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El Museo del Titanic, la tradición cervecera de sus conocidos pubs y los visibles vestigios de la violencia que imperó durante décadas en esa ciudad, son algunos de los principales sitios para los visitantes
Después de tres décadas de enfrentamientos armados, la capital norirlandesa intenta olvidar el pasado y se reinventa como atracción turística.
Un museo dedicado al Titanic, recorridos para entender su historia a través de los icónicos murales pintados por paramilitares, o los tradicionales pubs irlandeses, son algunas de las ofertas turísticas que ofrece esta tradicional e interesante metrópoli.
Son varias las razones que explican el aumento de viajeros que eligen visitar Belfast y cuyo número está en constante incremento.
“La estabilidad política, la promoción del turismo de ocio, los negocios o la visita de cruceros, son algunas de las claves que empujan a la reconversión de Belfast”, dice la representante de la oficina de turismo denominada “Visit Belfast”, Fiona Ure.
Para muchos viajeros, la ciudad de Belfast fue un destino poco tenido en cuenta debido a la violencia política que hubo en el país durante años, pero no bien se estabilizó la paz en el tiempo, los encantos de esta urbe británica rápidamente pasaron a tener un espacio destacado en la agenda turística del continente europeo.
Uno de los atractivos que la ciudad portuaria está promocionando con más énfasis es el “Titanic Belfast”.
Se trata de un museo interactivo situado en los astilleros donde fue construido el conocido buque que la noche del 12 de abril de 1912 colisionó contra un gran bloque de hielo y se hundió en las aguas del Atlántico Norte.
Fue en conmemoración por el centenario del hundimiento de la nave (2012), cuando se inauguró este complejo que puede acoger hasta 3.547 visitantes (justo el mismo número de personas que iban en aquel fatídico viaje), que recorre y muestra la historia, la magia y la leyenda del Titanic.
El recorrido por este impresionante predio lleva a conocer todos los detalles previos y posteriores a la catástrofe de 1912, cuando el buque, que los expertos estimaban que nunca podría hundirse, tuvo su viaje inaugural y su naufragio.
Una semblanza de Belfast, la ciudad industrial que a principios del siglo pasado era líder mundial en el sector de la ingeniería y de la construcción naval, también está contemplada en el periplo diseñado para que los visitantes recorran las instalaciones.
Experimentar cómo era cada recoveco de la nave en una cueva en tres dimensiones, que implica “caminar” por los pasillos del Titanic, es otra de las atracciones más promocionadas.
Además de visitar el “Titanic Belfast” y lo que queda de los astilleros de Harland y Wolff, vale la pena detenerse a contemplar el “SS Nomadic”, conocido como “el hermano pequeño del Titanic”, situado justo en frente del museo, en el muelle Hamilton Graving.
Es el único barco que queda de la compañía White Star Line, la destacada empresa de navíos que se ocupó de llevar a cabo la construcción del Titanic y otros navíos de lujo en una época en la que los viejas entre los continentes se hacían solamente por mar.
La cultura irlandesa tiene una relación muy estrecha con la música y la cerveza, una combinación perfecta para reunirse con los amigos en cualquiera de los cientos de pubs tradicionales que inundan la ciudad.
La “cultura de pub” es uno de los elementos más exóticos.
“Todo nace, crece y se desarrolla en los bares. Son auténticas instituciones. La arquitectura y el cuidado de los detalles hacen de ellos unos espacios realmente entrañables”, afirma el guía de turismo Pol D’Olesa.
En cualquier bar se puede encontrar a grupos tocando música tradicional irlandesa.
“Todo nace, crece y se desarrolla en los bares. Son auténticas instituciones. La arquitectura y el cuidado de los detalles hacen de ellos unos espacios realmente entrañables”
“A través de las canciones cuentan su historia y pasado”, apunta D´Olesa, aunque reconoce que “el principal atractivo es su gente. Los irlandeses siempre tienen una sonrisa o una conversación para ofrecerte. Son extremadamente educados y te ayudan en todo lo que pueden. Es muy común acabar hablando con alguien en cualquier pub de la ciudad”.
