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Revista Domingo |A UN SIGLO DEL GENOCIDIO ARMENIO

Platenses guardianes de la memoria

Más de 3.000 platenses descendientes de los armenios que llegaron a la Región a principios del siglo XX huyendo del Imperio Otomano recuerdan por estos días el primer holocausto de esa centuria, del que fue víctima entre 1.500.000 y 2.000.000 de integrantes de la etnia y del que el próximo viernes se cumple un siglo. La conmemoración se da en momentos en que existe entre los descendientes de armenios de todo el mundo un renovado interés por rescatar su identidad y su cultura. Y cuando se sigue reclamando al estado turco que reconozca el genocidio.

19 de Abril de 2015 | 23:50

Juan Karagenzián tenía 15 años cuando llegó a la Argentina. Como muchos armenios que por entonces arribaban al país puso un modesto taller de compostura de calzado y, con el sueño de volver algún día a la patria de origen, se las arregló para salir adelante y fundar una familia en el marco de una cultura extraña y sin saber escribir ni hablar el castellano. Dedé le decían a Juan sus nietos, que fueron descubriendo de a poco la historia que había traído a su abuelo y a tantos otros armenios desde su lejano país hasta la Argentina.

El mapa del genocidio

“Todo descendiente de armenio lo sabe: nuestros antepasados, que no llegaron como inmigrantes, sino como refugiados y desterrados, eran muy celosos de sus historia y no era fácil que hablaran de los horrores que habían vivido antes de llegar”, dice Carlos Karagenzián, uno de los nietos de Dedé. A su abuelo le tocó, por caso, ver morir a varios de sus hermanos e incluso a su madre, “degollada por negarse a escupir un crucifijo”, dice Carlos. Todo en el marco del Genocidio Armenio, el primero del Siglo XX, que costó la vida a una cantidad estimada de más de un millón de armenios perseguidos por el Imperio Otomano y del que el próximo viernes se conmemora un siglo.

Para los más de 3.000 descendientes de armenios que viven en La Plata, la conmemoración es una oportunidad para destacar la vigencia de la cultura armenia, de recordar los sufrimientos de sus antepasados y de reclamar al gobierno turco que reconozca el genocidio. “ no queremos venganza, sólo justicia y que se reivindique a nuestros antepasados”, dice Hortensia Dagdanián, una platense cuyo padre llegó a La Plata huyendo de la persecución turca”.

El gobierno turco reconoce en la actualidad la existencia de crímenes contra los armenios, pero no de un plan sistemático contra esa etnia, por lo tanto niega que haya existido un genocidio. En el marco de esa polémica son numerosas las naciones del mundo que ya reconocieron el genocidio armenio, entre ellas la Argentina. Y hasta el Papa Francisco pidió al estado turco que lo reconozca en una declaración que, la semana pasada, motivo una airada respuesta del actual presidente turco Erdogan.

ACTOS

La conmemoración del genocidio armenio motiva por estos días una serie de actos en todo el país. Si bien los principales se realizarán en Buenos Aires, también en nuestra ciudad habrá una misa (en una iglesia a confirmar) y a las 14 la colectividad armenia convoca a todos los platenses a colorar una flor blanca en memoria de los mártires en el monumento jachkar o cruz de piedra, de 14 y 53, que fue inaugurado en el año 2009 y que es el segundo en su tipo en el país.

También se inició días atrás un ciclo de charlas sobre el genocidio en torno del eje “memoria y reclamo”, impulsadas por la Cátedra Libre de Pensamiento Armenio de la Universidad Nacional de La Plata.

A instancias de esa cátedra, representantes de cuatro generaciones de armenios dialogaron con este diario acerca de la conmemoración y del rol que la cultura armenia ocupa hoy en sus vidas.

“Hay que tener en cuenta que nuestros antepasados se escaparon solos con su vida, sin ninguna pertenencia y es por eso no quedaron objetos que mostrar. Lo que podemos preservar desde las familias son los elementos de la cultura armenia, la religión (Armenia fue el primer país que reconoció oficialmente a la religión católica en el año 350) y una forma muy intensa de vivir la vida en familia”, dice Hortensia Dagdanián.

“A diferencia de otras etnias, los armenios que llegaron a La Plata no lo hicieron como inmigrantes comunes, sino como refugiados y desterrados que vivieron el horror del genocidio en los territorios ocupados por el Imperio Otomano

Para Carlos Karagenzián, “nuestros abuelos que vivieron en una época sin psicólogos, sin especialistas que los escucharan, no hablaban fácilmente de los horrores que vivieron y que fueron muchos. El motivo de la persecución fue religioso y no renegar de la fe católica les suponía crueles castigos, desde el tormento arrancándoles las uñas o las lenguas hasta la muerte”, cuenta,

Regina Madikian muestra orgullosa fotos de su padre, José Madikian, quien llegó siendo un adolescente y después de una larga y riesgosa travesía a Berisso donde se dedicó a la compostura de calzado hasta que pudo abrir una zapatería en La Plata. Pero también tiene para enorgullecerse sus lazos familiares con Moseñor Madronial, beatificado por la Iglesia Católica, quien perdió la vida durante el genocidio mientras se ocupaba de sacar del país a los chicos armenios que quedaban huérfanos.

