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Revista Domingo |A 80 AÑOS DE SU MUERTE

Gardel en La Plata: tangos amigos y turf

Durante años, las huellas platenses de Gardel alimentaron un anecdotario en que mitos y verdades se mezclaron. Un platense se propuso establecer con precisión los pasos platenses del Zorzal

Omar Giménez
ogimenez@eldia.com

28 de Junio de 2015 | 00:34

“Por ordenanza municipal, se prohíbe permanecer con el sombrero puesto en la platea”. Severa, contundente, esta indicación aparecía en el programa del Teatro Olimpo de La Plata (actual Coliseo Podestá) del 2 de diciembre de 1916. No era un programa cualquiera. Anunciaba la visita a La Plata de la compañía de Elías Alippi, haciendo su consagrado Juan Moreira en el marco de uno de esos típicos espectáculos de circo criollo de principios del siglo XX. Entre las figuras que participarían del show, más precisamente, del “fin de fiesta”, aparecía un número destinado a hacer historia: el del dúo Gardel-Razzano. Era una de las primeras presentaciones de Carlos Gardel en La Plata, cuando todavía cantaba un repertorio de canciones camperas: estilos, cuecas, valses, milongas y tonadas. Aún no se había producido su definitivo y crucial cruce con el tango que ocurriría un año después, con el histórico estreno de Mi Noche Triste, de Pascual Contursi y Samuel Castriota que inauguraría el género del tango canción. Sin embargo, la relación de Carlos Gardel con La Plata ya se había iniciado y se mantendría a lo largo de distintas etapas de su carrera nutrida por distintos elementos: sus numerosas presentaciones entre 1916 y 1933; su pasión por el turf y sus muchas amistades platenses, entre las que destacaban la del futbolista Manuel “Nolo” Ferreyra, la cantante Mercedes Simone y el empresario Nicolás Cúccolo.

Aníbal Fedullo (67) es mercedino, platense por adopción y desde hace doce años se dedica a estudiar la relación de Gardel con La Plata. Lo impulsó, dice, su pasión por el tango, su admiración por el Zorzal Criollo. Y su curiosidad ante un entramado de relatos que atribuyen a Gardel anécdotas aquí y allá, vivencias siempre difíciles de comprobar donde la leyenda y la realidad se confunden.

Fedullo, que hizo distintas muestras en los últimos años en instituciones de La Plata y Ensenada con las conclusiones de su trabajo, se concentró en las anécdotas platenses asociadas a Gardel. Indagó bibliografía hasta el punto de leerse la lista completa de carreras del Hipódromo de La Plata en tiempos gardelianos para saber la suerte de los caballos del cantor en las pistas platenses. Consultó a testigos directos de aquellos años. Y buceó en el material de hemerotecas, museos, colecciones privadas. De esta manera logró separar la paja del trigo y establecer con precisión cuál fue la relación del cantor ícono de la música popular argentina con La Plata. Una relación hecha de pocas visitas, pero intensas, dice Fedullo, antes de adentrarse de lleno en el relato de las vivencias comprobadas de Gardel entre tilos y diagonales.

EL PRIMER GARDEL EN LA PLATA

Las primeras visitas de Gardel a La Plata fueron en 1916 y 1917, cuando todavía era un cantante de canciones camperas e integraba el dúo con José Razzano. Las presentaciones fueron en el Teatro Olimpo y el dúo tenía a cargo con sus canciones el fin de fiesta de un espectáculo del que participaban varios artistas, que en alguna ocasión incluyó una recreación de la obra Juan Moreira a cargo de la compañía de Elías Alippi. La afluencia de púbico fue grande y las crónicas periodísticas de esos días destacaban el caos que se producía a la entrada y salida del teatro, debido al afán de los carreros por obtener una mejor ubicación para conseguir viajes y el interés de los policías por controlar la situación.

El dúo Gardel-Razzano fue contratado para tocar, apenas terminados aquellos primeros espectáculos del ´16, en las romerías populares que se organizaban en el Teatro del Lago, que combinaban una gran kermesse con entretenimientos, espectáculos de variedades y hasta juego clandestino.

Según cuenta Aníbal Fedullo, la paticipación del dúo Gardel-Razzano en las romerías populares fue impulsada por el empresario teatral platense Nicolás Cúccolo, quien no sólo los contrató, sino que les consiguió donde dormir: fue en instalaciones del Círculo Policial, de la calle 53, institución con la que el empresario tenía vínculos.

Las presentaciones de Gardel-Razzano en el teatro y en las romerías se prolongó durante varios días en ese verano. Según relata Fedullo, citando el libro “80 Años de Tango Platense”, de Oscar Bozzarelli, algunas noches Carlitos y José no se quedaban en la ciudad, sino que , una vez terminada la actuación, regresaban a Buenos Aires. En ese caso lo hacían en tren y caminaban desde el Bosque hasta la estación de 1 y 44 acompañados por el flautista platense Oscar Lovizutto, con quien trabaron amistad. Lovizutto había nacido en Italia en 1860, llegó a ser director de la banda de música de Bomberos y murió en 1948.

Las presentaciones del dúo en la ciudad en aquel año de 1916 se extendieron desde el 25 de enero hasta el 3 de febrero e incluyeron una sola doble función, que marca bien el amplio espectro de público que los seguía.

