¿Padres o abuelos?: la paternidad en los adultos mayores

Hace ya un tiempo que, al calor de los avances científicos y los nuevos roles de la paternidad, se multiplican los casos de hombres que son o vuelven a ser padres después de los sesenta y aún mucho más. Ahora, la noticia que el mítico cantante Mick Jagger será papá a los 72 años -tendrá un hijo con su novia Melanie Hamrick, una bailarina de 29 años-, no hace más que volver a poner el foco en una tendencia en la que la paternidad parece extenderse hasta límites antes insospechados. ¿Hay una fecha límite? ¿Representa una cuestión ética antes que científica ser un “padre abuelo”?

Además de la reciente paternidad del cantante de los Rolling Stone, entre los casos más conocidos se encuentra el del actor Norman Briski, que a los 77 años fue padre de gemelas; el del guitarrista Ron Wood, que a sus 68 años también se convirtió en padre por partida doble; el de Santo Biasatti, que tuvo su cuarto hijo a los 69 años y el del actor Miguel Ángel Sola, que volvió a cambiar pañales a los 63.

“Fueron unas inesperadas apariciones que las recibimos con mucho amor y mucho entusiasmo...Tengo ganas de correr, de saltar, de seguir trabajando... Si quieren donar pañales, van a ser bien recibidos”, bromeó Norman Briski cuando lo entrevistaban por su entonces reciente paternidad.

“Las franjas etarias son cada vez más prolongadas. El avance de la medicina, las cirugías, la alimentación consciente; todo hace que la juventud se extienda y que para muchos haya un deseo de volver a empezar”

“Las franjas etarias son cada vez más prolongadas -apuntan desde la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA)-. El avance de la medicina, las cirugías, la alimentación consciente; todo hace que la juventud se extienda y que para muchos haya un deseo de volver a empezar”.

El doctor Fernando Neuspiller, por su parte, médico ginecólogo especialista en reproducción y director de la Clínica IVI Buenos, sostiene que “el material reproductivo de los hombres va desmejorando un 1% por año luego de los 40 -representando un porcentaje muy pequeño-. Si se habla de patologías que padezcan los bebés engendrados por adultos mayores, existen, pero en una taza muy baja- menos del 2 %- hay casos de bebés con autismo o esquizofrenia”. Además el especialista afirma que “con los años también hay una modificación del volumen del semen del hombre, pero esto no repercute en la calidad de los espermatozoides”.

El hombre de 60 que va a ser padre, por lo general, “es una persona vital que ha elegido una segunda o tercera pareja y, de manera consciente, decide volver a la paternidad”, según describe el psicólogo Leopoldo Mancinelli, quien considera que la paternidad representa “un desafío mayor para los hombres más jóvenes que por primera vez incursionan en el tema”.

Para Ricardo Rubinstein, en tanto, médico psicoanalista y miembro titular de la APA, “ser hijo de un padre adulto mayor implica que ese hijo va a disfrutar de ese padre poco tiempo”. Si se observa desde otra perspectiva, sostiene el especialista, también sucede que un padre mayor tenga “menos paciencia, o sea tenga menos tolerancia”.

Otro aspecto a tener en cuenta, amplía Rubinstein, es que la ecuación de cuidado se invierte ya que serán los hijos quienes deban cuidar de estos padres mayores. Por todo esto, no hay una regla preestablecida sobre como crecerán los hijos de padres adultos mayores, el marco familiar, las relaciones y vínculos de los integrantes del grupo distinguen y hacen de cada caso una particularidad.

En esta línea, desde la APA se sostiene que “es innegable que un hijo después de los 50 puede producir en el hombre un sentimiento de bienestar, de rejuvenecimiento o de afirmación de su hombría en un momento de la vida en que la siente menguada a pesar que, desde lo biológico, mantenga su capacidad reproductiva. Pero la presencia de un hijo al servicio excluyente de afirmar una condición narcisista es sintomática y de resultado catastrófico y sólo tiene sentido benéfico si se asienta en un contexto de amor al otro”.

Con respecto a la salud psicológica de un niño o niña que crece en el seno de una familia donde el padre es un adulto mayor, María Villamil, psicóloga de IVI Buenos Aires, descartó cualquier tipo problemas por la situación en sí misma.

“Lo importante será que sean padres suficientemente buenos y no la edad de los mismos. También estará relacionado con el deseo y la capacidad de amar de estos padres hacia ese niño y en la manera en que estos ejerzan sus funciones maternas y o paternas”, señaló la licenciada en psicología.

“Lo importante será que sean padres suficientemente buenos y no la edad de los mismos. También estará relacionado con el deseo y la capacidad de amar de estos padres hacia ese niño y en la manera en que estos ejerzan sus funciones maternas y o paternas”

Villamil indicó además que fueron varias las consultas de pacientes que reflejaron “sus temores con respecto a la edad” a la hora de iniciar un tratamiento de fertilidad. “Muchos sienten miedo a ser juzgados por el resto. Se trabaja enfatizando en lo positivo de ser padres más maduros y en los cambios que se van viendo a nivel social también. Antes las mujeres eran madres a los veintipico y hoy la mayoría lo piensa para después de los 30”, destacó.

Una de las ventajas de los padres “maduros”, según sostienen los especialistas, reposa en que, por lo general, se encuentran en una situación económica o laboral más estable que en sus años de juventud y le pueden dedicar mayor energía a la familia. Es por esto que muchos lo sienten como “una nueva oportunidad” para ocupar un rol activo en la crianza del hijo o la hija.

Por otro lado, si bien puede existir una mayor predisposición a compartir momentos con el niño, el desgaste físico puede jugar una mala pasada en este sentido. “Posiblemente ya no tengan la agilidad y la resistencia como para afrontar juegos o diversiones enérgicas con un niño, pero no es una gran dificultad ya que los juegos se pueden cambiar”, sostiene Mancinelli.

El fantasma más temido por estos padres probablemente venga agazapado al avance del calendario. Muchos tienen la certeza biológica de que no podrán verlos en la adultez. Con suerte, y mucho empeño, acaso podrán acompañarlos durante sus primeros años de facultad.

“Sin embargo, es muy probable que el hombre que ha tomado la decisión de aceptar una pareja bastante más joven y tener un hijo de ella, tenga el suficiente optimismo y la necesaria libertad de conciencia, como para vivir tranquilo, con su pequeño hijo y su joven mujer”, dice Mancinelli.