CULTURA

Para todos los descendientes de armenios que hoy viven en La Plata, preservar la cultura es, también una cuestión central para mantener vivo el legado de sus ancestros.

En el marco de esa cultura, la cocina representa un elemento clave, con platos como la sfija, la shambolá, la dorma o el kepe. Pero esos elementos culturales también incluyen las danzas, que brillan cada año en la celebración de la fiesta del inmigrante, en Berisso y hasta las instituciones como el Club Mardin de la calle 44 entre 10 y 11 o la recientemente creada Cátedra Libre del Pensamiento Armenio en la Universidad de La Plata.

Otro elemento que hace a la identidad de la colectividad es el idioma armenio, aunque según indican los referentes platenses, “es mucho más difícil de preservar”.

EL GENOCIDIO

Se estima que al menos un millón y medio de armenios murieron en lo que se considera el primer holocausto del siglo XX que fue reconocido como tal por la Organización de las Naciones Unidas en 1985 y por nuestro país a través de la ley 26.199.

La fecha del 24 de abril para la conmemoración se estableció porque fue ese día en el año 1915 cuando las autoridades turcas detuvieron y asesinaron a 235 miembro de la elite armenia afincada en Estambul con lo cual se considera que se inició el genocidio. En los días siguientes , la cifra de detenidos ascendió a 600 y posteriormente el gobierno central expulsó a toda la población armenia sin posibilidad de cargar víveres, en una marcha forzada por cientos de kilómetros atravesando desiertos. La mayor parte de los deportados murieron por el hambre, a sed y las privaciones y los sobrevivientes fueron robados y vejados por los gendarmes tucos que debían protegerlos.

Más de un millón de armenios fue enviado a distintas regiones de Anatolia, Mesopotamia o a lo que actualmente es Siria.

El Genocidio Armenio es el hecho más recordado del período comprendido entre 1908 y 1918 en que gobernaron el Imperio Otomano los llamados Jóvenes Turcos liderados por Islmail Envar.

Este era un grupo compuesto en su mayoría por jóvenes oficiales del Ejército turco y estudiantes universitarios, una respuesta política con marcada impronta nacionalista que terminó de derribar al anquilosado sultanato de Abdul Hamid II.

Según explican los historiadores de este período, Envar, que vio cómo el Imperio había perdido Grecia, Serbia y Bulgaria, supuso que una sublevación popular de corte nacionalista de los armenios dentro de los límites de su Imperio buscaría crear la nación Armenia y optó por deportar a sectores importantes de la población de esa etnia hacia Anatolia (península ocupada actualmente por la parte asiática de Turquía).

Según el historiador armenio Raimon Kevorkián, profesor de la Universidad de París, los Jóvenes Turcos elaboraron entre 1914 y 1915 una serie de medidas secretas de limpieza étnica que podrían caracterizarse como la “solución final” para los armenios.

En el libro “El Genocidio de los Armenios” recientemente publicado, Kevorkián recoge el contenido de la reunión secreta celebrada a principios de 2015 bajo la presidencia del ministro del Interior, Talaat Pasha, y en la que se tomó la decisión definitiva de exterminar al pueblo armenio.

“Estamos obligados a solucionar la cuestión armenia de una vez por todas al erradicar esa nación de la faz de la tierra”, dijo Mehmed Nazim, alto funcionario del Gobierno otomano y uno de los participantes en esta reunión, según esa obra.

El genocidio propiamente dicho comenzó, como se dijo, con la detención en Estambul y otras regiones de más de 200 intelectuales, médicos, sacerdotes y profesores el 24 de abril de 1915, fecha en la que los armenios conmemoran anualmente el aniversario de la matanza.

Seguidamente, con la ayuda del Ejército y formaciones irregulares integradas por kurdos y otras minorías, cientos de miles de armenios fueron asesinados y deportados por suponer “una amenaza para la seguridad nacional”.

Los que no fueron fusilados o quemados vivos en establos en los disturbios escenificados por las propias autoridades, murieron en las largas travesías en caravana hacia los desiertos de Irak y Siria, en las que perecieron cientos de miles de ancianos, mujeres y niños.

Las autoridades otomanas crearon una red de 25 campos de concentración, donde los armenios perecieron de inanición, según la historiografía armenia, que también denuncia la muerte de decenas de miles de personas al ser tiradas por la borda en el mar Negro y tras ser inoculadas con diferentes virus.

Todo ese dolor es el que los descendientes platenses de armenios quieren que no caiga en el olvido. Y reclaman, a la vez, justicia, a través de un reconocimiento del genocidio por parte de actual estado turco.

Turquía
Hoy, el Gobierno turco admite ya oficialmente que cientos de miles de armenios murieron como consecuencia de las luchas en Anatolia oriental y de la política de deportaciones de las autoridades otomanas, pero se niega rotundamente a que esas masacres se describan como “genocidio”.

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