Polémico diccionario de la Iglesia sobre sexo y familia

La oposición al uso de preservativos, la condena a la homosexualidad y la reivindicación de la fidelidad conyugal y la abstinencia, son algunos de los elementos salientes del diccionario sobre sexo y familia que acaba de publicar el Vaticano, un trabajo que resume todas las prohibiciones y aclara conceptos morales y disposiciones de la Iglesia católica.
Reivindicado por especialistas católicos como un instrumento esclarecedor desde lo moral para contrarrestar a la "mentalidad anticonceptiva predominante", la iniciativa despierta polémicas del lado de expertos que lo consideran desfasado de los tiempos que corren. Expertos que creen, por caso, que condenando al preservativo se condena el método más eficaz para frenar el avance de las enfermedades de transmisión sexual, especialmente el Sida. Los críticos del trabajo también consideran a la idea de mantener la castidad y evitar la tentación como armas muy débiles para evitar los hijos no deseados y las enfermedades de transmisión sexual, en un mundo donde "cada vez más países reconocen el derecho de la gente a disfrutar de una vida sexual activa y sin riesgos". Las discrepancias también se escuchan desde la comunidad homosexual, cuyos referentes calificaron como "duros" los conceptos vertidos en el diccionario sobre los homosexuales.
El libro tiene 850 páginas y aborda 78 argumentos, entre ellos el comportamiento correcto ante las relaciones sexuales, el divorcio, el aborto, la eutanasia, las uniones libres y los homosexuales. Indica que "la abstinencia o las relaciones sexuales dentro del matrimonio, así como la fidelidad, son la única estrategia eficaz ante el Sida". Y recuerda que la Iglesia se opone al uso del preservativo como medio para reducir los riesgos de contagio de esa enfermedad. Por otra parte, sostiene también que "los homosexuales no tienen derechos, ya que la homosexualidad no tiene valor social".
El diccionario fue preparado por un grupo de 70 expertos, entre ellos varios cardenales, obispos y teólogos. Y sus contenidos despertaron críticas entre especialistas en salud reproductiva y miembros de la comunidad homosexual.
Guillermo Cococella, profesor extraordinario consulto de la Facultad de Ciencias Médicas de La Plata, opinó, por caso, que la Iglesia todavía tiene que adaptarse a los conocimientos y a los tiempos actuales en materia de sexualidad. "Hoy la salud reproductiva ha experimentado grandes progresos, aún en nuestro país, donde la Ley recientemente sancionada reconoce el derecho de todo ser humano de tener a sus hijos cuando quieran y puedan y de disfrutar la vida sexual activamente y sin riesgos", indicó Cococella, quien agregó que el diccionario del Vaticano no está adaptado a los tiempos actuales, por ejemplo en lo que se refiere al uso del preservativo, que es hoy la única forma de evitar las enfermedades de transmisión sexual.
Por su parte, Rafael Freda, presidente de la Sociedad de Integración Gay Lésbica Argentina (SIGLA), opinó que "quiero pensar que eso de que los homosexuales no tienen derechos porque la homosexualidad no tiene valor social es un error. De lo contrario me parecería irracional, un absurdo y una monstruosidad, por lo denigrante. Creo también que hay una distorsión del concepto de valor social, ya que sólo considera valor social a la procreación".
Para Juan Carlos Caprile, director del Instituto de Bioética de la Universidad Católica, el nuevo Diccionario "viene a llenar un importante espacio de esclarecimiento a la opinión pública que es manipulada por medio de campañas continuas, que presentan como responsabilidad sexual el simple uso de los preservativos y cambian el sentido moral de los actos humanos imponiendo el individualismo, el hedonismo, el pragmatismo y el utilitarismo. Sus contenidos tratan de dar aportes positivos para contrarrestar la mentalidad anticonceptiva predominante en la sociedad actual, que es fruto de una visión que trata de solucionar los conflictos éticos, eliminando los efectos y no las causas de los actos que los generan. Debemos educar para una cultura de la vida, que movilice las voluntades hacia la realización de actos personalizantes y responsables generadores de vida y de realización humana", opinó

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