Minino Garay: un cordobés que regresa de París
| 4 de Mayo de 2004 | 00:00

A mediados de mayo actuará en la Argentina Minino Garay, oriundo de nuestro país pero desde hace una década destacado percusionista de la música francesa. Los jueves 13 y 20 y los viernes 14 y 21 de mayo se presentará en el Club del Vino -en Cabrera 4737 de esta capital- esta artista que, con un apodo que tiene connotaciones de "pequeñito", se ha convertido en un verdadero monstruo de la percusión en el ambiente musical parisino.
Justamente la cultura parisina, más que nada el jazz, influyó sobremanera en la música de Minino Garay, que, con fusión de músicas de Africa y también de Latinoamérica, presenta su primer disco solista.
Minino nació en la provincia argentina de Córdoba, de la que conserva un irreverente humor y una mirada irónica hacia Buenos Aires y su tango estrictamente ortodoxo. A esto hay que sumarle que este artista ha sido formado en la escuela del baile, la milonga, la chacarera, el candombe uruguayo y la cumbia colombiana. Y sólo pasó un año entre porteños. Ya en 1989, con 24 años, se radicó en París.
Pronto, se convirtió en parte del paisaje. Tocando el bombo y el cajón hizo maravillas con sus compatriotas exiliados, como Mosalini, Beytelman, Tata Cedrón, Raúl Barbosa; y también con jazzeros parisinos. Estas aventuras lo llevaron al lado de Julien Lourau y su Groove Gang, Laurent de Wilde, Magic Malik, Luis Winsbereg, Richard Bona, Dee Dee Bridgewater, Booster.
Producto de todas estas influencias es el álbum solista de Minino, una obra lujuriosa donde su generoso carácter estalla y donde su voz estentórea encuentra una válvula de escape inesperada: susurra, rapea y canta los textos escritos por su madre y dictados por teléfono desde Córdoba.
Para esta producción, el artista se ha rodeado de amigos excelentes, como el cantautor y guitarrista uruguayo Pájaro Canzani, el violinista danés Line Kruse, el acordeonista Daniel Mille y su alter ego cubano, el percusionista Miguel "Anga" Díaz, con quienes acostumbra subir la temperatura en los clubes de jazz parisinos.
Ahora líder de su banda, Minino Garay explora nuevos terrenos con una gran energía y melodías grandiosas. Moderno y ancestral, urbano y andino, indio y negro, salvaje y genial, chacarera y jazz, su disco ubica a Córdoba como un suburbio parisino o viceversa. Solamente depende del punto de vista.
Justamente la cultura parisina, más que nada el jazz, influyó sobremanera en la música de Minino Garay, que, con fusión de músicas de Africa y también de Latinoamérica, presenta su primer disco solista.
Minino nació en la provincia argentina de Córdoba, de la que conserva un irreverente humor y una mirada irónica hacia Buenos Aires y su tango estrictamente ortodoxo. A esto hay que sumarle que este artista ha sido formado en la escuela del baile, la milonga, la chacarera, el candombe uruguayo y la cumbia colombiana. Y sólo pasó un año entre porteños. Ya en 1989, con 24 años, se radicó en París.
Pronto, se convirtió en parte del paisaje. Tocando el bombo y el cajón hizo maravillas con sus compatriotas exiliados, como Mosalini, Beytelman, Tata Cedrón, Raúl Barbosa; y también con jazzeros parisinos. Estas aventuras lo llevaron al lado de Julien Lourau y su Groove Gang, Laurent de Wilde, Magic Malik, Luis Winsbereg, Richard Bona, Dee Dee Bridgewater, Booster.
Producto de todas estas influencias es el álbum solista de Minino, una obra lujuriosa donde su generoso carácter estalla y donde su voz estentórea encuentra una válvula de escape inesperada: susurra, rapea y canta los textos escritos por su madre y dictados por teléfono desde Córdoba.
Para esta producción, el artista se ha rodeado de amigos excelentes, como el cantautor y guitarrista uruguayo Pájaro Canzani, el violinista danés Line Kruse, el acordeonista Daniel Mille y su alter ego cubano, el percusionista Miguel "Anga" Díaz, con quienes acostumbra subir la temperatura en los clubes de jazz parisinos.
Ahora líder de su banda, Minino Garay explora nuevos terrenos con una gran energía y melodías grandiosas. Moderno y ancestral, urbano y andino, indio y negro, salvaje y genial, chacarera y jazz, su disco ubica a Córdoba como un suburbio parisino o viceversa. Solamente depende del punto de vista.
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