Un trastorno que hace ruido, el estrés o trauma acústico
| 14 de Febrero de 2004 | 00:00
Estrés o trauma acústico es el trastorno que padecen las personas expuestas a ruidos intensos, constantes o inesperados, no tolerables por el oído. Es un enemigo que afecta nuestra calidad de vida y al que, como al smog, la polución ambiental o la contaminación visual, nos enfrenta la vida moderna. Un ejemplo es el volumen de los recitales o de la música en los boliches bailables.
Un trabajo de la Universidad de Buenos Aires, para la agencia oficial de noticias, explica que nuestro sentido auditivo está capacitado para recibir, sin sufrir daño, sonidos de hasta 85 decibeles, que es la unidad que mide la intensidad del ruido. Superados esos niveles, el ruido lesiona.
"El trauma acústico es individual y depende del tiempo de exposición a los valores que dañan el oído. Tiene dos dimensiones: el daño producido en la audición y el trastorno psicológico, que depende de la personalidad del afectado", explicó el doctor Carlos Kukso, a cargo de la Cátedra de Otorrinolaringología de la Facultad de Medicina de la UBA.
Agregó que "es un trastorno que puede ser agudo o crónico. En el primer caso, por ejemplo, el ruido que produce una explosión. El individuo está expuesto a un sonido de intensidad máxima, que le produce una sensación de abombamiento en los oídos y una pérdida auditiva, que puede ser reversible. El estrés crónico, en cambio, implica la exposición a ruidos que superan los decibeles tolerables en forma habitual y continua".
El estrés acústico se manifiesta mediante zumbidos en los oídos, "acúfenos" según la terminología médica, que pueden generar pequeñas caídas auditivas en los niveles agudos. Alejados del ambiente en los que se producen estos ruidos, lo más probable es que se recupere la audición.
"Si la exposición es continua, en cambio, puede ocurrir que la hipoacusia avance gradualmente, generando trastornos en la audición®, comentó el doctor Kukso. El estrés acústico puede producir toda una sintomatología, además de la auditiva, como cefaleas, hipertensión o trastornos cardíacos.
Un trabajo de la Universidad de Buenos Aires, para la agencia oficial de noticias, explica que nuestro sentido auditivo está capacitado para recibir, sin sufrir daño, sonidos de hasta 85 decibeles, que es la unidad que mide la intensidad del ruido. Superados esos niveles, el ruido lesiona.
"El trauma acústico es individual y depende del tiempo de exposición a los valores que dañan el oído. Tiene dos dimensiones: el daño producido en la audición y el trastorno psicológico, que depende de la personalidad del afectado", explicó el doctor Carlos Kukso, a cargo de la Cátedra de Otorrinolaringología de la Facultad de Medicina de la UBA.
Agregó que "es un trastorno que puede ser agudo o crónico. En el primer caso, por ejemplo, el ruido que produce una explosión. El individuo está expuesto a un sonido de intensidad máxima, que le produce una sensación de abombamiento en los oídos y una pérdida auditiva, que puede ser reversible. El estrés crónico, en cambio, implica la exposición a ruidos que superan los decibeles tolerables en forma habitual y continua".
El estrés acústico se manifiesta mediante zumbidos en los oídos, "acúfenos" según la terminología médica, que pueden generar pequeñas caídas auditivas en los niveles agudos. Alejados del ambiente en los que se producen estos ruidos, lo más probable es que se recupere la audición.
"Si la exposición es continua, en cambio, puede ocurrir que la hipoacusia avance gradualmente, generando trastornos en la audición®, comentó el doctor Kukso. El estrés acústico puede producir toda una sintomatología, además de la auditiva, como cefaleas, hipertensión o trastornos cardíacos.
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