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La invasión de los usurpadores de cuerpos

Pensar en el personaje que somos todo el tiempo. Ir en busca de otros personajes

30 de Agosto de 2015 | 00:30

Por JOSE SUPERA
ESCRITOR

Personajes de una obra de teatro de trágico e irremediable e inexorable final. Somos personajes. Los otros como espectadores de nuestra vida. Y a su vez, nosotros, espectadores de las suyas. Todo el tiempo queriendo mostrar, filmar, selfiar, subir, postear. Un personaje. Un frankenstein. Formado a partir de esta experiencia, y de esta otra, y de esa, y de aquella.

El personaje de escritor oscuro me devora en cada paso que doy. Me cuesta sacarme este traje. Es como una tela húmeda que se me pega en carne viva. Hay días que ando de acá para allá con capucha y anteojos de sol. Así cruzo calle 48. Plena luz del día. Nadie puede verme. Puedo verlos. A ellos. A todos. La sensación de estar sin estar. Como ahora, que mientras leés, estoy ahí sin que me veas.

Cuesta salir de este papel. Siento que no soy yo. No ser me identifica.

Debo encontrar a otros que sean otros. Quizá hablando con ellos vuelva a sentirme un poco más yo, y no ese otro que soy. Escribo por whatsapp a Borges. Borges contesta. Le digo que estoy subiendo a un taxi. El tachero me habla, pero siento que no me habla a mí. Me doy cuenta: se está hablando a él. Llego. La puerta abierta. Pienso en un robo. Levanto la voz y entro. Nada. Subiendo escaleras, pasando varias puertas cerradas. Al fondo de un pasillo extenso y recto, en el ángulo donde convergen todos los ángulos, la luz de un sol muerto y lejano, da sobre la cara de un Borges que no es Borges. Camino hacia él. ¿Quién es este Borges vivo? ¿De qué realidad fue recortado? Se da vuelta y me mira y se sienta en una silla de madera. Se pasa la mano por la cara. Su mano llena de maquillaje. Casper Uncal es artista escénico y profesor de literatura y a veces interpreta a Borges. Como ahora. No sé está quedando ciego como su personaje. Me mira. No sé a qué Jose está mirando. No sé qué personaje cree que soy, pero me dice que siempre estamos haciendo diferentes papeles; él, por ejemplo, delante de su clase en el secundario se pone en el papel de profesor hippie, en otra clase su papel es de profesor serio. “Uno no siempre es uno: podés ser varios a la vez”, me (se) confiesa, con la luz de la tarde dividiéndole la cara en dos mitades.

DENTRO DE BORGES

“Empecé a hacer Borges en Londres. Había ido a un festival de teatro con la obra Código Pirata, y el último día, los brasileros empezaron a tocar bosa nova, los venezolanos recitaban poesía, y a mí se me ocurrió hacer a Borges y recitar unos poemas. Un inglés, el director del festival era fanático y le encantó. Acá después lo hice en varios lugares. Lo hice en teatro, pero también lo hago en encuentros literarios. Ahora en octubre lo voy a interpretar en la Legislatura porteña. Hacer a Borges surgió como necesidad. Yo no era fanático, no llegaba a disfrutar su literatura: hasta que empezaron a darme las herramientas en mi carrera, y ahí lo descubrí, me empezó a gustar, y elegí llevarlo a la improvisación teatral. Me gusta ver esta cuestión de cómo es Borges en este cuerpo, como mi cuerpo se puede adaptar a la cara, la forma de caminar, los gestos, la voz, hasta su gorilismo, su postura política”.

Empecé a hacer Borges en Londres. Había ido a un festival de teatro con la obra Código Pirata, y el último día, los brasileros empezaron a tocar bosa nova, los venezolanos recitaban poesía, y a mí se me ocurrió hacer a Borges y recitar unos poemas

Más tarde cruzo plaza Moreno. Imagino una ciudad hecha de impostores. Vos, tu hijo, tus padres, tus amigos y hermanos. Todos impostores. Todos otros. Como en la película Invasión de los Usurpadores de Cuerpos (1956): donde un hombre se da cuenta que todos en su pueblo han sido reemplazados por otros hombres iguales, con sus mismas improntas, con los mismos recuerdos, pero en los ojos, en el fondo de los ojos, son otros. Me miro caminando solo en una plaza. Volviéndome un paranoico. ¿Cuándo fue que me volví otro? ¿Cuándo me suplantaron por este personaje? ¿Me volveré a encontrar?

“En el escenario me involucro en cada canción que canto; al saber inglés y la historia personal de Elvis, cuando interpreto tal o cual tema, eso me ayuda a transportarme a ese momento exacto en el que el Rey cantaba esa misma canción, porque de alguna manera muy extraña, muchas veces, yo soy él, yo soy Elvis”

Esa misma noche voy a buscar respuestas en un bar de la zona de la vieja estación provincial. Un Elvis que no es Elvis. Cantando desaforado arriba del escenario. La banda suena impecable. El tipo parece en trance. Después de un rato estoy con él a solas. Está sentado frente a un espejo. Me mira por el reflejo del vidrio. Es John Mc Inerny y no Elvis quien me dice que “mi viejo era coleccionista de música country, blues y rythm and blues, y él fue quién me enseñó las notas básicas en la guitarra para acompañarme. No me molesta para nada ser otro. Es un orgullo que me llamen Elvis. De todas formas, mi cabeza está lo bastante organizada como para nunca volverme loco y dejar de ser Mc Inerny, de La Plata, arquitecto y músico”. Se saca el maquillaje. Toma agua de una botella. Está cansado. Quiere irse a casa. “En el escenario me involucro en cada canción que canto; al saber inglés y la historia personal de Elvis, cuando interpreto tal o cual tema, eso me ayuda a transportarme a ese momento exacto en el que el Rey cantaba esa misma canción, porque de alguna manera muy extraña, muchas veces, yo soy él, yo soy Elvis”.

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