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Séptimo Día |TENDENCIAS

Planeta Astarita

Conocer al líder de la mítica banda Míster América es aprender algo. No se sale siendo el mismo después de pisar el planeta Astarita

4 de Diciembre de 2016 | 00:23

Por JOSE SUPERA
ESCRITOR

1.

Este nota empieza con una chispa, un fueguito volando en la nada.

2.

Ese día, y no sé por qué, decido cruzar la ciudad caminando. Debo abordar su planeta a pie, pienso. Por eso camino y cruzo mil cosas que no tienen importancia. No ahora. No en este preciso instante, en este momento, que voy a ver al hombre que me dijeron que es poeta y músico, artista y dibujante, cervecero y mutante.

Tomándose una pinta de su propia medicina.

Al sol, saludando a los vecinos que pasan.

Ahí está, brillando, el planeta Astarita.

3.

Antes que nada se disculpa por haberse tomado también la mía. Una rubia suave, que ahora es cadáver. La espuma pegada al vaso. Le digo que me traiga otra así. Entra a “Hermanos y brothers”. Sale con dos pintas más. Su tercera, mi primera.

4.

El cantante de Míster América, Gustavo Astarita, pasaba unas vacaciones con su hijo Marcial, de 21 años, en Alta Gracia, Córdoba. Era de noche y estaban haciendo un fuego para un asado. El viento cambia en un momento. Unas chispas vuelan. Se disipan y se pierden de vista. Una de las chispas no muere. Se vuelve más real. Es época de sequía. Así es el inicio del incendio en el planeta Astarita.

5.

“Ahí empieza el relato. Se presenta lo desconocido, aquello que no esperás. El fuego que se despierta. Es dantesco. No estás preparado para el fuego. Los vecinos que vienen a ayudar a apagarlo. Después que lo apagamos vamos a hacer la denuncia con mi hijo. En la comisaría nos dicen que la causa es Incendio Culposo. Del pueblo nos llevan hasta la Alcaldía. Nos dicen que tenemos que pasar la noche ahí. Que nos quedemos tranquilos, que mañana salimos”.

“Yo estaba hasta las manos porque no podía tener lapicera. Con la lapicera dibuja. Era como un arma ahí adentro”

6.

“Me preparé para transformar cosas”.

7.

“Llegamos a un lugar, jaula, te sacaban todo. Nos entran. Todo oscuro. Todos tirados en el piso. Con mi hijo temblábamos. Más de miedo que de frío. Era un lugar oscuro, siniestro. En un momento uno de los cuerpos se levanta. Nos dice ‘Muchachos, quédense tranquilos’. Y con un par de indicaciones, hacen que nos den frazadas y almohadas. ‘La noche es larga, duerman tranquilos’. Pero no dormimos. Al otro día un cana nos llama. Salimos con la alegría de que ya estaba, de que ya pasó. Pero no. Era para informarnos que habían cambiado la causa de Incendio Doloso, como que lo hicimos a propósito. No podemos salir. Ahí empezamos a buscar abogado. Encontramos a una abogada, que en realidad estaba con el Fiscal. Al tiempo me enteré que era una cuestión política, porque supuestamente De la Sota había bajado línea, diciendo que el próximo que caía por fuego, había que darle una lección, un mensaje. Y qué mejor que cayeran dos “porteñitos”. Y ahí adentro me di cuenta lo que es perder la libertad: cada hora, minuto, te carcome, te destruye. Pero yo ahí estaba con mi hijo, no me podía quebrar. Con el tiempo empecé a dibujar en un cuaderno que tenía. Eso nos dio un lugar de poder. Los otros presos alucinaban, porque nunca habían estado con alguien que dibujara. Llegaban las noches y el frío y todos tapados con frazadas llenas de olor, con agujeros, las rejas daban a un patio, y los presos que me decían ‘Viejo, ¿qué nos va a contar hoy?’”.

8.

Astarita les empezó contando cómo fue el desembarco de Normandía, la vida de Magallanes o Pizarro, los Cruzados, los Cátaros, todas las noches una historia de historia, o de filosofía, de lo que fuera. “La cultura te une, el que la tiene, el que sabe, es el que tiene un poder. Yo no lo hacía por poder sino por sobrevivir. Empezamos a tomar decisiones. Yo estaba hasta las manos porque no podía tener lapicera. Con la lapicera dibuja. Era como un arma ahí adentro. Venían las requisas y yo sufría. Viviendo ahí adentro en la cárcel entendí muchas cosas. Las posibilidades que tiene y no tiene la gente. Un tipo que no se cultivó, que nació en un medio que no lo amaba, que no tenía un sustento, o con sustento, pero siempre vas a ser una persona sometida, al vivo, al que tiene el manejo de la cultura, el que impone el relato de la cultura; todo eso vi, y también me vi gorila, me vi burgués ahí adentro”.

9.

El diario de cárcel de Astarita se llama “Probation” y tiene una introducción de su amigo Martín Graziano y está editado por Fundación Hölderlin. Es un cuaderno poblado de dibujos y reflexiones. Empieza con un dibujo hecho en crayones. Una celda llena de inscripciones en las paredes y hasta en el techo. El suelo no, porque las pisadas borran lo que se dice. Hay cuerpos envueltos en frazadas. No se ven cabezas ni pies ni manos. Solo bultos, frazadas. La inexistencia, el no ser nada. Todos iguales ahí adentro. Después sigue con un dibujo en blanco y negro de zapatillas sin cordones, de botellas de meo. La primera línea dice esta barbaridad: “El tiempo cruel retrasa el paso de las horas. Cada día se extiende como un desierto seco (…)”. Sigo hojeando el cuaderno de cárcel. Veo caras dibujas con crayones, lapiceras, microfibras. Caras, identidades, cuerpos. Dormidos, de pie. Las sombras de las rejas sobre los cuerpos. Las mirada que congela Astarita. Dibuja hasta un cabo. Congela momentos. La angustia y la incertidumbre sacan lo mejor de él. Lo puede ver en sus trazos. Compañero durmiendo en la madrugada/Marcelo. Detenido hace 16 días. Aún no conoce los hechos/José Luis Alfredo. 45 años. Detenido por hurto en estado de ebriedad. En otra hoja escribe: Agradezco al destino por habernos puesto aquí. Para Marcial, a su edad, recibir una enseñanza como esta es algo que lo va a enriquecer de tal manera que nunca verá al mundo como lo veía antes”. Dibujos de letrinas, dibujos de serpientes enroscándose abajo de la tierra. Un mono gigante de uniforme gritando “Requisa” y abajo muy chiquitos unos tipos que lo miran. Dibujo de una cabeza abierta y adentro de la cabeza en vez de cerebro hay dinamita y un reloj. “Lunes: Aquí no existe lugar para el deseo”. Dibujo de un hombre durmiendo entre cucarachas. “Heaven, i’m in heaven”. Dibujo de un hombre en un cueva bajo tierra comiéndose unas ratas, rodeado de ratas. En la superficie hay gente con globos, hay sol y verde. “Qué triste es ver llorar a otros”.

10.

Astarita y su hijo salieron de la cárcel un mes después. Unas horas antes de ser trasladados a un penal de máxima seguridad. Como probation dieron una serie de conciertos gratis en la Estación Provincial. “Me preparé para transformar lo que me pasó”, me dice. Apuro la segunda birra. El sol está cayendo en el planeta Astarita. Me voy fortalecido por su atmosfera. Salgo de su campo magnético caminando por Diagonal 74.

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