El nuevo milenio abre una polémica mundial sobre cuándo empieza y termina


Pese a la contundencia de la matemática y del simple cálculo de un ejercicio aritmético consistente solamente en saber sumar, el mundo entero pareciera estar dispuesto a celebrar el primer día de enero del año 2000 como el inicio del siglo 21. Más aún, como el primer día del tercer milenio. Es por eso que, además de las discusiones entabladas en cada mesa familiar en el último fin de año, se dan otras repercusiones comerciales, como que se encuentran ya reservadas desde hace tiempo plazas en los mejores hoteles, en los más caros restaurantes, en barcos cruceros, en los más exclusivos rincones del planeta para festejar el inicio de un nuevo siglo. Pero, ¿termina realmente este año el Siglo XX para darle paso a un nuevo milenio?
"Por supuesto que no -explicó el profesor Daniel Carpintero, doctor en Astronomía y docente de la cátedra de Dinámica Estelar de la UNLP- el Siglo XX comenzó el 1 de enero de 1901 y terminará el 31 de diciembre del año 2000. De no ser así, estaríamos ante un siglo de 99 años, sin dudas el más corto de toda la historia. Sin embargo la polémica entablada tiene su razón de ser, ya que los calendarios no dejan de ser medidas arbitrarias, y en lo que también se involucran la astronomía, la historia y la religión".
"En primer lugar hay que señalar que la rotación de la Tierra sobre su eje define al día y la traslación de la Tierra alrededor del Sol define al año -señaló el astrónomo- y que estos dos movimientos no son múltiplos sino independientes, por lo que para la vida civil no servían como medida exacta de tiempo. Fue así que cada civilización trató de acomodar esta circunstancia, generalmente usando a la Luna para definir semanas y meses. Los Romanos, en el Siglo II antes de Cristo lo intentaron, y calcularon un año de 305 días. Pero fue Julio César, en el Siglo I antes de Cristo, quien entre otras reformas racionalizó el calendario y lo hizo de 365 días, con meses de 31 y 29 días salvo febrero, que tenía 28. El año empezaba el 1 de marzo, y le seguían abril, mayo, junio, quintilio, sextilio, septiembre, octubre, noviembre, diciembre, enero y febrero, al que cada cuatro años se le agregaba un día. Luego el Emperador cambió quintilio por Julio, en homenaje a él mismo, y ese calendario se llamó Juliano".
"Posteriormente -añadió Carpintero- otro emperador romano, Augusto, que convirtió al Imperio en República, volvió a modificar el calendario, transformó a sextilio en Agosto, también en su propio homenaje, a ese mes le dio 31 días y distribuyó los restantes en meses de 30 y 31 días".
"Setecientos años después de Cristo -agregó el facultativo- la Iglesia determinó que se debía contar a partir del nacimiento de Jesús, y ese fue el año 1. Hay que señalar aquí que la matemática de las cosas contables arranca en uno, aunque la medida del tiempo comienza desde cero. Esto también tiene su explicación, y es que en el año 700 no se conocía al cero como numeración, ni a los números negativos, ni a otros que no fueran enteros, ni fraccionarios. Es entonces que el calendario arrancaba de uno, y al terminar el uno comenzaba el dos. Es así que el número no indica la cantidad de años que han pasado sino solo cuando terminan. Lo mismo sucede con los siglos y los milenios".
"Ya en el año 1500 -añadió el astrónomo- el papa Gregorio XIII notó que se daban corrimientos en las Pascuas -lo que debía ocurrir el primer domingo posterior al plenilunio que sigue al equinoccio de marzo- y mandó a sus astrónomos a corregir nuevamente el calendario, lo que se llamó la Reforma Gregoriana. Se eliminaron tres años bisiestos cada 400 años, y ese es nuestro calendario actual, en el que los múltiplos de cuatro son años bisiestos, excepto los terminados en doble cero que no sean múltiplos de 400".
"En este marco -concluyó Carpintero- hay que destacar que antes del año 1700 a nadie le interesaba contar el tiempo ni pensar en el calendario, alcanzaba con lo que sostenía la Iglesia. Fue así que los primeros festejos de fin siglo se remontan a 1701 y a 1801. Lo que sucede con el 2000, es que el cambio de cifras implica un fuerte sentimiento popular. Pero el fin de un siglo no resulta algo opinable. Simplemente, todos los años que terminan en doble cero fueron denominados, siempre, años finiseculares, es así que cuando termine el 2000, terminarán también el siglo y el milenio".
"Antes del nacimiento de Jesucristo -explicó por su parte el doctor Luis Angel Tau, abogado, doctor en Historia y profesor de Historia de la Iglesia en el Seminario Mayor de La Plata- se tomaba como fecha de referencia a la fundación de la Urbe, Roma, y Jesucristo nació a 753 años de la Fundación, bajo Augusto, y murió bajo Tiberio".