Por su parte, Fiona Ure, asegura que “como los norirlandeses no están cansados de los turistas, la gente les da la bienvenida y siempre están dispuestos a socorrerles cuando lo necesitan”.
Pero la historia política es, sin duda, uno de los atractivos principales de esta ciudad.
Los paredones de Belfast, conocidos como “muros de la paz”, levantados en 1969 para segregar católicos de protestantes, hablan de su pasado más oscuro y permanecen más de una década después del fin conflicto.
Se extienden a lo largo de 20 kilómetros y miden a veces más de siete metros de alto.
Están hechos de piedra y metal, con alambres de espinos y cámaras de vigilancia.
Actualmente el recorrido turístico por esta zona se cierra diariamente a las 19.30.
En el lado oeste (el católico) persisten las pintadas de las llamadas a las armas, que en ese tiempo proclamaban que la paz no sería posible mientras persistiera la ocupación británica.
En el sector Este de la ciudad (el protestante) emergen los rostros de los paramilitares en medio de un ondear incesante de “Union Jacks” (bandera nacional del Reino Unido).
Lejos de ocultarlos, los norirlandeses muestran, en ocasiones con cierta resignación, las tapias marcadas por grafitis pintados por paramilitares repletos de mensajes de identidad que hablan de una reconciliación imposible.
Muchas organizaciones preparan rutas por el muro y los barrios segregados con el fin de que los turistas puedan entender el conflicto desde sus adentros.
“La organización Coiste (Comité de Ex Presidiarios Católicos), emplea antiguos presos republicanos para mostrar la zona oeste.
Por su parte, Epic (Organización de Ex Prisioneros Unionistas), organiza sus visitas explicadas por ex reclusos loyalistas”, afirma la representante de “Visit Belfast”, Fiona Ure.
Estos grupos organizan excursiones y emplean ex prisioneros con la idea de ayudarles a enfrentarse al pasado y no sentirse culpables ni aislados por lo ocurrido.
“Se trata de una manera de ofrecer una salida laboral a exparamilitares que, en ocasiones, han pasado muchos años en prisión”, explica Pol D’Olesa.
La organización para la que trabaja D’Olesa, oferta excursiones para grupos, tanto en inglés como en castellano.
“Los tours políticos son una buena herramienta para conocer las razones de la situación que se vive actualmente”, remarca.
La demanda es constante, “diariamente vemos en las calles de Belfast autobuses y taxis repletos de turistas sacando fotos y escuchando las explicaciones. Hay picos en Semana Santa y verano, pero es un turismo que se mantiene todo el año”, reconoce D´Olesa.
Tras el Acuerdo de Viernes Santo en 1998, las bombas dejaron paso sin remedio al levantamiento de más muros.
Hoy en día, las barreras mentales están cayendo, sobre todo fuera de las zonas segregadas, pero aún habrá que esperar un tiempo para poder ver a los norirlandeses caminar por una senda conjunta.
Así pues, el despunte del turismo provocado en los últimos años es una batalla ganada para los norirlandeses, que se ha ido consiguiendo a base de trabajo y tiempo.
La representante de “Visit Belfast” concluye que “el turismo ha supuesto un apoyo para el incremento de puestos de trabajo y la generación de beneficios económicos, se trata de un elemento fundamental de la economía de la ciudad”.
Alojamiento: Varias promociones hoteleras en Belfast pueden encontrase en Internet en esta época del año.
Una de esas ofertas corresponde al “Beechlawn House Hotel” (tres estrellas), situado en la calle Dunmurry Lane Nº 4. La tarifa es de 995 pesos argentinos diarios por persona, en base doble y con el desayuno incluido. Este establecimiento se encuentra a diez minutos a pie del centro de la ciudad. También resulta interesante la promoción del “Clayton Hotel Belfast” (4 estrellas”, situado en la Ormeau Avenue Nº 22; el costo diario de hospedaje para una persona en base doble es de 1.026 pesos argentinos, tarifa que incluye el desayuno. El complejo se halla en pleno centro de la ciudad.
Cómo llegar: Para viajar desde Buenos Aires a Belfast, el costo de un pasaje en un vuelo con dos escalas arranca desde los 12.761 pesos argentinos.
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