Crecen las ferias artesanales en parques y plazas
Cada vez hay más puestos y las visitan miles de personas
| 24 de Junio de 2007 | 00:00

Incorporan rubros, seducen con los precios y ganan público, sin techo a la vista. En los últimos años, se convirtieron en una de las alternativas más visitadas por los platenses durante los fines de semana. Se trata de las ferias, que entre artesanías y productos industrializados, una oferta caleidoscópica y algunas polémicas, crecen sin cesar, arañan el millar de puestos en diferentes paseos de la Ciudad y atraen a multitudes.
El parque Saavedra es uno de los escenarios más cabales del fenómeno. Allí, una de las ferias con crecimiento tan reciente como explosivo abarca todo el perímetro del sector "cerrado". Seis cuadras de las calles 12, 68 y 14, en forma de herradura, albergan un puesto junto al otro. Con poco menos de dos metros por cada uno, suman más de 300. Miles de platenses recorren el lugar los sábados y domingos, pero no son los únicos: tanto entre los potenciales clientes como entre los vendedores, hay visitantes del Conurbano e incluso la Capital Federal, seducidos por la variedad y el precio -por otra parte, siempre abierto a la posibilidad del regateo-.
En semejante miscelánea de "stands", no todos los productos son artesanales. Se ofrecen comidas, antigüedades, libros. Y la presencia de los vendedores ambulantes también se hace notar, en el eje de avenida 66. Es que no todas son rosas en la expansión de estos emprendimientos que mezclan ceniceros con velas aromáticas y jabones, pinturas, flores de alambre, marroquinería, mimbrería, bolsos, antorchas "espanta-mosquitos" para el jardín, bijouterie, pulóveres tejidos, sandalias de plástico, juegos de ingenio y destreza, tartas y empanadas, lámparas, cerámica, alfarería, souvenires, vitrofusión... No es todo.
PLAZA ITALIA
"Acá tenemos un tema complicado; la plaza se llenó de vendedores de compact discs truchos, posters, perros, ropa traída del Once... Nos están rodeando, encerrando; la gente a veces ni llega al centro de la plaza porque el paseo se le hace menos placentero y se desvirtúa el espíritu original". La opinión de uno de los puesteros más antiguos de plaza Italia deja traslucir bronca y algo de impotencia. Es que aunque las objeciones a lo que sucede son muchas, generan rispideces y pocos están dispuestos a darse a conocer públicamente.
"Hemos visto muchos hechos de violencia" sigue el artesano: "los ambulantes compiten por el lugar, a veces ferozmente, y han salido a relucir armas blancas". En la mitad sudoeste de la plaza Italia, comprendida entre avenida 7 y calle 8, los paños verdes son ocupados por vendedores que no se ajustan a la denominación de "netamente artesanal" con que la Comuna categorizó al paseo. Hasta 1996, la feria estaba allí, sobre el césped, y los visitantes transitaban por los caminos embaldosados; el tramo de avenida 7 encerrado en la plaza era sector de estacionamiento. Supo haber un inspector de Control Urbano de manera permanente, pero ya no.
"Todo objeto decorativo para la vida cotidiana, donde prevalezca únicamente el trabajo manual", es la definición de artesanía que toman las autoridades municipales para fiscalizar y diagramar estos emprendimientos. Es la Comuna la que exige -en teoría- el cumplimiento de normas vinculadas con la ocupación del espacio público, la lealtad comercial, y la salubridad.
Según datos oficiales y estimaciones extraoficiales, en plaza Italia existen unos 150 puestos -132 "autorizados"-. En el parque Saavedra, oscilan entre 300 y 400. Entre las plazas Güemes y España, suman otros 160 feriantes coordinados por la Fundación Pro Humanae Vitae.
Desde la dirección de Cultura municipal, con carácter anual y en ocasiones bienal, se encara el estudio y la renovación -o no- de los certificados con que cuentan los artesanos. "Los de plaza Italia estamos habilitados además para participar en toda otra feria de la ciudad" explica no sin orgullo Eduardo Marcellino, un empleado bancario que hace nueve años dejó ese rubro para vivir de la fabricación de objetos de herrería en la plaza de 7 y 44, la más tradicional y cotizada; la única que, por ejemplo, tiene por ordenanza acceso a la electricidad para poder funcionar en horas nocturnas.
Existe además otra categoría para quienes fabrican objetos destinados a la venta: la de "manualistas", con alcances más puntuales, sin chances de acceder a plaza Italia. Mientras los artesanos son aquellos que no trabajan con máquinas "que determinan el objeto ofrecido" y utilizan "más de dos técnicas" en el producto final, los manualistas aplican menos de dos técnicas en la elaboración de lo suyo, y basan la mayor parte de su trabajo en la utilización de máquinas".