"Fue en el Siglo IV -agregó- cuando se precisó el día de nacimiento de Jesús, allá por el año 330, y se tomó a su nacimiento por una fecha pagana, la Fiesta del Sol Invicto, que se celebraba el 25 de diciembre, ya que nunca se supo el verdadero día del nacimiento de Jesús. Fue con Constantino y Teodosio, dos emperadores cristianos, cuando se impuso esa fecha, que significa la luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo, ya que Cristo era el Sol de Justicia. A partir de allí, para la Iglesia el tiempo tiene un centro que es la encarnación del Verbo, ya que Cristo partió al tiempo en dos. En cuanto al año de nacimiento de Cristo, en el siglo VIII lo intentó con muy escasos elementos un monje llamado Dionisio el Exiguo, y hoy se sostiene que lo marcó con un atraso de unos cuatro años".
"Pero las tres religiones monoteístas -destacó Tau- tienen su propio cómputo del tiempo. El judaísmo toma la era de los Patriarcas, hace unos 5823 años; el Islam a la huida de Mahoma de la Meca, llamada la Hégira, hace 1300 años; y el catolicismo al nacimiento de Cristo, aunque sin mucha precisión. Para los cristianos, el tiempo despliega un designio de Dios, y está lleno de contenido. No es circular o repetitivo, sino lineal. Tiene su comienzo en Dios y la Creación; una preparación en la alianza de Dios con los hombres a través del pueblo judío; y una plenitud de la manifestación que es la Pascua. Los días que vivimos son el entretiempo entre la Pascua y la Parusía, que será el fin del tiempo y de la historia".
"En este tiempo -concluyó el historiador- hay momentos especiales, en los que se invita a una actitud de gracia, llamada de Jubileo, que el Papa Bonifacio VIII impuso primero cada 100 años y después cada 50, aunque el actual Papa Juan Pablo II impuso uno especial en 1983, por los 1950 años de Jesucristo. Y el próximo se celebrará en el 2000, a cuyo término se inicia el nuevo siglo. Porque para la Iglesia, el próximo siglo comienza con el fin del año jubilar, es decir en el 2001".
"Cuando el Papa Juan I le encargó hacer una cronología del mundo y la cristiandad a un monje llamado Dionisio -señaló a su vez el sociólogo Oscar Landi- éste acomodó un poco las fechas a partir de un cálculo del día de nacimiento de Jesús en el calendario romano, y de tal modo ubicó como punto de partida al 1 de enero. Pero además, llamó a esa fecha como al 1 de enero del año 1, y no como el 1 de enero del año 0. Este punto de partida fijado por Dionisio da la razón a quienes sostienen que el siglo termina en el año 2001, aunque quedó demostrado que la fórmula 1 de enero del año que se quiera es producto de la elaboración arbitraria de una cronología por parte de los hombres".

"Curiosamente -añadió el sociólogo- en esta época se da otro fenómeno arbitrario, referido a la supuesta catástrofe informática que ocurriría la noche del 31 de diciembre próximo, cuando las computadoras vuelvan al 1900, es decir un siglo atrás. Todas estas arbitrariedades pueden encontrar nuevos ejemplos, como por caso el de los viajes en avión a través de husos horarios distintos que permitan al pasaje festejar dos veces el fin del siglo. Lo cierto es que sea como fuere, la fecha del fin del siglo dependerá totalmente de la disposición de la gente para tomarla como el momento oportuno para realizar un ritual cargado de expectativas, miedos y esperanzas colectivas".

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