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Revista Domingo |UN FENOMENO NO EXENTO DE POLEMICAS

Renovado interés por la figura de Cervantes en un año clave

Durante el 2015 se cumplen 400 años de la publicación de la segunda parte del Quijote. Y se abre un período que se extenderá hasta 2017 en el que también se recordarán los 400 años de la muerte del escritor -creador de la novela moderna- en 1616. El mundo prepara para los actos de conmemoración mientras sigue adelante la investigación que apunta a confirmar el hallazgo de sus restos en un convento de Madrid

29 de Marzo de 2015 | 00:07

Sucedió el último 17 de marzo: después de casi cuatro siglos, un equipo de antropología forense confirmó “sin discrepancias” que los restos óseos hallados en la iglesia de las Trinitarias de Madrid pertenecían al escritor Miguel de Cervantes, autor del Quijote, y a su esposa, Catalina de Salazar. La noticia llegaba al cabo de años de investigación y en el marco de un momento clave: en 2015 comienza un período de conmemoraciones que tienen como centro al escritor español, creador con su obra cumbre, Don Quijote de la Mancha, de la novela moderna.

El hallazgo del ataúd y los restos del escritor

Es que este 2015 se celebran los 400 años de la aparición de la segunda parte de esa obra. Y el año próximo será la hora de la conmemoración de los 400 años de la muerte del escritor, ocurrida en 1616.

En ese marco, la ciudad de Alcalá de Henares, donde nació el escritor, prepara un programa que se extenderá hasta 2017 para conmemorar estos acontecimientos, que fue declarado “Acontecimiento de Especial de Interés Público” por el Gobierno español.

Todo esto genera un ambiente de efervescencia y un renovado interés en distintas partes del mundo por un escritor del que, paradójicamente, se sabe muy poco. “Buena parte de su biografía sigue siendo un misterio”, dice por caso el escritor platense Esteban López Brusa, quien agrega que, no obstante eso, su obra sigue plenamente v igente.

El fenómeno desatado en torno a Cervantes no está exento de polémicas, dado que grandes nombres de la literatura española actual plantearon que es menos importante el interés por los restos del famoso escritor que por la reedición y el estímulo a que los más jóvenes se acerquen a su obra.

En ese marco, tanto despliegue de dinero y conocimiento en la búsqueda de los restos fue calificado como “una tontera” por el cervantista Francisco Rico, quien consideró más valioso que el hallazgo de los restos una próxima reedición del Quijote, coincidente con los aniversarios, para contribuir “a que los libros no sólo se vendan, sino que también se lean”. En la misma sintonía, la escritora Soledad Puértolas dijo que de Cervantes le importaban más “sus libros que sus huesos” y el poeta español Juan Manuel Caballero Bonald llamó a “hacer justicia a Cervantes, no a sus restos”.

Todo esto genera un ambiente de efervescencia y un renovado interés en distintas partes del mundo por un escritor del que, paradójicamente, se sabe muy poco.

Con todo, la investigación en torno de los despojos del célebre escritor - en la que trabajaron prestigiosos profesionales, se gastaron altas sumas de dinero y se utilizaron los más avanzados recursos científicos y tecnológicos - provoca interés en todo el mundo, al tiempo abre la posibilidad de que se promuevan nuevas investigaciones en torno a otros grandes n ombres de las letras españolas.

EL HALLAZGO DE LOS RESTOS

“Es posible considerar que entre los fragmentos” encontrados en la cripta de la iglesia de las Trinitarias “se encuentran algunos” pertenecientes a Miguel de Cervantes, sin “discrepancias”, anunció en conferencia de prensa el forense Francisco Etxebarria, director de la búsqueda de Cervantes el 17 de marzo. Más tarde, se anunció la continuación de la investigación a partir de los restos de una abuela del escritor, Elvira de Cortinas, sepultada en Arganda del Rey (Madrid), que permitiría comparar muestras para establecer sin margen de dudas el linaje de los restos hallados.

Pese a ello, el experto sostuvo que toda la “información generada en el caso de carácter histórico, arqueológico y antropológico” permite afirmar a los expertos que los restos son del escritor.

Los restos hallados, entre los que estaban los de Cervantes, pertenecen a 17 cuerpos - como mínimo cinco de niños y diez de adultos - que fueron inhumados entre 1612 y 1630 de la iglesia primitiva de las Trinitarias, ubicada al contrario de lo que se pensaba hasta ahora en un lugar distinto al actual, y que fueron trasladados a la cripta entre 1698 y 1730, en el momento en que estaban terminando las obras de construcción del convento.

De acuerdo con la historia oficial, las monjas del convento pagaron el rescate de Cervantes cuando estaba prisionero en Argel, en manos de los turcos, en 1580.

Miguel de Cervantes murió a los 69 años a causa de una cirrosis hepática con diabetes e hidropesía en la noche del 22 de abril de 1616. Fue enterrado en el convento, en una fosa común, pero se desconocía el lugar preciso.

El edificio barroco, ubicado entre las calles de Huertas y López de Vega de Madrid, en el barrio de Las Letras, está catalogado como “Bien de Interés Cultural”. Y los muros de convento encerraban un misterio que la ciencia permitió develar.

Los restos del novelista, que se habían perdido entre 1698 y 1730, el período en el que se reconstruyó la iglesia, cambiaron de emplazamiento pero nunca abandonaron el recinto, según las conclusiones de los investigadores.