Hoy, La Plata tiene ferias semanales, otras rotativas y no faltan las mensuales. No están restringidas a los espacios públicos: en bares, centros culturales y casas particulares se desarrollan numerosas, centradas en la oferta de indumentaria y decoración "de autor".
El parque Saavedra es uno de los escenarios más cabales del fenómeno. Allí, una de las ferias con crecimiento tan reciente como explosivo abarca todo el perímetro del sector "cerrado". Seis cuadras de las calles 12, 68 y 14, en forma de herradura, albergan un puesto junto al otro. Con poco menos de dos metros por cada uno, suman más de 300. Miles de platenses recorren el lugar los sábados y domingos, pero no son los únicos: tanto entre los potenciales clientes como entre los vendedores, hay visitantes del Conurbano e incluso la Capital Federal, seducidos por la variedad y el precio -por otra parte, siempre abierto a la posibilidad del regateo-.
En semejante miscelánea de "stands", no todos los productos son artesanales. Se ofrecen comidas, antigüedades, libros. Y la presencia de los vendedores ambulantes también se hace notar, en el eje de avenida 66. Es que no todas son rosas en la expansión de estos emprendimientos que mezclan ceniceros con velas aromáticas y jabones, pinturas, flores de alambre, marroquinería, mimbrería, bolsos, antorchas "espanta-mosquitos" para el jardín, bijouterie, pulóveres tejidos, sandalias de plástico, juegos de ingenio y destreza, tartas y empanadas, lámparas, cerámica, alfarería, souvenires, vitrofusión... No es todo.
PLAZA ITALIA
"Acá tenemos un tema complicado; la plaza se llenó de vendedores de compact discs truchos, posters, perros, ropa traída del Once... Nos están rodeando, encerrando; la gente a veces ni llega al centro de la plaza porque el paseo se le hace menos placentero y se desvirtúa el espíritu original". La opinión de uno de los puesteros más antiguos de plaza Italia deja traslucir bronca y algo de impotencia. Es que aunque las objeciones a lo que sucede son muchas, generan rispideces y pocos están dispuestos a darse a conocer públicamente.
"Hemos visto muchos hechos de violencia" sigue el artesano: "los ambulantes compiten por el lugar, a veces ferozmente, y han salido a relucir armas blancas". En la mitad sudoeste de la plaza Italia, comprendida entre avenida 7 y calle 8, los paños verdes son ocupados por vendedores que no se ajustan a la denominación de "netamente artesanal" con que la Comuna categorizó al paseo. Hasta 1996, la feria estaba allí, sobre el césped, y los visitantes transitaban por los caminos embaldosados; el tramo de avenida 7 encerrado en la plaza era sector de estacionamiento. Supo haber un inspector de Control Urbano de manera permanente, pero ya no.
"Todo objeto decorativo para la vida cotidiana, donde prevalezca únicamente el trabajo manual", es la definición de artesanía que toman las autoridades municipales para fiscalizar y diagramar estos emprendimientos. Es la Comuna la que exige -en teoría- el cumplimiento de normas vinculadas con la ocupación del espacio público, la lealtad comercial, y la salubridad.
Según datos oficiales y estimaciones extraoficiales, en plaza Italia existen unos 150 puestos -132 "autorizados"-. En el parque Saavedra, oscilan entre 300 y 400. Entre las plazas Güemes y España, suman otros 160 feriantes coordinados por la Fundación Pro Humanae Vitae.
Desde la dirección de Cultura municipal, con carácter anual y en ocasiones bienal, se encara el estudio y la renovación -o no- de los certificados con que cuentan los artesanos. "Los de plaza Italia estamos habilitados además para participar en toda otra feria de la ciudad" explica no sin orgullo Eduardo Marcellino, un empleado bancario que hace nueve años dejó ese rubro para vivir de la fabricación de objetos de herrería en la plaza de 7 y 44, la más tradicional y cotizada; la única que, por ejemplo, tiene por ordenanza acceso a la electricidad para poder funcionar en horas nocturnas.
Existe además otra categoría para quienes fabrican objetos destinados a la venta: la de "manualistas", con alcances más puntuales, sin chances de acceder a plaza Italia. Mientras los artesanos son aquellos que no trabajan con máquinas "que determinan el objeto ofrecido" y utilizan "más de dos técnicas" en el producto final, los manualistas aplican menos de dos técnicas en la elaboración de lo suyo, y basan la mayor parte de su trabajo en la utilización de máquinas".
Hoy, La Plata tiene ferias semanales, otras rotativas y no faltan las mensuales. No están restringidas a los espacios públicos: en bares, centros culturales y casas particulares se desarrollan numerosas, centradas en la oferta de indumentaria y decoración "de autor".
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