Según cuenta Fedullo, esa doble función fue programada el sábado cinco de febrero en el cine París y por la tarde. El cine París, ubicado en 7 entre 47 y 48, tenía en la época fama de “pituco” y reunía a representantes de los estratos más altos de la sociedad platense, mientras las romerías, donde esa misma noche volvió a presentarse el dúo, se caracterizaban por convocar a una concurrencia popular. A tal punto que los tranvías tenían frecuencias especiales para responder a la demanda de los pasajeros, que desde distintos puntos de la ciudad y sus alrededores se acercaban al Bosque. La presentación de Gardel y Razzano en el cine París había sido impulsada por Nicolás Cúccolo, relacionado con la empresa que administraba el cine.

GUITARREADAS EN EL BARRIO HIPODROMO

Para su regreso a La Plata, en 1922, Gardel vuelve a actuar junto a José Razzano (el dúo seguirá hasta 1925) y cuenta con el acompañamiento delos guitarristas José Ricardo y Guillermo Barbieri.

Al rememorar esas presentaciones, Fedullo aporta un dato que pinta toda una época: a pocos metros del Teatro Ideal, de 47 entre 7 y 8, donde canta Carlos Gardel, Roberto Firpo dirige su orquesta en el cine París.

Gardel era un apasionado del turf y tenía por entonces un amigo platense que compartía la misma afición: Juan Ramón de la Cruz tenía un stud en 38 y 118, pleno corazón del barrio Hipódromo. Y las presentaciones de aquella época en La Plata solían prolongarse en largas guitarreadas entre amigos, donde se imponía la voz del Zorzal Criollo bajo la luna arrabalera del barrio de los studs.

A través de su investigación Fedullo confirma la existencia de esos encuentros, aunque descarta un mito muy instalado que pretende ver a Gardel en el Hipódromo platense, siguiendo a sus caballos.

“Eso nunca sucedió. Y fue porque, a instancias del socialismo, durante mucho tiempo no hubo carreras en la Provincia. Y cuando sí las hubo, los caballos de Gardel corrieron, pero él nunca los fue a ver. Otro dato, en las pistas platenses, los caballos de Carlios nunca hicieron un papel destacado”.

SOLISTA Y CONSAGADO

Durante 1926 y 1927 Gardel vuelve a actuar en La Plata. Ahora es un consagrado solista, cantor de tangos (aunque nunca abandonará el género criollo) al que lo acompañan las guitarras de José Ricardo y Guillermo Barbieri. En ambos años se presenta durante un fin de semana en el cine Select.

De esas presentaciones, Fedullo rescata una anécdota: la de una noche de frío en la que, tras una actuación, Gardel sube a un coche. El cochero le ofrece un poncho para que se abrigue y, agradecido por ese gesto, Gardel le regala un anillo.

Pero son las del año 1933 las actuaciones más recordadas de Gardel en La Plata. Ya consagrado internacionalmente, tanto en la canción como en el cine, conmociona a la ciudad con sus presentaciones anunciadas en el Cine Teatro Astro, que se había inaugurado apenas seis meses antes junto con otro emprendimiento que se transformaría en un clásico de la Ciudad: el bar Astro.

Fedullo confirma, a través del testimonio de testigos directos que él mismo escuchó la que quizás sea la vivencia más conocida de Gardel en la Ciudad: el teatro Astro colmado, la calle repleta de gente que no consiguió entradas. Y Gardel, al final de la actuación, improvisando algunos tangos en plena calle para aquellos que no habían podido entrar.

“Era tanta la cantidad de gente que había que hasta el hijo más chico de los dueños del Astro estuvo ese día en la boletería y se encargó, al final de la actuación, de entregar los autógrafos que Gardel iba firmando”, dice Fedullo.

Gardel se presenta durante tres días con el acompañamiento de las guitarras de Domingo Vivas, Barbieri, Angel Domingo Riverol y Horacio Pettorossi. La Ciudad está pendiente de estas actuaciones y un clima de euforia se vive en todo momento alrededor del cantante.

Un episodio ilustra esa situación: Gardel, que era amigo de los jugadores de Estudiantes Manuel “Nolo” Ferreyra, Saúl “El Toro” Calandra” y Alejandro “El Conejo” Scopelli, es invitado por los deportistas a cenar después de su actuación.

“Le proponen ir al Jockey Club, Pero ni siquiera se pueden sentar a la mesa, ante la presión de la gente que quiere un autógrafo del cantante o al menos estar cerca de él”, dice Fedullo y agrega, “Al final terminan comiendo en un restaurante de 54 entre 7 y 8, donde consiguen un poco de tranquilidad”.

Gardel mantuvo, además, vínculos con músicos platenses como Juan Cruz Mateo, un pianista que lo acompañó en sus presentaciones francesas y que también tocó el piano en algunas de sus películas.

Fedullo accedió a dos materiales que tienen que ver con Gardel y Mateo. Uno de ellos, una foto que los muestra en Niza junto a Carlos Lenzi, el uruguayo compositor de la letra del tango A Media Luz. la otra, una foto autografiada que le dedicó Gardel.

Fedullo cuenta que obtener todos estos materiales le llevó doce años y espera seguir haciendo muestras para compartirlos. La próxima, dice, la planea para el 11 de diciembre, cuando se cumplan 125 años del nacimiento de Gardel. Para entonces piensa en reunir a los materiales exhibidos en sus anteriores muestras, dedicadas a la relación de Gardel con La Plata, una sección sobre curiosidades del Zorzal Criollo.

Todo sea por mantener viva la memoria de un símbolo del tango y de la argentinidad que a veces, a juicio de Fedullo, no es suficientemente recordado en la Ciudad.

“Mientras en Buenos Aires Gardel siempre está presente, en La Plata no pasa lo mismo. Un día observé que ningún kiosco de la Ciudad vende su foto. Así que compré algunas y se las ofrecí a un kiosquero amigo para que las exhiba. Tardó meses en venderlas”, dice.

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