Por lo tanto, el autor del Quijote y su esposa, Catalina de Salazar, siempre estuvieron enterrados junto a las monjas trinitarias, tal como constaba en distintos documentos.

El 11 de marzo último, tras diez meses de trabajos, los expertos aseguraron que creían haber encontrado los féretros bajo una tabla con las iniciales M.C. en el subsuelo de la cripta del Convento de las Trinitarias de Madrid.

La búsqueda del cuerpo del escritor, nacido en la ciudad de Alcalá de Henares en 1547, se inició en abril de 2004, pero recién se reactivó en enero pasado cuando el equipo de georradaristas liderado por Luis Avial localizó las áreas de la iglesia donde había enterramientos, y tras meses de gestiones para obtener los permisos, el pasado 22 de enero una treintena de investigadores accedieron a la cripta para comenzar con la fase arqueológica.

Las conclusiones coinciden con el cuarto centenario de la publicación de la segunda parte de El Quijote, una de las obras más importantes de la literatura universal.

La alcaldesa de Madrid, Ana Botella, ya anunció que está gestionando con el Obispado la posibilidad de abrir la tumba al público.

El ministro español de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, consideró que “de la misma forma que en Inglaterra la tumba de (William) Shakespeare es un lugar de peregrinaj e cultural para los ingleses y un hito, el saber que los restos de Cervantes estaban en el convento de las Trinitarias y tenerlos identificados va a dar nueva vida al Barrio de las Letras”.

Cuando los investigadores empezaron a hacer su trabajo contaban con la información que el propio escritor había dejado. Decía, entre otros detalles, que Cervantes tenía seis dientes y la nariz curva y en su cuerpo debía haber señales de los arcabuzazos que recibió en el pecho y en la mano izquierda durante la Batalla de Lepanto (1751).

Escritores españoles criticaron la búsqueda de los restos argumentando que es menos importante el interés por los despojos del famoso escritor que por la reedición y el estímulo a que los más jóvenes se acerquen a su obra.

La primera fase de la búsqueda consistió en un exhaustivo trabajo de campo, gracias a un georradar para explorar el subsuelo de la iglesia localizando oquedades en las que pudiera haber enterramientos.

Cervantes fue enterrado junto a su esposa, Catalina de Salazar, tal y como era su deseo en el Convento de las Trinitarias Descalzas, el mismo en el que profesó su hija Isabel, y en su fachada luce una placa conmemorativa que así lo señala. Pero el lugar exacto del convento donde reposan sus restos era un enigma, pues sus huesos se perdieron en algún momento en las entrañas del templo, que a lo largo de los siglos sufrió varias remodelaciones, aunque las principales investigaciones señalan que sus restos nunca salieron de allí.

La planta de la actual iglesia se remonta al finales del siglo XVII y fue construida sobre una de menor tamaño que databa de 1612, en la que fue enterrado el escritor, poeta y dramaturgo. Las pruebas realizadas hasta ahora permitirán saber cómo era la planta del primer edificio y los diversos huecos susceptibles de acoger sus restos.

Para ello se ha empleado alta tecnología con el uso de un georradar y un equipo de infarrojos que detecta los cambios de temperatura. Ello ha sirvió para explorar el subsuelo, los muros y la cripta, a la que no se accedía desde 1955, de la iglesia conventual, en una labor que ha resultado más sencilla de lo que se preveía, gracias al buen estado del suelo del convento.

“Hemos pasado el georradar varias veces, con distintas antenas según la profundidad que queríamos ver y con la malla -la definición- más densa que se ha utilizado nunca en una iglesia en España”, explicó Avial.

La segunda fase de esta aventura empezó una vez que el informe definitivo sobre estas pruebas fue presentado al Ayuntamiento de Madrid y al forense Francisco Etxebarría -que trabajó con los cuerpos de Salvador Allende y Pablo Neruda, entre otros- comenzó una excavación selectiva y cuidadosa.

OTRAS INCOGNITAS

Cervantes no es el único gran escritor de la época cuya pista se ha perdido después de muerto. Otras grandes plumas que vivieron con él durante el Siglo de Oro y en el mismo barrio madrileño, el conocido como el de las Letras, como Lope de Vega y Calderón de la Barca, permanecen también en paradero desconocido.

El gran autor barroco de obras como “Fuenteovejuna”, Lope de Vega, fue enterrado en 1635 en la iglesia de San Sebastián, de Madrid, pero, procedente de una familia humilde, su familia no pudo costear un nicho, y sus restos fueron arrojados a un osario común.

La pista del enterramiento de Calderón de la Barca se perdió en 1936, pero antes de ese momento sufrió una larga peregrinación, desde la iglesia de San Salvador a la de San Pedro Apostol, pasando por el Panteón de Hombres Ilustres de la iglesia de San Francisco el Grande en el siglo XIX.

Allí, en la iglesia de San Pedro Apostol, reposó hasta 1936, al inicio de la Guerra Civil española, cuando el templo fue asaltado, momento en el que se perdió su rastro, tal y como recuerda una placa: “Sus restos mortales desaparecieron en el incendio y saqueo de 1936”. Sin embargo, algunos expertos creen que los restos del literato podrían descansar en algún lugar secreto dentro del templo, donde el párroco podría haberlos escondido.

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